domingo, 5 de agosto de 2007

Tazumal palpita en el centro de San Salvador

“Tazumal, 50 años después” muestra los hallazgos culturales en este sitio arqueológico de Santa Ana. La exposición durará hasta febrero de 2008 en el Palacio Nacional.


Una vibración, casi imperceptible, hace que se muevan, de manera constante, ollas, cuencos y esculturas de piedra milenarias. El palpitar de nuestro pasado se manifiesta ahora en el centro de San Salvador.
Siete salones del Palacio Nacional albergan por los próximos siete meses, una exposición arqueológica que explica con fotografías, mapas y objetos, el origen y desarrollo de los antiguos habitantes de Chalchuapa, una de las localidades que ha sido ocupada por los seres humanos desde antes de nuestra era.
La muestra, organizada por el Consejo Nacional para la Cultura y el Arte (Concultura) permite dos goces: un viaje a nuestro pasado prehispánico y una breve estancia dentro de una de las joyas arquitectónicas vedadas desde hace mucho tiempo a la mayoría de la población: El Palacio Nacional. El recinto, en sus últimas fases de restauración, es un oasis de tranquilidad entre el bullicio permanente de la capital.
El vaivén se debe a que el edificio, que data de principios del siglo pasado, amortigua el constante movimiento que generan los automóviles que circulan por el centro de San Salvador.
Retrospectiva
El eje temático de la exposición es netamente arqueológico. Ello implica más que la historia de la ocupación de Chalchuapa, el desglose de los resultados de estudios científicos y hallazgos que datan del siglo XVII, cuando el oidor Antonio de Ciudad Real describió la localidad como “un pueblo de habla pipil”, hasta los resultados de las más recientes excavaciones realizadas a partir del derrumbe de una estructura producto de la filtración de agua, en 2004.
Además de Ciudad Real, dos son los personajes precursores en el conocimiento de esta ciudad, localizada unos 80 kilómetros al occidente de San Salvador, en el departamento de Santa Ana: el arzobispo Pedro Cortés y Larraz, quien en el siglo XVIII reportó la existencia de mil 262 habitantes en este lugar, de los cuales 662 eran indígenas pocomames; y Santiago Barberena, quien un siglo después notificó la existencia de un monolito llamado Estela del Tazumal. Éste, después de permanecer mucho tiempo a partir de 1892 en la Universidad de El Salvador, fue confiado a la tutela del Museo Nacional, donde permanece hasta ahora.
Los estudios de arqueólogos nacionales, y en su mayoría extranjeros, han determinado que los habitantes de Chalchuapa han estado relacionados con etnias olmecas, mayas y toltecas.
El científico japonés Shione Shibata, quien ha investigado algunas particularidades arquitectónicas del Tazumal, habla de “sofisticación” cuando se refiere a los rasgos culturales detectados en los vestigios que se han encontrado de los antiguos habitantes de esta metrópoli prehispánica.
Entre esas sofisticaciones figuran las delicadas formas que adoptó el barro en las manos de nuestros alfareros hace cientos de años. Muestra de ello son los distintos tipos de cerámica que presentan decoración incisa o en negativo, también conocida como batik. Entre esas piezas, la exposición presenta ollas, cuencos y objetos tallados en piedra y réplicas de ornamentos de jade. Algunas provienen de sectores como La Cuchilla y la colonia Las Margaritas.
De hecho, uno de los principales centros de atracción es la escultura de un indígena con rasgos mayas, elaborado por un artesano de Chalchuapa, al que le han sido colocados aretes, nariguera, collar con pectoral, pulseras de puño y bíceps, muy probables maneras de cómo nuestros antepasados utilizaron la joyería.
Shibata pertenece a una de las generaciones más recientes de arqueólogos que se ha interesado por sacar a la luz los secretos prehispánicos del Tazumal. Antes que él, en la lista figuran nombres importantes para la arqueología de Mesoamérica como el mismo Stenley Boggs –el padre de esta ciencia en El Salvador–, Jorge Lardé, John Longyear, Robert Sharer, William Fowler, Paul Amaroli, Fabio Amador, Vicente Genovez, Noboyuki Ito y el actual Departamento de Arqueología de Concultura.
Un detalle especial de la exposición lo constituye la muestra de calcos de los dibujos de guerreros olmecas, tallados en una roca encontrada en Las Victorias. Y otro es una serie de paneles que están colocados en las cuatro esquinas de un salón. El visitante, al colocarse en el centro, tiene a su alcance una visión de 360 grados del paisaje que se aprecia justo sobre una de las pirámides de Tazumal.
Si la vista se extiende un poco más adelante, tras el cristal de los imponentes ventanales del palacio, emerge la catedral metropolitana, cuyo colorido mural destaca con el potente reflejo de un día nublado.
Al final del recorrido, Roberto Rodríguez luce admirado. Con detenimiento examina las fotografías, los planos y las vitrinas con los objetos. Asegura que el principal aporte es que la exposición le da vida a un sitio tan importante para los salvadoreños como el Palacio Nacional. Pero no se va del todo satisfecho, porque a su juicio la muestra se enfoca en la cerámica y, por ende, “muestra una visión muy parcial de la riqueza del Tazumal”.
Pero eso no le resta méritos, dice. Este profesor retirado añade: “Es un acercamiento con nuestras raíces, nos ayuda a vernos en el pasado y el presente y eso fortalece nuestra identidad”.
Un cuaderno y un bolígrafo esperan por los comentarios de los asistentes, a la salida del último salón de la exposición. En inglés, alemán y castellano, los visitantes han escrito decenas de felicitaciones para los organizadores.
Manuel Alcides Hernández dejó constancia de su sueño hecho realidad: conocer el palacio por dentro. Wilmer Medrano Ramos escribió: “Excelente exposición, deberían de hacerlo más seguido. No esperar otros 50 años…”.

Información adicional sobre la exposición
Datos de la exposición
“Tazumal, 50 años después” muestra el desarrollo de la investigación arqueológica en este sitio del occidente de El Salvador.
Está abierta de 8:00 de la mañana a 3:00 de la tarde, de lunes a viernes, en el segundo piso del Palacio Nacional. La entrada es gratuita.
Su museografía es arqueológica, ya que el lenguaje utilizado en las cédulas es bastante técnico. Con mucha atención y curiosidad, los amantes de la historia y la cultura tienen ante sí un punto de partida para conocer mucho más de nuestro pasado.

Reportaje publicado en La Palabra Universitaria el 9 de julio de 2007
http://lapalabra.utec.edu.sv/notas.asp?comunicaID=81

Dos ojos para ver el cielo profundo



Artículo publicado en El Faro, el 12 de mayo de 2005

Atrás va quedando la bruma y la humedad que acompaña a la más reciente época lluviosa, que en 2005 dejó un récord de tormentas tropicales y huracanes. El Salvador fue especialmente perjudicado por las lluvias de “Stan”, que dejaron a unas 10 mil familias sin techo.
Pero los vientos de la época seca han despejado paulatinamente nuestra y, cada vez con más frecuencia, el cielo nos asombra con la nitidez de sus huéspedes: las estrellas, los planetas y demás.
Hace 15 años, un grupo de salvadoreños aficionados al estudio de la astronomía constituyeron una asociación sin fines de lucro y desde entonces cargan en sus espaldas la difusión de esa ciencia y de aportar herramientas para que los interesados puedan conocer más acerca de los fenómenos celestes y busquen sus propias respuestas acerca de nuestro origen.
El evento que marcó el inicio de la sistematización del trabajo de la Asociación Salvadoreña de Astronomía (http://www.astro.org.sv/) fue el inolvidable eclipse total de sol, ocurrido en julio de 1989.
Por el cumpleaños, la Astro se regaló un nuevo telescopio, que ya fue instalado en el observatorio “Prudencio Llach” ubicado en un pequeño cerro de San Juan Talpa, La Paz.
El obsequio, con tecnología de punta, que se suma al telescopio que constituyó junto con la cúpula el origen del observatorio, costó aproximadamente cinco mil dólares. El más antiguo (modelo Tisney, de 12 pulgadas) será reubicado dentro del mismo terreno en otro observatorio que será construido en el futuro.
Ambos instrumentos hacen de este parque astronómico aficionado el mejor equipado de Centroamérica. Eso sí, Honduras nos lleva la delantera porque la universidad estatal tiene carrera de astrofísica y cuenta con el observatorio profesional en Tegucigalpa.
El parque astronómico de San Juan Talpa tiene la tradición de acoger a los amantes de las estrellas cuando hay un evento estelar importante, tales como eclipses, el paso de cometas, el ingreso periódico de meteoritos en la atmósfera –fenómeno mejor conocido como lluvia de estrellas- y otros no tan usuales para nuestra civilización, como el acercamiento del planeta Marte a la Tierra.
Jorge Colorado, uno de los miembros fundadores de la Astro, explicó que el nuevo telescopio implica que “de entradita vamos a tener dos equipos poder atender a más visitantes”.
El nuevo aparato es computarizado, es decir, que puede ser sincronizado con una computadora por medio de un programa especial que permite identificar a los cuerpos celestes con sólo ordenárselo.
Pero lo más importante es que van a poder tomar fotografías CCD “como nunca, y nos permitirá realizar cualquier investigación astronómica, como la búsqueda de supernovas en galaxias lejanas… por decir algo”, añadió.Colorado añadió que el nuevo telescopio les permitirá ser más eficientes cuando haya observaciones o eventos estelares –como los mencionados anteriormente- “y se podránconseguir mejores imágenes como nunca se han visto enEl Salvador”.
La secretaria de la Astro, Karla Chinchilla, dijo que al adquirir el telescopio han querido dar un paso más para brindar una mejor oferta de la astronomía en El Salvador, tanto para nuestros socios y para los salvadoreños.
Aunque en El Salvador no hay carreras universitarias afines a la astronomía, salvo la licenciatura en física de la Universidad de El Salvador, el trabajo de la Astro ya es reconocido por entidades de prestigio internacional y sus reportes de observaciones han sido publicados en revistas especializadas como “Astronomy” y “Sky and Telescope”.
Aprender más que saberEste fin de semana finalizó el curso de astronomía básica que la Astro imparte cada año. Karla Chinchilla explicó que tuvieron 43 participantes; la primera sesión de capacitación consistió en los movimientos de la tierra, las coordenadas y las constelaciones, es decir las líneas básicas para ubicarse en el momento de observar el cielo profundo. La segunda sesión incluyó el Sistema Solar, el sol, los planetas, las estrellas y galaxias.
La cuarta sesión fue sobre el equipo para hacer observación: el ojo, binoculares, telescopios, monturas y astrografía.“Ayer fue la sesión práctica. A los participantes se les dio una charla en la que se expuso lo que se podía observar; se les entregaron unas cartas (celestes) y se les explicó cómo hacer para encontrar algunos objetos”, dijo.
El cielo estuvo nublado, “pero nos dejaba algunos agujeros donde vimos Venus, Marte, algunas nebulosas y cúmulos”, añadió.
Como en la mayoría de cursos, participaron desde niños y adolescentes acompañados por sus padres hasta jóvenes estudiantes y otros adultos. La Astro recibe de a todos por igual; entre sus filas hay tanto médicos como físicos, administradores como economistas, antropólogos como arqueólogos. Sus edades oscilan entre nueve y 64 años.
Marlon Escamilla, arqueólogo que trabaja en el gobierno, tomó el curso porque siempre ha tenido interés en conocer más sobre el registro de los cuerpos celestes y a la gente que trabaja continuamente en esa área y aplicar este tipo de conocimiento en otras investigaciones.
“Existe una rama que se denomina arqueoastronomía, que se dedica a vincular los sitios arqueológicos con patrones de asentamiento y la orientación con objetos celestes. Desde tiempos muy tempranos el ser humano ha llevado un registro de los astros”, dijo.
Indicó que en Mesoamérica ha habido un vínculo cercano entre el desarrollo de los pueblos y su cosmovisión, y dentro de ésta entra el estudio de los astros.
“El curso (que dio la Astro) es básico. Da lo elemental para el conocimiento conceptual y trata de enseñar. Para poder desarrollar una investigación vinculada a la arqueoastronomía falta mucho y se debe estudiar mucho más para hacer un trabajo científico”, puntualizó.

ENTREVISTA
Verónica Ruiz, estudiante de física de la UES:

“Esa semillita en un futuro podría germinar en un gran científico”

Verónica Ruiz (20 años) estudia física en la Universidad de El Salvador y pertenece a los cuadros jóvenes de la Asociación Salvadoreña de Astronomía. En esta breve entrevista habla de su pasión por la ciencia y de los planes para seguir estudios superiores en astrofísica, una disciplina ausente en las ofertas académicas del país.

¿A qué se debe tu interés por la astronomía?Estudio física, estoy terminando el tercer año. Desde siempre me hagustado muchísimo la astronomía, pero al llegar a bachillerato me di cuentaque lo que quiero ser es astrofísica, así que lo que quiero hacer alterminar mi licenciatura es estudiar una maestría en astrofísica.
¿Cómo pasaste a formar parte de la Asociación Salvadoreña de Astronomía?Me di cuenta que existía la Astro cuando estaba en primer año de bachillerato por que vi un reportaje en el periódico sobre una lluvia de estrellas endonde la mencionaban. Pero en ese tiempo no puede hacerme socia porque salía de clases a las 6:30 pm y a esa hora son las reuniones. Entonces no me quedaba tiempo. Cuando llegué a la “U” conocí al licenciado Héctor Elías (jefe del departamento de física de la UES), y el me contó que era socio y por medio de él es que pude entrar a la asociación.
¿Qué tal ha sido la experiencia?Mi primera experiencia fue un curso de astronomía para jóvenes que tomé, después me hice socia. Sé que Astro es una asociación de aficionados a la astronomía, pero hay muchísimas cosas que aprender con respecto a la astronomía observacional, y es sobre eso que he aprendido muchísimo y eso es algo que le agradezco mucho a toda la gente que es parte de la asociación. También sé que la mayoría de socios son señores, pero loque nos une es una pasión que no distingue ninguna edad, es decir, a todosnos encanta la astronomía y eso es lo que nos hace un grupo sin importar quéel rango de edades dentro de él sea de 70 a 20, por que todos tenemos lamisma capacidad de asombro ante los fenómenos astronómicos.
¿Cuál es el aporte de la Astro a la sociedad salvadoreña?Lo más hermoso que una persona puede hacer por otra es enseñarle algo, ese es el acto mas noble y desinteresado que alguien puede hacer, y es eso precisamente lo que hace Astro, dejar de lado la figura de que la ciencia es algo que no está al alcance decualquiera sino que solo un grupo privilegiado que tiene acceso a comprenderla, y compartir la maravillosa ciencia de la astronomía con todo el que lo desee. Astro está poniendo al alcance de todo el pueblo salvadoreño la comprensión de muchos fenómenos y lo más importante es que probablemente está plantando la curiosidad en niños y esa semillita en un futuro podría germinar en un gran científico que podría hacer mucho por el país, y por qué no, por el mundo, eso es lo que hace y seguirá haciendo la Astro, llevando el conocimiento a quien lo quiera y abriéndole los ojos a las personas para que vean lo fascinante que es la ciencia.

NOTA 2
Donde el cielo es el techo

Llegar al observatorio “Prudencio Llach” ubicado en San Juan Talpa no cuesta, pero los interesados en visitarlo deben comunicarse con la Asociación Salvadoreña de Astronomía (secretaria@astro.org.sv)
Previo acuerdo, la entidad recibe grupos de estudiantes o particulares en la época seca.
El observatorio se encuentra unos 40 kilómetros al suroeste de San Salvador. Se puede llegar usando la carretera que desde la capital conduce hacia el Aeropuerto Internacional El Salvador, y tomando el desvío hacia San Juan Talpa, ubicado en el kilómetro 34. Se atraviesa el pueblo y se sigue hacia la carretera del Litoral. Medio kilómetro después de la salida del pueblo se encuentra el desvío hacia el observatorio.
La otra forma de llegar es avanzar sobre la carretera al aeropuerto hasta el desvío hacia La Libertad, donde ahora han colocado astas para banderas y un globo terráqueo. Avanzar sobre el desvío hasta encontrar la carretera del Litoral y tomar hacia la derecha, un kilómetro y medio aproximadamente, donde encontrará el desvío hacia San Juan Talpa. Se avanza hacia el pueblo unos dos kilómetros más y se llega al mismo desvío donde verá un cartel que dice "Parque Astronómico".El nombre es en homenaje a don Prudencio Llach, padre de la ex primera dama de la República Margarita Llach de Cristiani. Al fallecer el patriarca, la familia donó la cúpula y el telescopio al grupo de curiosos de las estrellas que más tarde constituirían formalmente la Astro.

Información adicional acerca de los
telescopios del observatorio de la ASTRO

Estas son las características técnicas del nuevo telescopio que ya fue instalado en el observatorio “Prudencio Llach”, de San Juan Talpa, administrado por la Asociación Salvadoreña de Astronomía:
Telescopio tipo Schmidt- Cassegrain (usa dos espejos) Marca: Meade LX50 DCS Apertura: 10 pulgadas Material: Tubo de aluminio y plexiglass, espejos de pyrex Peso: 90 libras Máximo aumento: 650 X. Límite visual aproximado: 14 magnitudes Límite Fotográfico aproximado: 17 magnitudes.
Montura: Losmandy, Gemini System (automática, de alta precisión) La montura tiene capacidad para ubicar: 41,000 objetos celestes y puede conectarse a una computadora expandiendo la cantidad de objetos celestes. Tan solo con seleccionar una estrella en particular o una galaxia, el telescopiose mueve automáticamente.

Sobre las fotos

Las fotos de objetos celestes pueden hacerse con cámara reflex convencional, pero para obtener mejor calidad, la Astro utiliza el formato CCD (Charge-coupled device) que es un sensor digital para grabar imágenes que utiliza un circuito integrado. Tiene que utilizarse a muy baja temperatura, enfriado a 0 grados celsius. Toma cientos de imágenes después por medio de un programa especial, se unen y se “suman”. Así se consigue la imagen final.

Juego de magnitudes

El nuevo telescopio tiene un límite visual aproximado de 14 magnitudes. Colorado explica: En astronomía, magnitud es la medida del brillo de una estrella. Los antiguos astrónomos griegos asignaban magnitud 1 a las estrellas más brillantes que aparecían después del ocaso solar. Y a lasúltimas que desaparecían tras la salida del Sol. Asignabanmagnitud 6 a las estrellas visibles sólo con oscuridad total.
La moderna escala de magnitudes, perfectamente establecida, asigna una diferencia de magnitud 5 a un cociente de brillos 100. Así cuando la magnitud aumenta en 1 el brillo disminuye en (100)1/5 es decir en 2,512. Los brillos siguen una progresión geométrica cuando las magnitudes siguen una progresión aritmética. Se sigue la ley fisiológica de Pogson.
“La magnitud actual se ha ajustado para que coincida conla magnitud de los antiguos, siempre y cuando se utilice el ojo humano en medir la magnitud lo que se llama magnitud visual”, indicó.


Libros sobre botánica salvadoreña

Lugares con nombre de plantas en náhuat en la Tierra de Joyas, autor Leiman Lara Guerra/El Salvador

"Plantas emblemáticas El Salvador Historia y Agricultura" se titula el segundo libro sobre la flora de El Salvador que ha sido publicado de manera independiente por el biólogo Leiman Ricardo Lara.

Su primer trabajo fue publicado en febrero de 2005 con el nombre Tierra de joyas: una descripción de las necesidades, adaptaciones, formas de vida y utilidades de las plantas de nuestro país.

La nueva publicación también tiene un formato compacto y carece de tecnicismos, ya que su objetivo es llegar a la mayor cantidad de personas posible.

Lara partió de la escasez y dispersión de documentos acerca de las plantas salvadoreñas; luego estableció una relación con las plantas que tienen bastante valor simbólico y económico para el país.

"Ya que las plantas están en los símbolos patrios, el país tendría que tener más conciencia de la conservación del ambiente", dice.

Plantas e historia

La presentación del libro fue escrita por Manuel Bonilla Alvarado, catedrático de náhuat y funcionario del Consejo Nacional para la Cultura y el Arte.

"No cabe la menor duda de la importancia que la obra de Leiman Lara presenta desde el inicio, no hemos tenido la oportunidad los salvadoreños de vincular lo cívico con lo natural; muchas veces hemos repetido de manera mecánica lo que David J. Guzmán dijo en la Oración a la bandera, cantamos el Himno Nacional sin ocuparnos mayor cosa de su contenido, situaciones que Plantas emblemáticas nos hará tomar nuestro símbolos y emblemas como debe ser y sentirnos orgullosos de nuestra nacionalidad", escribió.

El libro inicia describiendo una planta cuya explotación estuvo vinculada a la independencia: el añil.
Lara retoma la hipótesis de que el azul de la bandera alude al tiente natural que se extrae de esta planta.

Luego explica los usos y la historia del laurel, que está presente en varios escudos, incluido el actual aunque se remonta al emblema de la Provincia Federal Centroamericana, de 1823.

Asimismo, el biólogo y catedrático analiza las referencias ecológicas en la letra del Himno Nacional, escrito por Juan Aberle.

Luego entra de lleno en materia y retoma el origen, los decretos (legislativos y ejecutivos), los usos y la historia de plantas insignes para la patria: el Maquilishuat, el Bálsamo, la Flor de izote, el café y el ceibo o Árbol de la Paz.

El nuevo libro está disponible en las librerías de varias universidades privadas con un precio promedio de diez dólares. Los interesados pueden contactar a Leiman Lara en su correo leimanlara@yahoo.com

Artículo publicado en El Diario de Hoy, 2 de abril de 2007 

ACTUALIZACIÓN (2014)

Leiman Lara Guerra no descansa en su titánica labor de documentar el patrimonio natural de El Salvador. En este enlace puede descargar -y por qué no COMPRAR- sus más recientes publicaciones "Flora de la República de El Salvador hasta 2010" "Lugares con nombres de plantas en náhuat en la Tierra de Joyas".  Como el mismo autor lo dice, el texto ubica los lugares que poseen los nombres indígenas nahuat de plantas en la República de El Salvador. Además, se ponen los posibles o acertados nombres Científicos y descripción de las plantas. 

Describe lo que se ha rescatado de  las utilidades (etnobotánica) de las plantas y se ubican los lugares que poseen los nombres indígenas nahuat de plantas en la República de El Salvador.




La joya de San Vicente

Nerviosas, las lagartijas de resplandeciente cola azul, espalda verde y costado rojizo, recorren el patio que rodea la cabaña, la misma que aspira a convertirse en el museo que explicará a los visitantes la riqueza natural del área protegida La Joya-Sisimico, en San Vicente. Dorotea Vásquez, que integra el grupo de guardabosques, detiene por unos segundos su relato, observa el colorido reptil que se acerca a sus botas y continúa la explicación: éste es un bosque seco de mil 21 hectáreas de extensión, donde concurren por lo menos ocho ríos y quebradas y alberga decenas más de un ciento de especies de aves, mamíferos, reptiles y, desde luego, plantas. Interrumpe de nuevo porque hay que emprender la caminata que tiene como guías a sus compañeros. También participarán sus colegas de un área protegida de Chalchuapa y el botánico José Linares, quien les ayudará a identificar correctamente muchas plantas, ya que de algunas sólo conocen el nombre común y, de otras, sólo su existencia. El sol arde y golpea de frente en el empinado ascenso por el cerro Turringo. La Joya tiene varias montañas que se elevan hasta 490 metros sobre el nivel del mar y en el camino, rodeando algún arbusto, serán frecuentes diálogos como el siguiente: - ¿Y esto qué es? - Este es 'cachito' o 'pico de gorrión'. Cuando no está seco se come. Pruebe... O este otro: - ¿Cómo se llama esta? -Ahhh... es una sandiíta -Cabal, de las que se comen las culebras... De acuerdo con el Ministerio del Ambiente y Recursos Naturales (MARN), La Joya es el único relicto boscoso que queda en el Valle de Jiboa y, por ende en todo San Vicente; perteneció al ex presidente Pío Romero Bosque, a quien le fue expropiado durante la reforma agraria y aproximadamente en 1982 fue reconocido por su "vocación forestal". Dorotea recuerda que, de niña, no conoció los venados. Cuando aparecía uno en el caserío, toda la gente se agrupaba hasta matarlo. También tiene memoria de cómo los cazadores y taladores hicieron de las suyas ante la ausencia de control. Por años hubo gran extensión de árboles maderables como el cedro, así como conacastes, carretos, almendros y copinoles. "Hay de nuevo pero es poco, hemos sembrado", añade. Asegura que hubo bastante saqueo cultural. A falta de una exploración arqueológica, la única evidencia de la ocupación antigua son los obrajes de añil. Es una lástima que, por la bulla de la expedición, ningún animal salvo las aves o insectos, podría asomar en los senderos. Los guardabosques cuentan que al atardecer es muy posible encontrar venados (cola blanca o roja) como coyotes; sería demasiada la suerte si se alcanza a ver algún puma, tigrillo y hasta ocelote, ya que se acercan a beber agua en los nacimientos. Esta zona estuvo bajo control de la guerrilla en los años 80, razón que motivó al abandono. Con la firma de los Acuerdos de Paz vino la repoblación, pero también la expansión de la agricultura intensiva y, por ende, el interés de la comunidad por preservar el ecosistema. Con el respaldo de la Fundación Promotora de Cooperativas (Funprocoop), la comunidad firmó un convenio de co-manejo con el MARN. En conjunto accedieron a un proyecto por dos años y administran 92 mil dólares, otorgados por el Fondo de Iniciativa para las Américas-El Salvador (FIAES); así han dado los primeros pasos para estructurar y llevar a cabo un plan de manejo, explicó el técnico ministerial de la reserva, Víctor Cuchilla. "La aspiración es potenciar y cimentar el área y crear el plan de manejo", dijo. Pequeño gran museo Gabriel Cortez administra la reserva y lidia con los problemas que eso conlleva; el más importante es el registral, ya que el terreno no ha sido transferido por el Instituto Salvadoreño de Transformación Agraria (ISTA) al MARN. Además, señala que un sector ha sido usurpado por una cooperativa y hay particulares interesados en reclamar como suyas zonas de alta captación de agua. No obstante, están desarrollando un pequeño museo para mostrar la riqueza de la biodiversidad de la zona y generar conciencia al país de que urge protegerla. Por el momento, la cabaña mantiene una pequeña colección de fósiles de vertebrados, insectos y plantas; algunos de ellos fueron recuperados y otros han sido colectados en la barranca del Sisimico, ubicada a pocos kilómetros de distancia. Linares explicó que, pese a que es reciente, la vegetación de La Joya es muy importante. "Estos bosques son el reservorio de material genético que de otra manera se perdería irremediablemente para El Salvador. Son fuentes que captan agua y la liberan poco a poco para que la gente la utilice; si hubiera cultivos anuales esa agua se escurriría a los ríos y de allí al mar". Las lluvias tampoco se infiltrarían, advirtió. El trayecto incluye el recorrido por un pantanal, ríos y quebradas, alguno con agua caliente. El retorno, una hora después, es posible sorteando algunos alambrados sostenidos por árboles de madrecacao en flor. Ya en la caseta-museo, Linares conjetura emocionado sobre la similitud del pasado y el presente de la flora del sitio, a partir de los fósiles del Sisimico que ya integran la colección. Ordena las muestras que serán depositadas en un herbario, preferiblemente el del Museo de Historia Natural. "Allí se identificarán, a la espera de alguna posible sorpresa", puntualizó.


Nota complementaria
Recurso milenario, pero no eterno

Más bien, millonario. Los fósiles de la barranca del Sisimico se remontan al pleistoceno, una época geológica que se remonta a los 1.8-1.6 millones y los 10 mil años antes del presente. Los estudios sobre la zona datan del siglo pasado y carecen de actualización. Por ello, el encargado de la reserva, Gabriel Cortez, solicitó que el paleontólogo Juan Carlos Cisneros se integrara al equipo de trabajo en octubre de 2006 para que les ayudara a identificar los fósiles. Él ha aplicado técnicas de conservación, organizado un catálogo de la incipiente colección para que sea registrada en el gobierno y ha preparado material didáctico para la comunidad. Steve Perrigo y David Webb, en un artículo científico de 1984, dijeron que la barranca evidencia la migración de los primeros mamíferos terrestres previo al surgimiento de Centroamérica como puente. Cisneros recordó que la barranca es único. "Es más diverso que el Tomayate y que cualquier otro sitio del istmo. El área de La Joya no ha sido bien explorada por paleontólogos y podría albergar otros sitios con fósiles", dijo. Entre los hallazgos hay novedades y nuevos ejemplares de especies raras, como el diente de un perezoso que no se había registrado. Parece que hay nuevos reportes de plantas pero esto debe ser confirmado por José Linares pues sus observaciones han sido preliminares. Se encontró material de toxodonte, que es raro en El Salvador, aunque ya se habían encontrado en el Sisimico", precisó.

Reportaje publicado en El Diario de Hoy el 9 de marzo de 2007 http://www.elsalvador.com/mwedh/nota/nota_estilos.asp?idCat=3816&idArt=1202829

La joya de San Vicente

Reportaje publicado en El Diario de Hoy el 9 de marzo de 2007
http://www.elsalvador.com/mwedh/nota/nota_estilos.asp?idCat=3816&idArt=1202829

Nerviosas, las lagartijas de resplandeciente cola azul, espalda verde y costado rojizo, recorren el patio que rodea la cabaña, la misma que aspira a convertirse en el museo que explicará a los visitantes la riqueza natural del área protegida La Joya-Sisimico, en San Vicente. Dorotea Vásquez, que integra el grupo de guardabosques, detiene por unos segundos su relato, observa el colorido reptil que se acerca a sus botas y continúa la explicación: éste es un bosque seco de mil 21 hectáreas de extensión, donde concurren por lo menos ocho ríos y quebradas y alberga decenas más de un ciento de especies de aves, mamíferos, reptiles y, desde luego, plantas. Interrumpe de nuevo porque hay que emprender la caminata que tiene como guías a sus compañeros. También participarán sus colegas de un área protegida de Chalchuapa y el botánico José Linares, quien les ayudará a identificar correctamente muchas plantas, ya que de algunas sólo conocen el nombre común y, de otras, sólo su existencia. El sol arde y golpea de frente en el empinado ascenso por el cerro Turringo. La Joya tiene varias montañas que se elevan hasta 490 metros sobre el nivel del mar y en el camino, rodeando algún arbusto, serán frecuentes diálogos como el siguiente: - ¿Y esto qué es? - Este es 'cachito' o 'pico de gorrión'. Cuando no está seco se come. Pruebe... O este otro: - ¿Cómo se llama esta? -Ahhh... es una sandiíta -Cabal, de las que se comen las culebras... De acuerdo con el Ministerio del Ambiente y Recursos Naturales (MARN), La Joya es el único relicto boscoso que queda en el Valle de Jiboa y, por ende en todo San Vicente; perteneció al ex presidente Pío Romero Bosque, a quien le fue expropiado durante la reforma agraria y aproximadamente en 1982 fue reconocido por su "vocación forestal". Dorotea recuerda que, de niña, no conoció los venados. Cuando aparecía uno en el caserío, toda la gente se agrupaba hasta matarlo. También tiene memoria de cómo los cazadores y taladores hicieron de las suyas ante la ausencia de control. Por años hubo gran extensión de árboles maderables como el cedro, así como conacastes, carretos, almendros y copinoles. "Hay de nuevo pero es poco, hemos sembrado", añade. Asegura que hubo bastante saqueo cultural. A falta de una exploración arqueológica, la única evidencia de la ocupación antigua son los obrajes de añil. Es una lástima que, por la bulla de la expedición, ningún animal salvo las aves o insectos, podría asomar en los senderos. Los guardabosques cuentan que al atardecer es muy posible encontrar venados (cola blanca o roja) como coyotes; sería demasiada la suerte si se alcanza a ver algún puma, tigrillo y hasta ocelote, ya que se acercan a beber agua en los nacimientos. Esta zona estuvo bajo control de la guerrilla en los años 80, razón que motivó al abandono. Con la firma de los Acuerdos de Paz vino la repoblación, pero también la expansión de la agricultura intensiva y, por ende, el interés de la comunidad por preservar el ecosistema. Con el respaldo de la Fundación Promotora de Cooperativas (Funprocoop), la comunidad firmó un convenio de co-manejo con el MARN. En conjunto accedieron a un proyecto por dos años y administran 92 mil dólares, otorgados por el Fondo de Iniciativa para las Américas-El Salvador (FIAES); así han dado los primeros pasos para estructurar y llevar a cabo un plan de manejo, explicó el técnico ministerial de la reserva, Víctor Cuchilla. "La aspiración es potenciar y cimentar el área y crear el plan de manejo", dijo. Pequeño gran museo Gabriel Cortez administra la reserva y lidia con los problemas que eso conlleva; el más importante es el registral, ya que el terreno no ha sido transferido por el Instituto Salvadoreño de Transformación Agraria (ISTA) al MARN. Además, señala que un sector ha sido usurpado por una cooperativa y hay particulares interesados en reclamar como suyas zonas de alta captación de agua. No obstante, están desarrollando un pequeño museo para mostrar la riqueza de la biodiversidad de la zona y generar conciencia al país de que urge protegerla. Por el momento, la cabaña mantiene una pequeña colección de fósiles de vertebrados, insectos y plantas; algunos de ellos fueron recuperados y otros han sido colectados en la barranca del Sisimico, ubicada a pocos kilómetros de distancia. Linares explicó que, pese a que es reciente, la vegetación de La Joya es muy importante. "Estos bosques son el reservorio de material genético que de otra manera se perdería irremediablemente para El Salvador. Son fuentes que captan agua y la liberan poco a poco para que la gente la utilice; si hubiera cultivos anuales esa agua se escurriría a los ríos y de allí al mar". Las lluvias tampoco se infiltrarían, advirtió. El trayecto incluye el recorrido por un pantanal, ríos y quebradas, alguno con agua caliente. El retorno, una hora después, es posible sorteando algunos alambrados sostenidos por árboles de madrecacao en flor. Ya en la caseta-museo, Linares conjetura emocionado sobre la similitud del pasado y el presente de la flora del sitio, a partir de los fósiles del Sisimico que ya integran la colección. Ordena las muestras que serán depositadas en un herbario, preferiblemente el del Museo de Historia Natural. "Allí se identificarán, a la espera de alguna posible sorpresa", puntualizó.

Nota complementaria
Recurso milenario, pero no eterno

Más bien, millonario. Los fósiles de la barranca del Sisimico se remontan al pleistoceno, una época geológica que se remonta a los 1.8-1.6 millones y los 10 mil años antes del presente. Los estudios sobre la zona datan del siglo pasado y carecen de actualización. Por ello, el encargado de la reserva, Gabriel Cortez, solicitó que el paleontólogo Juan Carlos Cisneros se integrara al equipo de trabajo en octubre de 2006 para que les ayudara a identificar los fósiles. Él ha aplicado técnicas de conservación, organizado un catálogo de la incipiente colección para que sea registrada en el gobierno y ha preparado material didáctico para la comunidad. Steve Perrigo y David Webb, en un artículo científico de 1984, dijeron que la barranca evidencia la migración de los primeros mamíferos terrestres previo al surgimiento de Centroamérica como puente. Cisneros recordó que la barranca es único. "Es más diverso que el Tomayate y que cualquier otro sitio del istmo. El área de La Joya no ha sido bien explorada por paleontólogos y podría albergar otros sitios con fósiles", dijo. Entre los hallazgos hay novedades y nuevos ejemplares de especies raras, como el diente de un perezoso que no se había registrado. Parece que hay nuevos reportes de plantas pero esto debe ser confirmado por José Linares pues sus observaciones han sido preliminares. Se encontró material de toxodonte, que es raro en El Salvador, aunque ya se habían encontrado en el Sisimico", precisó.

Río Tomayate: cementerio de animales prehistóricos de Apopa

Apopa es una ciudad que ha crecido a fuerza de alojar muchas fábricas y tener como principal acceso la Carretera Troncal del Norte, vía que de San Salvador conduce a "El Poy", la frontera con Honduras. Para llegar allí es indispensable luchar durante 12 kilómetros con el tráfico de los furgones repletos de mercadería y los autobuses interdepartamentales que viajan hacia el norte del país. El respiro de alivio ocurre al divisar una gasolinera -a la izquierda- que sirve como punto de referencia para ubicar la entrada a este municipio de 400 mil habitantes. Esa estación de combustible sirvió como punto de encuentro en abril del año pasado cuando emprendimos la búsqueda de una barranca que había guardado un secreto durante varios miles de años.
La calle que serpentea los contornos del cementerio municipal nos condujo hacia una empinada y empedrada pendiente, donde nos aguardaba don Teófilo Reyes Chavarría, un humilde albañil de 40 años que vive con su familia en una pequeña vivienda de lámina. En un depósito de plástico rosado y envueltos en bolsas y papel periódico reposaban fragmentos de osamenta, un molar del tamaño de una mano humana y una porción de algo que parecía un colmillo gigante. "Yo les decía a los cipotes que tenía los huesos de un dinosaurio y cuando se los enseñé me creyeron", comentó entre risas. El director del Museo de Historia Natural, Daniel Aguilar no puso atención a la broma. Absorto primero y eufórico después, aseguró que los huesos no pertenecían a un dinosaurio, sino de un mastodonte, un animal más grande que un elefante asiático, que vivió en nuestras tierras hace aproximadamente tres millones de años. Además de Aguilar, la primera inspección oficial incluyó al arqueólogo Fabricio Valdivieso, al director de Comunicaciones del Consejo Nacional para la Cultura y el Arte (Concultura), el biólogo Ricardo Ibarra, un colega fotoperiodista y yo. Ninguno contaba con que tendríamos que descender hacia un barranco de unos siete metros insertando las botas entre las raíces de un árbol de amate con el auxilio de un lazo viejo para llegar hasta la ribera de uno de los ríos más contaminados del Gran San Salvador: el Tomayate. El manto lechoso avanza arrastrando las aguas negras y los desperdicios de casi todas las comunidades ubicadas en los contornos de la Troncal del Norte. Pero el interés científico y periodístico por conocer el sitio exacto en el que don Teófilo encontró los restos fosilizados del mastodonte privó sobre el riesgo y la insalubridad. Así, bajamos uno por uno hacia el pequeño margen de unos cuantos metros donde no cabía alguien además de los presentes. Con algunos instrumentos en mano, Aguilar escarbó levemente en uno de los paredones que sirven de margen al caudal del río y descubrió más huesos fosilizados. Un gran cementerio prehistórico
Increíble pero cierto: los "huesitos" que guardaba don Teófilo eran una pequeña muestra de lo que existe en este lugar. Decenas de salientes en medio de la tierra y de enredadas raíces de los árboles -visibles sólo para los ojos de un científico como Aguilar- revelaron que el lugar es un gran cementerio de grandes animales prehistóricos. El mismo día, Aguilar informó a los titulares de Concultura que era necesario hacer excavaciones en el lugar. Mientras, yo me encargué de redactar un reportaje especial: El 1º. de abril de 2001 -apenas dos meses después de que gran parte del país fue dañado por dos terremotos- se convirtió en la fecha oficial del descubrimiento del yacimiento de fósiles más grande y diverso de Centroamérica. La curiosa noticia fue retomada por casi todos los medios de comunicación, nacionales e internacionales como en prensa escrita, televisión e Internet. Una cucharada de ciencia y conocimiento para la población entre la apretada agenda periodística saturada de crónicas policiales, judiciales y políticas.

Nota complementaria
Hablemos sobre fósiles
El Salvador es parte de un territorio que terminó de emerger del mar hace unos dos o tres millones de años, para convertirse en un "puente" entre el norte y el sur de América. Ocurrió entonces un fenómeno de gran interés para los científicos que estudian la historia de la vida en nuestro planeta: muchos animales del sur de emigraron hacia el norte, utilizando nuestros territorios como puente… y viceversa. Muchos hicieron de lo que más tarde se convertiría en Centroamérica su hogar. Ese "Gran intercambio" fue decisivo para el desarrollo de la futura biodiversidad de la región, ya que sólo los animales que se adaptaron al nuevo medio sobrevivieron. Por eso, ningún salvadoreño o centroamericano debería extrañarse de que el subsuelo albergue esos secretos. El problema es que no ha habido interés de los sucesivos gobiernos para financiar estudios que nos los revelen. Los pocos documentos que existen en El Salvador respecto a los yacimientos de fósiles fueron dejados por particulares que los estudiaron -algunos empíricamente, otros científicamente- en diferentes momentos desde finales del siglo XIX. Antes del importante descubrimiento en las riberas del río Tomayate sólo se había registrado algunos eventos de la misma naturaleza: Los naturalistas David J. Guzmán, Jorge Lardé y su hijo Jorge Lardé y Larín notificaron la existencia de varios yacimientos de fósiles pero no los investigaron de manera formal. No obstante, entre 1941 y 1942, una expedición de científicos de la Universidad de California en Berkeley realizó un estudio geológico de El Salvador auspiciado por The Geological Society of America. R.A. Stirton y William K. Gealy reportaron numerosos lugares con fósiles, entre los cuales destaca El Hormiguero -en San Miguel- donde fueron encontrados restos de animales del período Pleistoceno Tardío. En 1958, el académico Tomás Fidias Jiménez, jefe del Departamento de Excavaciones Arqueológicas del gobierno, presentó ante el 33º. Congreso Internacional de Americanistas, el resultado de su investigación sobre el hallazgo de un mastodonte en "Las Víboras", San Vicente. Stephen Perrigo y David Webb realizaron otro estudio acerca de la fauna vertebrada del período Cenozoico Tardío en Honduras y El Salvador, mientras el primero colaboraba en el Museo de Historia Natural de El Salvador como parte de la delegación de los Cuerpos de Paz de Estados Unidos. Los demás países de la región han corrido la misma suerte: descubrimientos accidentales y poca investigación. Sin embargo, el Gobierno de El Salvador tomó cartas en el asunto y armó un equipo de especialistas para rescatar los fósiles: paleontólogos, restauradores, arqueólogos y personal del Museo Nacional de Antropología "David J. Guzmán" y del Museo de Historia Natural. Entre los ayudantes se encontraba don Teófilo -quien descubrió los fósiles- y su hermano Francisco.

Artículo publicado en la revista electrónica Queondas.com en 2004 http://www.queondas.com/aqui_estamos/reportajes/tomayate1.htm

Cara Sucia, el paraíso que dejó de serlo

El sitio prehispánico Cara Sucia, en Ahuachapán, es la víctima de uno de los saqueos más despiadados de los que se tenga memoria. Lo que hace 150 años fue un paraíso de fauna, vegetación e historia, tiene registrados más de seis mil hoyos cavados por saqueadores y traficantes de piezas arqueológicas. Desde hace dos semanas, el arqueólogo francés Sébastien Perrot retomó la investigación en este sitio -abandonada hace dos décadas por falta de financiamiento- para buscar más información de lo que Cara Sucia ha aportado a la historia mesoamericana: la cultura Cotzumalhuapa.


Era un bosque grandioso, con una vegetación similar a la selva del Petén, en Guatemala. Las tropas de monos jugueteaban en las copas de los árboles, era común ver dantas o tapires, guacamayas, jaguares y pumas. La costa de Ahuachapán, hace 150 años, era un verdadero paraíso tropical.
Había permanecido casi intacto debido a la inaccesibilidad de la zona. Sólo se podía llegar desde Tacuba y Ataco en mula -viaje tortuoso que duraba varios días-, o embarcándose desde Acajutla. Todavía hay gente muy mayor que recuerda cómo, todavía hace 60 años, había pequeños claros donde se ubicaban prósperas haciendas y se vivía al estilo de pequeños "Macondos", el pueblo surreal -donde transcurre la historia de manera intensa para sus habitantes- que protagoniza las novelas del escritor colombiano Gabriel García Márquez.
"Daría mi mano derecha por estar allí, en ese magnífico lugar", dijo Paul Amaroli, el arqueólogo estadounidense radicado en El Salvador, al iniciar una retrospectiva histórica del sitio prehispánico conocido como Cara Sucia, ubicado en lo que ahora es la antítesis del paraíso, ya que el bosque fue arrasado para plantar algodón.
Durante una conferencia en la Casa de las Academias, en el centro de San Salvador, Amaroli abordó el tema "La cultura Cotzumalhuapa en El Salvador. Cara Sucia y su entorno". Si bien estaba programada su disertación sobre el descubrimiento del palacio estilo mexicano que fue construido hace más de mil años y quemado durante la decadencia del sitio arqueológico Cihuatán, en Aguilares, prefirió hablar de Cara Sucia a razón de la actualidad: recientemente su colega francés Sébastien Perrot inició la investigación para su doctorado en la universidad Sorbona, París, acerca de la cultura Cotzumalhuapa.

Los monos

En los artefactos que han sido encontrados por los científicos y otros que se encuentran en el museo nacional o colecciones privadas, destacan la figurade los monos. Amaroli explicó que aunque nos parezca ilusión, el bosque que había en Cara Sucia permitía que decenas de monos deambularan por los árboles; prueba de ello es que hay varias vasijas y platos con dibujos de ellos. Incluso hay algunos donde se vislumbra monos con collar, lo que da indicios que pudieron haber sido domesticados. Existe un plato que muestra a un mono en actitud humana, enojado y con el pene erecto. "¿Acaso estamos viendo parte de la cosmovisión de los antiguos habitantes de Cara Sucia?", comentó.
Los herederos de Escuintla El nombre de la hacienda Cara Sucia -donde se ubica el sitio arqueológico, a 12 kilómetros de la frontera con Guatemala-, de acuerdo con la indagación de los arqueólogos tiene dos y hasta tres orígenes. Primero, que había una vaca blanca que tenia la cara con una mancha negra, y la gente decía "la hacienda de la vaca cara sucia". También, que la plaga de jejenes (de la que Amaroli da fe) hace que los lugareños se golpeen la cara con frecuencia y se manchen con los restos de los insectos. Una tercera posibilidad que también se deriva de la tradición oral de la zona fue planteada por el jefe del departamento de Arqueología del Consejo Nacional para la Cultura y el Arte (Concultura), Fabricio Valdivieso: se cuenta que el sector fue dominado por un cacique llamado "Cara Sucia".
Lo cierto es que constituye uno de los ocho sitios arqueológicos cuyos terrenos son propiedad del Estado, uno de los más de 650 registrados (muchos figuran en terrenos privados) y uno de los más de mil que, se supone, existen en El Salvador.
Amaroli explicó que las primeras investigaciones en Cara Sucia ocurrieron hace 110 años, cuando Santiago Barberena logró acceder a la zona y llevó a lo que ahora es el Museo Nacional de Antropología "David J. Guzmán" una cuarta parte de las esculturas conocidas que se sabe pertenecen al sitio. Entre ellas figuran el mal llamado "disco solar", que no es otra cosa más que el rostro de jaguar (o más bien puma por la ausencia de manchas, como precisó Amaroli), que fue tomado como emblema del Banco Cuscatlán.
Posteriormente, el investigador Samuel Lothrop hizo la misma expedición y obtuvo una serie de esculturas de un estilo extraño pero exquisito. Una de ellas retrata a una culebra que sale de la tierra, se encorva y lo mira a uno.
Hacia los años 70, el arqueólogo estadounidense Stanley Boggs, a quien debemos las pocas investigaciones realizadas hace más de medio siglo en sitios como Tazumal, especuló que Cara Sucia podría pertenecer a la cultura Cotzumalhuapa, pobremente conocida. Cotzumalhuapa podría tener dos significados: Río del arco iris y El Tacuazin, dijo Amaroli.
De acuerdo con la explicación de Perrot, la cultura Cotzumalhuapa (él prefiere Cotzumalguapa) floreció entre los años 600 y 1000 después de Cristo, en la etapa de la historia que los científicos llaman "Clásico Tardío" y "Terminal", en grandes partes de la costa Pacífica y las tierras altas de Guatemala, así como en la costa occidental de El Salvador.
"Cara Sucia es el mayor sitio Cotzumalguapa que conocemos en El Salvador", apunta.
La cultura de Cotzumalguapa se caracteriza, en particular, por un estilo escultórico; al menos cuatro esculturas monumentales (incluso el famoso disco que está en el Museo Nacional de Antropología), y varias esculturas menores, fueron halladas en Cara Sucia, desde el siglo XIX, sostiene Perrot.
Los mayores centros conocidos de la cultura de Cotzumalguapa (Bilbao, El Baúl) se encuentran en el municipio de Santa Lucía Cotzumalguapa, en la costa Pacífica de Guatemala (departamento de Escuintla).
Amaroli indicó que aunque Cara Sucia está muy cerca del área de influencia maya, hay rasgos que la distinguen: su cultura material, artística y arquitectónica es diferente. En lo poco que se conoce hay ausencia de glifos mayas. Esto da pie para creer que los cotzumalhuapas, posiblemente, estaban emparentados con poblaciones ubicadas más al norte, ya sea de Guatemala o, incluso, México.
La destrucción y el saqueo comenzaron a finales de los 70, destaca Amaroli. Los propietarios decidieron dedicarse a la explotación agrícola. El bosque y el sitio arqueológico fueron arrasados con tractores de banda para cultivar algodón. Pobladores muy mayores le contaron que había "cientos de cerritos" que fueron destruidos por la maquinaria. Esos cerritos eran estructuras. De esos apenas quedaron unos 30, pero deformados por el impacto de los tractores.
Después, a inicios de los 80, vino la Reforma agraria y gran parte de estas tierras fueron confiscadas a la familia Salaverría. También vino una de las primeras rachas de saqueo. "Hicieron fiesta. Se cuenta que en un día había hasta 600 saqueadores en el lugar", cuenta Amaroli.
En el terreno donde se encuentra el sitio arqueológico tiene registrados, por lo menos, seis mil hoyos de saqueo. El investigador descarta la hipótesis de que un saqueador conoce la técnica de excavación. Al menos hay evidencia de que, en Cara Sucia, no los hubo.
"Los saqueadores, en la zona residencial, perforaban bajo los restos de las casas y entraban en una zona de entierros familiares. Encontraban las ofrendas asociadas a los entierros como vasijas, cuentas de jade, se habla de chibolas muy grandes. Hay muchos cuentos qué contar. Es casi legendario esto", expresó.
Los objetos de este sitio especialmente apetecidos por los saqueadores, los coyotes y, por ende, los coleccionistas, son las figurillas. Las hubo de mujeres, jóvenes y viejas, vestidas y desnudas, con refajos, narices perforadas y tocados grandes, acaso indicio de deidades.
Muchos objetos funcionan como pitos o sonajas. Hay muchas representaciones de culebras, felinos, monos, pájaros y guacamayas. También localizaron figuras con mecanismos para mover los brazos y decenas de navajas de obsidiana.

Las investigaciones

En 1981, usando una extraña cláusula de la Reforma agraria, funcionarios de patrimonio cultural de la época, entre ellos Francisco Serrano, lograron preservar pequeñas zonas. Por ello se salvaron (lo que queda) de Cara Sucia y de Quelepa, en San Miguel.
El sitio de Cara Sucia consiste en una acrópolis que sostiene a otras estructuras y varias pirámides. Su entorno está configurado por zonas residenciales y estuvo habitado hasta el año 920 después de Cristo, época que corresponde al abandono de muchos sitios en el denominado Período Clásico. Estos y otros elementos guiaron al arqueólogo Lee Parsons para estipular que este estilo es similar al que se origina en Escuintla.
Entre 1982 y 1983 desarrollando un modesto parque arqueológico, Jorge Mejía excavó en la zona de la acrópolis. Con la ayuda de 120 trabajadores expuso miles de metros cuadrados de construcción. Descubrió que las estructuras estaban revestidas con piedra local, posiblemente las mismas piedras de canto rodado que proveía el río más cercano. Encontró además una serie de trincheras.
Otros estudios realizados por Amaroli y otros, bajo la dirección de Boggs, incluyeron un proyecto de excavaciones, estudios topográficos y restauración, y rellenaron más de tres mil hoyos de saqueo.
En 1986, Amaroli realizó más reconocimientos en la zona y localizó más de 60 entierros. Al examinar la osamenta se determinó que los antiguos habitantes de Cara Sucia también practicaban la deformación del cráneo, una práctica muy común en los sitios mayas, que se consigue atando una tabla en la frente de los recién nacidos.
La prospección en el suelo les permitió encontrar gran densidad de entierros debajo de pisos hogareños definidos por conchas y "cascos de burro". "Hace mil 500 años, estas personas estaban usando las conchas, vértebras de pescado y esponjas marinas", indicó Amaroli.
Otros hallazgos fueron más que reveladores, por ejemplo efigies en barro de cacao nativo, así como hornos de tierra que dan la pauta para conocer patrones alimenticios que son similares a los detectados en la costa del Bálsamo e incluso en la zona de Madre Selva, en Antiguo Cuscatlán. Ésta ultima ha sido depredada por el auge urbanístico de Santa Elena, aledaño a la Embajada de Estados Unidos.
Asimismo, pudieron definir la forma de las casas. "Las pocas casas que se salvaron, eran de bahareque quemado. Eran pequeñas, lo que nos indica que básicamente eran utilizadas para dormir", indicó Amaroli. Hay otras evidencias habitacionales ubicadas en estructuras mayores, debajo de escalinatas. "Muy probablemente eran casas de gobernantes que quedaron abandonadas", añadió.
Los descubrimientos de Amaroli han aportado a la reconstrucción de la historia de Mesoamérica. "Este arqueólogo reveló claramente Cara Sucia como un centro de la cultura de Cotzumalguapa, por sus esculturas, su arquitectura y su cerámica", indicó Perrot.
El modesto parque que reunía las condiciones mínimas para los visitantes (ver galería de fotos) fue cerrado en 1983 por falta de presupuesto. El sitio aparece como una de las decenas de atractivos culturales en el mapa turístico de El Salvador, pero si los turistas llegan, sólo encontrarán maleza y escasa sombra.
Por el momento, el gobierno no considera realizar un proyecto de investigación más profundo en Cara Sucia, de acuerdo con Marlon Escamilla, el arqueólogo que verifica el trabajo de Perrot en el sitio.
No se descarta hacerlo más adelante, indicó.

Entrevista
La búsqueda de más estructuras enterradas

El francés Sébastien Perrot respondió vía correo electrónico una serie de preguntas, donde explica el motivo de su investigación en el sitio arqueológico Cara Sucia: determinar la existencia de lo que se supone son estructuras que aún permanecen enterradas y se habrían salvado de la depredación y el saqueo indiscriminado que atacó el que se considera último centro de la cultura Cotzumalhuapa, que floreció hace dos mil años en la costa pacífica de Guatemala.

¿En qué lugares ha trabajado antes en El Salvador?
En el 2000 hice mi primer viaje a El Salvador, lo que me permitió conocer mejor el importante patrimonio prehispánico del país. En el 2004, dirigí la Misión arqueológica franco-salvadoreña, que realizó un levantamiento de los petrograbados de la Pintada de Titihuapa (San Vicente) y un reconocimiento en la zona de dicho sitio; una prospección geofísica en Cara Sucia (Ahuachapán). La Misión recibió un apoyo financiero de la Cooperación francesa, y un apoyo logístico del Centro Francés de Estudios Mexicanos y Centroamericanos (CEMCA), la Universidad Tecnológica y la Casa de la Cultura de San Isidro (Cabañas).

¿Por qué ha elegido Cara Sucia para hacer su investigación?
Estoy concluyendo una tesis doctoral sobre la cultura de Cotzumalguapa (en la Universidad Sorbona, París). Dicha cultura floreció en el Clásico Tardío y Terminal (600-1000 d. C.), en grandes partes de la costa Pacífica y las tierras altas de Guatemala, así cómo en la costa occidental de El Salvador (Cara Sucia es el mayor sitio Cotzumalguapa que conocemos en El Salvador). La cultura de Cotzumalguapa se caracteriza, en particular, por un estilo escultórico; al menos cuatro esculturas monumentales (incluso el famoso disco que está en el Museo Nacional de Antroplogía), y varias esculturas menores, fueron halladas en Cara Sucia, desde el siglo 19. Los mayores centros conocidos de la cultura de Cotzumalguapa (Bilbao, El Baúl) se encuentran en el municipio de Santa Lucía Cotzumalguapa, en la costa Pacífica de Guatemala (departamento de Escuintla).

¿Cuál es el objetivo de la investigación? ¿qué se busca descubrir o corroborar? ¿Cuál es el área de terreno en la que van a trabajar?
Las excavaciones de este año tienen tres objetivos: investigar las anomalías eléctricas y magnéticas reveladas por la prospección geofísica de 2004 (dichas anomalías podrían corresponder a elementos arquitectónicos enterrados); documentar mejor la arquitectura de Cotzumalguapa; documentar el período de abandono del sitio de Cara Sucia (siglo 10 d. C.). Vamos a realizar excavaciones en estos sectores del sitio: el juego de pelota, la Plaza (justo al este de la Acrópolis) y eventualmente enfrente de la Estructura 14 (una pirámide). Además, realizaremos un reconocimiento a lo largo del río Cara Sucia y hasta la playa.

¿Qué tareas van a realizar? ¿excavación, identificaciones, pozos de sondeo?
15 "pruebas de pala" (pequeños sondeos de 50 cm de diámetro y hasta 80 cm de profundidad), dos o tres pozos de excavación y un reconocimiento.
¿Cuál es el estado de conservación de las estructuras que permanecen en el sitio? Las estructuras han sido muy dañadas, por el cultivo del algodón hasta el año 1979, luego por un saqueo masivo que empezó con la reforma agraria, y que duró hasta el año 1981. No obstante, se puede observar en ciertas partes, todavía, vestigios del revestimiento de cantos rodados. Cabe notar que antes de la reforma agraria, los dueños de la finca prohibían estrictamente el acceso al sitio.

Reportaje publicado el 27 de marzo de 2006 en el periódico digital El Faro http://www.elfaro.net/secciones/el_agora/20060327/ElAgora2_20060327.asp