domingo, 16 de noviembre de 2008

Periodismo cultural en El Salvador
Síntesis de los periódicos y suplementos culturales entre 1800 y 2002
Preparada por Carmen Molina Tamacas

Fuente: Tesis universitarias (Ernesto Mejía, UCA y Morena Azucena, UES) y archivo personal


Presentación

Hace dos semanas respondí un cuestionario de un grupo de estudiantes de periodismo de la Universidad de El Salvador, cuya primera pregunta estaba enfocada a la importancia de crear y mantener un espacio cultural en u n medio de comunicación. Creo que los espacios culturales en los medios de comunicación son necesarios e importantes porque presentan una de las múltiples facetas del quehacer diario de las personas. Cultura debe entenderse como todo lo que hacemos los seres humanos, pero mucha gente ha restringido el concepto a las manifestaciones artísticas. Sí, pero eso es sólo una parte, y no es suficiente. Los espacios son importantes en la medida que permiten llevar y traer mensajes desde y hacia segmentos de la población que no son precisamente privilegiados en esta sociedad inmersa en el consumismo y la “cultura del ajetreo”, como los artistas, críticos, los creadores, los científicos y los artesanos. Entre los destinatarios se encuentran las personas, en su gran mayoría que están ávidas de conocimiento e información, que no tienen recursos para salir de viaje, para ir a conciertos y a recitales o presentaciones, comprar e incluso no tienen tiempo para leer libros. Las secciones culturales de los medios de comunicación son los espacios oportunos para propiciar que las personas conozcan y se apropien de su cultura.

Introducción


En los inicios del periodismo salvadoreño, allá por la segunda década del siglo XIX, las revistas y suplementos de periódicos incluían en sus páginas breves notas del acontecer cultural de esa época. En ese momento, sin embargo, no existía una prensa especializada en los temas de cultura. Eran, más bien, publicaciones esporádicas. Los verdaderos intentos de tener revistas o suplementos especializados surgen hasta finales de la primera década del siglo pasado, gracias a la influencia europea.
Sin embargo, en El Salvador ha habido muy pocas manifestaciones de periodismo cultural puro. A diferencia de países de Europa y Suramérica, la tendencia salvadoreña ha sido a mezclar temas políticos, científicos y de variedades, con aquellos de alta cultura. Esto ha sido así desde sus inicios, salvo algunas pocas excepciones. “Es un poco difícil separar estos géneros en el periodismo salvadoreño. Confluyen de manera constante en revistas y periódicos de toda índole. La literatura por sí sola no logra el favor del público y el escritor tiene que recurrir a la prosa de entretenimiento, a la frivolidad, para satisfacer las condiciones económicas de supervivencia editorial”. (López Vallecillos, 1987. p. 179)
También es importante rescatar que el centro de las publicaciones periodísticas culturales estaban principalmente centradas en la literatura y no en el resto de artes. Lo cual se debe a que es esa rama era la más desarrollada en el país.
Hay que tener en cuenta, además, que estas publicaciones tuvieron un doble valor: por un lado, propulsaron las bases del periodismo cultural; y por el otro, fueron de las pocas herramientas que lo escritores tenían para darse a conocer y promover el mundo de las letras entre los salvadoreños. De hecho, la mayoría de personas que publicaban textos en los medios eran literatos y no verdaderos periodistas. Prueba de ello, según describe Italo López Vallecillos, es que escritores como José Valdés, Francisco Gavidia, Salvador Salazar Arrué y otros insistieron una y otra vez en la fundación de nuevos periódicos o revistas que con el paso de los años desaparecían; o incluso, esos literatos colaboraban en más de una revista al mismo tiempo, proporcionándoles cuentos, poesías y críticas.

La influencia europeaUna primera etapa del periodismo cultural salvadoreño comprende desde 1834 hasta 1920, aproximadamente, y se caracterizó por recibir una fuerte influencia de países europeos, principalmente de España y Francia. Como es de esperarse, esa influencia era paralela al desarrollo que el periodismo cultural iba teniendo en esas naciones. Es decir, no es hasta 1905, aproximadamente, que, como en Europa, surgen los primeros intentos de publicar revistas especializadas en manejar temas culturales.
Esa etapa era considerada “muy literaria”, por algunos investigadores de los medios de comunicación salvadoreños. Tenía crónicas, artículos y editoriales muy bien estructurados y de una honda penetración, cargados de una fuerte ideología y de mucha estética clásica, tal como se acostumbraba en Europa.
De esta etapa, una de los periódicos más representativos fue La Miscelánea. Surgió en 1839, en San Salvador, con influencia editorial de España. Fue un periódico de variedades, pero que se convirtió en un importante valuarte en la reproducción de piezas literarias de la época. Llegó, incluso, a institucionalizar la entrega de novelas y cuentos por entregas semanales. Años más tarde (en 1973), aparece El Fénix, considerado de los precursores más influyentes en el mundo del periodismo cultural salvadoreño. Contó con colaboradores de la talla de Francisco Gavidia y Calixto Velado, jóvenes en esa época. Sus páginas contenían novelas cortas, poemas y críticas. En su momento, se le llegó a nombrar como la bandera de la bohemia romántica.
Una revista que marcó estilo fue La Linterna Mágica, fundada por el militar Coronel Julián Ruiz, en 1883. Favoreció al mundo de las letras salvadoreñas, al publicar una serie de poemas de jóvenes escritores contemporáneos, pero a través de estilos satíricos e irónicos. Por ejemplo, desde sus primeras ediciones contó con una crítica escrita con ingenio y buen humor, lo que la distinguió del tono serio y formal de las demás.
Una publicación que no puede pasar inadvertida es Repertorio Salvadoreño. Surgió en enero de 1888, y es considerada una de las revistas más importantes de la evolución cultural en el país. Se publicó durante seis años, bajo la responsabilidad de la Academia de Ciencias y Bellas Letras de El Salvador. Algunos de sus socios fueron David. J. Guzmán, Francisco Gavidia y otros, pero también contaba con corresponsales en todos los departamentos, considerados los principales amantes de la literatura en cada región. La revista estaba formada por tres secciones: literaria, ciencias matemáticas y ciencias políticas. Esa variedad de temas contribuyó a que Repertorio Salvadoreño representara a la tribuna intelectual de su tiempo.
A inicios del siglo XX, surge una serie de publicaciones caracterizadas por romper fronteras e intentar darle un carácter internacional a sus páginas. Así, nace, entre otras, Centroamérica Intelectual. Fue de las primeras publicaciones de importancia de ese siglo. Surgió en marzo de 1903. Algunos de sus colaboradores fueron Francisco Gavidia , Rafael Reyes y diferentes escritores extranjeros, lo que le dio a la revista una magnitud continental. Ese mismo año también nació La Quincena, de gran importancia en esos tiempos, aunque sólo duró cuatro años entre el público. Su fundador fue el periodista y escritor Vicente Acosta, el encargado de editar las 36 páginas que en promedio tenía la revista. En el prólogo de la primera edición, se plantea que “la revista viene con el propósito de servir de lazo de unión entre el medio ambiente social y los intelectuales salvadoreños y centroamericanos”. Algunos intelectuales del momento la llegaron a considerar como “la primera nave de la cultura salvadoreña en la década presente”. De esa misma fiebre de “internacionalización”, surge Repertorio del Diario El Salvador, en 1904. Era un suplemento del Diario El Salvador, y que según el editorial de su primera edición contaría con selectas producciones de escritores americanos y europeos, ambición alimentada por las excelentes relaciones con el extranjero de sus propietarios. Gente como Rubén Darío, Francisco Gavidia y Salvador Carazo contribuyeron grandemente a la divulgación literaria y científica a través de esas páginas. Fue durante mucho tiempo la lectura obligada y preferida del pueblo salvadoreño interesado en la cultura.

La influencia norteamericana
Los años 20, en el siglo pasado, marcaron el aparecimiento de un estilo con más semejanza al realizado en Estados Unidos. Surgió un periodismo más vanguardista y moderno, como ocurrió en ese país norteamericano.
Un ejemplo claro es Espiral. Fundada a finales de 1919, pero consolidada en 1920, Espiral llegó a ser la expresión de la generación modernista y de la vanguardia literaria en el país. Sus páginas contenían poesías, cuentos, críticas y ensayos, en muchos de los cuales se hacía referencia a al sistema político del entonces presidente de la República Alfonso Quiñónez Molina. Incluso, sus directores, Enrique Lardé y Miguel Chacón llegaron a ser perseguidos por la policía y obligados a esconderse por algunos días, lo que a la larga obligó a la revista a sólo durar 3 años en la luz pública. Pero más que críticas políticas, sus páginas estaban llenas de poemas de autores reconocidos como Salvador Salazar Arrué, José Valdés y demás importantes literatos de la época.
Para todos fue otra revista dinámica y vanguardista. Nació en 1927, en San Salvador. Su objetivo está plasmado en el editorial de la primera edición: “El amor a las letras y el deseo de cooperar lo más posible a la divulgación de la cultura nos hace decidirnos a emprender la ardua tarea de editar esta revista”. Ese objetivo se cumplió durante los siguiente tres años, cuando desapareció. Su fundador El periodista Zúñiga Idáquez le imprimió dinamismo a las columnas y artículos ahí publicados.
Poco a poco, fueron surgiendo publicaciones muy rigurosas y estéticas, en cuanto a su presentación. Eso incluyó la presencia de ilustraciones y fotografías en mayor cantidad y de mejor calidad. Así surge Revista Ahora, editada desde 1937 hasta 1951. Durante esos 14 años, cada edición de la revista contaba con un promedio de 48 páginas, en las cuales aparecían colaboraciones gráficas y literarias de autores nacionales y extranjeros, como Miguel Ángel Asturias y Alfredo Cardona Peña. La publicación alcanzó prestigio continental por la cuidadosa selección de sus artículos y esa rigurosa y nítida presentación que ya se mencionaba. Características similares tenía Hoja, publicación de la Asociación Amigos de la Cultura. Apareció en 1949. En ella se encontraban selectos trabajos de escritores como Claudia Lars, en la parte literaria; y Carlos Cañas, en la ilustración. También había muchos artículos, los cuales, en su mayoría habían surgido de largas tertulias entre literatos en la Casa de la Cultura de San Salvador. En una primera época, sólo se editó un número de Hoja. Pero cuatro años después se retomó el concepto y llegó a tener hasta 16 páginas, a dos tintas. Se imprimía en la propia Casa de la Cultura, donde seguían concurriendo los más jóvenes escritores y poetas a charlar y a trabajar en la edición de la revista. Dejó de publicarse en el año de 1957. Otra revista, Síntesis, - surgida en 1954, bajo el slogan de “revista cultural de El Salvador”- también sobresalía por estar elegantemente presentada e ilustrada por pintores como Camilo Minero, Raúl Reyes, Julia Díaz y Luis Ángel Salinas.
A mediados de los años 50, dos de los principales periódicos en la actualidad lanzan sus propios suplementos especializados en la cultura, el arte y el rescate de valores salvadoreños. En 1956, El Diario de Hoy lanzó una revista de corte cultural y científica: Hablemos. Aunque en un principio estaba centralizada en la difusión de lugares y costumbres típicas del país, poco a poco, fue dando muestras de difusión del mundo de las artes y la cultura salvadoreña. En sus inicios, contaba con secciones como “Filosofía, Arte y Letras”. Luego, con el pasar de los años, ya a finales de los 80 e inicios de los 90, surgieron secciones más especializadas como Cartelera Cultural, Ciudades, Música, Plástica, y otras. A partir del año 1995, surge un proyecto mensual al interior de la misma revista, llamado “Hablemos Especial”, que era una edición completa dedicada al mundo de las bellas artes. En la actualidad, Hablemos se sigue publicando junto al periódico cada domingo.
Dos años más tarde, en 1958, el otro principal periódico salvadoreño, La Prensa Gráfica, publicó la primera edición de su propio suplemento Revista Dominical, el cual era y sigue siendo publicado cada domingo desde entonces hasta la actualidad. En un principio, el suplemento también estaba destinado a dar a conocer a los lectores los diversos lugares tradicionales y turísticos de El Salvador, pero con el pasar de los años sus páginas se fueron llenando de publicaciones sobre obras y libros, y de colaboraciones de diferentes literatos salvadoreños, como Claudia Lars y Salvador Salazar Arrué, entre otros. El director del periódico, Rodolfo Dutriz, llegó a asegurar que “por sus páginas han desfilado todos los poetas, pintores, escritores y artistas salvadoreños.
Con el curso de los años, la Revista Dominical encaminó su perfil hacia temas de corte histórico, antropológico y científico, y empezó a contar dentro de sus staff de escritores no sólo a literatos, sino también a periodistas. A partir de 2000 y 2001 se avanzó mucho en ya no sólo ser una forma de divulgación de obras, sino que sus editores pusieron énfasis en brindar un tratamiento periodístico más profesional a los temas, como sucede en la actualidad. Hasta la fecha, Revista Dominical se mantiene vigente y con más de 2,100 ediciones.
A principios de los 50 sobresalió Cultura, la cual también se mantiene vigente hasta la actualidad. Está a cargo de la Comisión para la Cultura y el Arte (CONCULTURA). Ha sido dirigida por Manuel Andino, Claudia Lars, Ricardo Roque Baldovinos, entre otros, y presenta lo más relevante del quehacer artístico nacional.
En la década de los sesenta, sobresale Vida Universitaria, por la calidad de los autores que publicaban en ella. Nace en el seno de la Universidad de El Salvador, bajo el espíritu de ser un suplemento de artes y letras que, a la par de que informe y divulgue la actividad intelectual en el país, refleje el acontecer universitario en todos sus aspectos.
Entre sus colaboradores tenía gente de la talla de Salarrué, Napoleón Rodríguez Ruiz, Álvaro Menéndez Leal, Roque Dalton, Ítalo López Vallecillos, Guillermo Ungo, Hugo Lindo, Oswaldo Velado y David Escobar Galindo, entre otros; lo que da una denotación de la calidad del trabajo que en sus páginas se ventilaba.
Para mediados de los años ochenta, la Universidad Centroamericana UCA dio a luz Taller Literario. Estaba a cargo del departamento de letras y contribuyó grandemente a difundir el quehacer literario y plástico del país durante esa década y los primeros años de la siguiente. Rafael Rodríguez Díaz fue su director, hasta su última edición, en 1992.

Los 90 y la llegada de Internet
La firma de los Acuerdos de Paz, en 1992, propició el surgimiento de publicaciones culturales, que no se alejaron de la tendencia de presentar otros temas de la vida nacional e internacional.
ARS fue el título de una revista de la extinta Dirección de Bellas Artes, en la cual dejaron su huella Salarrué, Claudia Lars, Luis Mejía Vides, entre muchos otros, que dio cabida a lo nacional y a lo cosmopolita. El escritor Ricardo Lindo estuvo al frente de la segunda época del proyecto, ahora bajo la supervisión de la Dirección General de Artes del Consejo Nacional para la Cultura y el Arte. Retomó poemas, ensayos y fragmentos de Francisco Gavidia, Salarrué, Carlos Santos, Mario Castrillo y muchos otros.
Durante los años 90, también se publicó Tendencias, dirigida por Roberto Turcios. Consistió en una serie de artículos que analizaban la vida política, económica, social y cultural salvadoreña y en varias muestras literarias – principalmente poemas- de varios autores salvadoreños. Su distribución fue local e internacional así como en Internet.
En 1999 y después del cierre de Tendencias, el grupo editorial Coopex –dirigido por Turcios- estableció una alianza con La Prensa Gráfica para publicar mensualmente la revista Búho, que nació con el objetivo de ser un soporte literario para los estudiantes de Bachillerato.
Su directora fue Breny Cuenca. Incluyó artículos de finas plumas internacionales como Juan Villoro (mexicano) y con artículos de escritores y poetas salvadoreños como Geovani Galeas, Carlos Santos, Miguel Huezo Mixco, Jorge Ávalos, Francisco Andrés Escobar, Rafael Menjívar Ochoa, Ricardo Lindo, fotógrafos como Thirza Ruballo y Augusto Vásquez, entre muchos otros. Así también hubo números especiales en alusión al fin del milenio los que colaboraron especialistas en determinadas ramas como Jorge Dalton (cine), Astrid Bahamond (artes visuales), Marta Rosales (música) Luis Retana (arquitectura) por mencionar a algunos.
A partir de 2000 surgen nuevos proyectos independientes. Alkimia es uno de ellos. Fue fundada en abril de ese año con la aspiración de ser una publicación mensual. Su consejo Editorial fue formado por el poeta Otoniel Guevara, el crítico de cine Héctor Ismael Sermeño y Pablo Benítez.
Su perfil se define como una revista para mostrar lo que ocurre en la cultura salvadoreña en dos vertientes: en la creativa y en opinión (crítica). La falta de presupuesto no garantiza la continuidad de secciones, por eso carece de ellas.
Cuenta con un proceso de selección editorial y producción propio pero su sistema de distribución es inestable. Es distribuida en colegios, universidades y librerías. Unos 200 ejemplares son enviados a Europa.
En abril de 2001 el escritor salvadoreño Jorge Ávalos –quien radicó en Nueva York- fundó la revista electrónica Avalovara ante el cierre de los espacios editoriales y creativos en El Salvador. Su perfil editorial consistió en una revista donde los creadores (artistas) fueron los protagonistas.
Ávalos asegura que durante la primera semana de cada uno de los 12 meses que la revista estuvo en línea recibió hasta 900 visitantes al día; en el resto del mes era vista por unas 300 personas diariamente.
“Como en ese momento las revistas culturales se habían muerto (Tendencias y Búho) era necesario tener un medio para que los creadores compartiéramos”, sostuvo.
Así, www.avalovara.org alojó artículos de escritores e intelectuales nacionales como Ricardo Lindo, Miguel Huezo Mixco, Jacinta Escudos, Carlos Santos, Carlos Henríquez Consalvi, Rafael Menjívar Ochoa, Ana María Gómez, Rafael Lara Martínez, Sheila Candelario; incluyó escritos de Johana Godoy (Guatemala) y Roberto Bolaño (Chile).
Una de las secciones que a juicio de Ávalos cobró mucho interés fue la galería de arte, en la que hubo muestras de artistas como Mayra Barraza y Muriel Hasbún.
Paradójicamente, el éxito de la revista la condenó a la muerte, ya que los patrocinadores -al constatar los niveles de audiencia- decidieron cobrar por el servicio de alojar el sitio en un servidor. Ante la escasez de recursos, “Avalovara” dejó de existir.
En 2001 surgió el proyecto independiente “Escenario” una publicación dedicada a las artes escénicas. Con limitados recursos, su consejo editorial –integrado por Iván Lemus, Elvis Guzmán, David Gallardo y Jennifer Valiente- sacaron adelante tres números. No obstante la falta de una adecuada estructura editorial para la puesta en página desnaturalizó su perfil. A partir de la capacitación y asesorías impartidas por el coordinador de Letras de Concultura, Rafael Menjívar Ochoa y la periodista Carmen Molina Tamacas, el consejo editorial decidió restringir la publicación al objetivo inicial: ser un espacio para ventilar temas relativos al teatro.
En 2002 surge como un proyecto alternativo del grupo “Alkimia”, la revista ocasional de poesía “Solo Poesía”, como un espacio para mostrar lo que los autores inéditos y más conocidos de El Salvador están escribiendo.
El director de esta publicación –que contó con el apoyo de Concultura- fue Otoniel Guevara y cuenta como coordinadores editoriales a los jóvenes poetas Carlos Clará y William Alfaro.
El primer tiraje fue de mil números y a pesar de que valen un dólar (8.75 colones) la mayoría han sido regalados.
Ese mismo año vio la luz y la muerte otro proyecto independiente, Sagatara, en el que participaron Jacinta Escudos y Mauricio Orellana Suárez. Aunque fue apoyada por el Concultura, los elevados costos de producción les hicieron desistir.
Entre 2004 y 2005 surgió la revista “5-Sentidos”, coordinada por la pintora Mayra Barraza,
como una guía de actividades artísticas y culturales, con distribución gratuita. Sólo publicó dos
números. Asimismo, ha resurgido el interés por preparar la segunda época de la revista literaria
La Mosca, en la que participan Ivan Larreynaga, Julio Ramírez y Wilfredo ............, que quiere
enfocarse en la difusión de sus creaciones.
En cuanto a los espacios fijos en los medios de comunicación, escritos fundamentalmente, los de mayor tradición son Hablemos, de El Diario de Hoy, la Revista Dominical, de La Prensa Gráfica y el suplemento cultural Tres mil de Co-Latino, que se publican los fines de semana por le paradigma mercadológico de que los salvadoreños leemos más en esos días. Diario El Mundo, que tuvo varios suplementos culturales como La cebolla púrpura, ............................................................................
Las ediciones diarias de todos los periódicos conservan espacios para cultura, que no exceden de dos o tres páginas y compiten –ya que no comparten espacio- con las noticias de espectáculos, empresariales y estilos de vida. El periódico digital El Faro destaca por su sección cultural “El Ágora”, cuyos artículos generan polémica en el mundillo intelectual, aunque siempre opacada por los temas políticos y económicos.
Internet provee una herramienta de difusión que, en el caso salvadoreño, está enfocado en la difusión de nuestras costumbres y tradiciones. Algunos portales pioneros ya son añejos si se toma en cuenta la vertiginosa velocidad con la que cambian las cosas en el ciberespacio, como Queondas.com, dirigido por Cecilia Medina Figueroa. Luego vinieron proyectos institucionales con bastante, pero fugaz impulso, como el portal de Infocentros. Podemos incluir en la lista el portal de la Fundación Clic, dirigido por María Luisa Angulo, Elsalvadoraqui.com, creado por el fotoperiodista y catedrático Antonio Herrera y los especializados en música salvadoreña como Musica.com.sv y Detoque.net
La fugacidad y la insostenibilidad han sido características del periodismo cultural salvadoreño. No sé si las tecnologías de punta en las telecomunicaciones nos indican el camino certero a seguir, pero la accesibilidad, sus bajos costos –si lo comparamos con las prensas, la tinta y el papel- deberían ser considerados como una alternativa para difundir nuestras tradiciones, creaciones y sueños, no sólo dentro sino fuera de El Salvador.