martes, 29 de abril de 2014

¿Hubo dinosaurios en El Salvador?

La respuesta, hasta el momento, es: "No". Aunque quién sabe que esa roca con la que usted se ha cruzado tantas veces por una vereda, un camino o hasta su propio jardín, no sean los vestigios de una criatura prehistórica de esas que yacen inertes en los museos y cobran vida en las películas.

Algunas ciencias en El Salvador todavía están en pañales. La Paleontología es una de ellas. Si bien el descubrimiento del yacimiento del río Tomayate (Apopa) le dio un gran impulso, todavía hay mucho por descubrir, analizar, documentar y, sobre todo, publicar. Tortugas, cocodrilos, llamas, tigres dientes de sable y otras especies dan cuenta de la gran variedad de fauna y flora de nuestro territorio antiguo. Ver libro digital aquí.

Con certeza -hasta el momento- sólo se sabe que Honduras es el único país de Centroamérica donde se ha registrado un dinosaurio. Se trata de algo que los expertos denominan un "Ornitópodo", ya sea un "Iguanodonte" o un "Hadrosaurio", que vivió hace unos 100 millones de años.

Fue descubierto en enero de 1971 entre Rancho Grande y San Luis, poblaciones del departamento de Comayagua, Honduras. De acuerdo con un artículo publicado por Gregory S. Horne, del Departamento de Ciencias y Ambiente de la Wesleyan University, en Connecticut (USA) los restos del fémur del animal fueron identificados como de un Hadrosaurio, pero en ese momento no se dimensionó su importancia.

El hecho que sólo se cuenta con el fémur y no fueron colectados restos del esqueleto ha impedido que se estipule exactamente a qué tipo de animal perteneció; sin duda, se trata de un "hermano lejano" de Lizzy, un ejemplar encontrado en la zona sur del centro de Alaska. "Generalmente, los hadrosaurios son un amplio, diverso y bien reconocido grupo de dinosaurios que fueron los herbívoros dominantes de las fases Campanian-Maastrichtian del período Cretácico Tardío. Su aparición está bien documentada en Norte y Sur América, Europa y Asia", reza el informe científico de Anne D. Pasch y Kevin C. May, del Departamento de Geología de la Universidad de Alaska en Anchorage.

Hadrosaurio de Nueva Jersey.
Fuente: http://jerseyboyshuntdinosaurs.blogspot.com/2014_01_01_archive.html


Dada la importancia de este descubrimiento, los científicos le pusieron un nombre popular, en honor a la hija de 12 años de uno de ellos, quien participó en la excavación.

Otros países como Panamá están dando de qué hablar respecto al hallazgo de especies prehistóricas. Tal es el caso de un Culebrasuchus mesoamericanus, que de acuerdo con los científicos de la Universidad de la Florida, representa un eslabón entre la evolución de los caimanes y los lagartos. 

Estos datos no son nuevos, pero quizás desconocidos para muchos. De ahí la importancia que nuestro colega antropólogo Jorge Colorado haya inaugurado una nueva sección en su blog Scientia, en esta oportunidad dedicada al fascinante mundo de los dinosaurios. ¡Enhorabuena!

lunes, 28 de abril de 2014

¿Qué tienen en común las fincas de café y los hongos silvestres?

Los cafetales poseen una gran biodiversidad. Las aves, los insectos y hasta mamíferos encuentran refugio entre la vegetación ante el avance voraz de la humanidad.

Es poco lo que nos queda, pero aún desonocemos la extensa variedad de seres vivos que se esconden entre la hojarasca, surgen de entre las raíces o las cortezas de los árboles. Muy poco sabemos de los hongos.

Las biólogas Osiris Elizabeth Tejada y Rhina Esmeralda Esquivel realizaron, en la localidad de Concepción Ataco, Ahuachapán, un estudio sobre la población de macrohongos en la finca de café La Esperanza, el cual amplía el conocimiento sobre micología salvadoreña y enriquece la colección de referencia de la Escuela de Biología de la Universidad de El Salvador.

Los resultados fueron publicados en la revista BIOMA de noviembre de 2013, una publicación salvadoreña especializada en biodiversidad.

Los hongos tienen una función muy importante: "La función de los hongos en general en el ecosistema junto con las bacterias, es de degradar o descomponer la materia orgánica y transformarla en inorgánica con el fin de incorporar nutrientes al suelo para que sean utilizados por otros organismos", dijo Osiris Tejada.

De acuerdo con las investigadoras, la Finca La Esperanza, también es conocida como “Las Cascadas de Don Juan”, y tiene una extensión de 60 hectáreas. Está ubicada en el municipio de Concepción de Ataco, Cantón El Arco, a 13 km de la ciudad de Ahuachapán. El Área se encuentra dentro de la Reserva de la Biósfera Apaneca-Lamatepec, en la zona de transición y forma parte del corredor biológico mesoamericano. Es una zona de bosque muy húmedo.

El terreno, que está entre a una altura entre  990 y 1,130 msnm, con está cubierto de café (Coffea arabica).

Una vez al mes, entre abril y agosto de 2010, las biólogas recorrían determinados senderos para recolectar las muestras. Al contar con fotografías y muestras de las setas, así como la bibliografía, lograron identificar "45 especímenes de macrohongos pertenecientes a las divisiones  Ascomycota y Basidiomycota; de los cuales 27 fueron identificadas hasta la categoría taxonómica de especie  y 18 hasta género."

Entre los hallazgos, las investigadoras indican que algunos de los géneros de setas presentes en la finca cafetalera también figuran en el Parque "Thilo Deininger", ubicado en la zona costera del departamento de La Libertad, y en el Volcán Conchagua del oriental departamento de La Unión.

Hicieron un descubrimiento muy importante: En la Finca La Esperanza hay especies de macrohongos que son parte de la cultura gastronómica típica de otros países, por ejemplo: Auricularia u "Oreja de cuche", Pleurotus u "Hongo ostra", Agaricus o "Champiñón", Lactarius u "Hongo azul" y Russula. 

En El Salvador, señala la investigación, no se cuenta con una cultura gastronómica con hongos silvestres, sólo en el occidente del país se reporta la comercialización y consumo del género Fistulina, conocido como “Tenquique”.

Osiris añadió que el país que tiene una amplia gastronomía fúngica es México, donde cultivan y consumen grandes cantidades de setas... "De ahí en Centro América es poco el consumo, algunos países como Costa Rica, Guatemala, consumen pero es poco".

Indicó que algunos autores costarricenses mencionan que en países de Europa, Asia y América del Norte se consumen algunas especies que son comestibles y que son consideradas de alto valor nutritivo que son encontradas en nuestros países.

Ambas investigadoras recomiendan profundizar la investigación de las setas no sólo en la finca, sino en áreas circundantes, con el objetivo de "conocer la biodiversidad presente y su relación con otros organismos".


Afirman que es necesario "realizar más investigaciones taxonómicas de los hongos de cafetal para aumentar conocimiento de la flora micológica de El Salvador. Es necesario que se promuevan programas de educación ambiental, para instruir a la población acerca de la importancia de las especies fúngicas para los ecosistemas terrestres y en especial de cafetal, además de promover la protección de especies vegetales que realizan asociaciones simbióticas con estos organismos".



Galería de fotos: Hongos Ascomycota de Montecristo. Cortesía de Osiris Tejada

Helotium citrina

Peziza sp

Daldinia sp

Xylaria grammica


miércoles, 23 de abril de 2014

Mi nombre para la Ciencia

El trabajo de campo es, quizás, el más emocionante para cualquier científico. Ya sea en ciencias sociales o naturales, aventurarse en lo desconocido, inventar formas de sobrevivir, recolectar datos, entablar relaciones con informantes, anotar en los diarios... nos llena de ideas y sueños.

Vaciar grabaciones, clasificar los datos y tabular es quizá menos excitante, ya no digamos los preparativos y el desarrollo de un informe, un análisis o una tesis.

Uno de los logros más importantes en la vida de cualquier investigador, especialmente en el área natural, es descubrir algo nuevo. Como en el periodismo: todos "cubren" pero muy pocos "descubren".

En El Salvador, hacer Ciencia es luchar contra todo. Por ello, aportar conocimiento nuevo debe ser reconocido y estimulado a niveles patrióticos. Pero pedir eso a los políticos es arar en el mar. La Ciencia, sin embargo, tiene sus propias formas de reconocer el esfuerzo y el empeño sincero. Una de ellas es perpetuar a quien identificó un especimen nuevo para un país o para la Ciencia en general, por medio del nombre.

La identificación de las plantas y animales se rige por las reglas estipuladas en los Códigos Internacionales de Nomenclatura Botánica y Zoológica (los cuales son independientes).

El Salvador es un inmenso laboratorio para cualquier tipo de Ciencia; pero son pocos los que han experimentado el paroxismo de la revelación, al momento culminante de determinar que lo que miran sus ojos no ha sido visto nunca por alguien más.

Como mencioné en el artículo sobre el recientemente publicado libro del Museo de Historia Natural, la creación de las colecciones se remonta a los años 70. En concreto, de acuerdo con el libro, el primer especimen de la colección de mastozoología fue un ratón (Lyomis salvini) colectado  en 1975 por Victor Helleybuck en la montaña de la Cueva de Cal, Parque Nacional El Imposible, Ahuachapán.

En esa misma época, dos pantas descubiertas en el Parque Nacional Montecristo (Metapán, Santa Ana) fueron bautizadas en honor a María Luisa Reina: Hampea reinae y Quetzalia reinae.

Posteriormente, una lagartija descubierta en el Parque Nacional El Imposible (Ahuachapán) fue nombrada por su descubridor (Köhler, 1999) en honor al ambientalista Francisco Serrano: Norops serranoi.

Norops serranoi. Fuente: http://eol.org/pages/962778/overview


La actual directora del Museo de Historia Natural, Eunice Echeverría, tiene dos distinciones tan altas, de esas que el dinero no puede comprar: su nombre y su apellido identifican a una planta y a un escarabajo, respectivamente.

Eunice Echeverría. Bióloga y directora del Museo de Historia
Natural de El Salvador. A la Izq. Eric Lemus, de la DPI.


El proyecto "Escarabajos dinástidos de Honduras, Nicaragua y El Salvador", junto al Museo de Historia Natural de Nebraska, Estados Unidos dio como resultado el hallazgo de dos nuevas especies para la ciencia: Cyclocephala melolonthina y Hemiphileurus euniciae.

Este último fue colectado en Soyapango (San Salvador) y estaba en la colección de la Universidad de El Salvador. Fue analizado y descrito por los doctores Bret Ratcliff y Ronal Cave.

Asimismo, durante las investigaciones del Herbario Nacional, Menjívar, Cerén & Morales descubrieron e identificaron en 2008 una nueva especie para la Ciencia: Meliosma echeverriae.

"Es un orgullo ser parte de un muy selecto grupo de salvadoreños que tenemos esta distinción mundial y bueno.... es un estimulo grande que te impulsa ha seguir trabajando, se siente bien que se aprecie el trabajo que se realiza", me confió Eunice.

Libro celebra la vida del Museo de Historia Natural


Es un paraje atípico en el centro de San Salvador. El camino sinuoso, amurallado por la vegetación, termina en un patio donde el sol irrumpe con fuerza. Así es el corazón del trópico.

La casona, que una vez fue habitada por los dueños de una finca, alberga una institución que lucha contra viento y marea por preservar una parte del patrimonio de El Salvador: El Museo de Historia Natural.

El espacio de las exhibiciones es reducido, pero expone 130 años de historia no sólo del patrimonio natural salvadoreño sino de quienes a su paso por sus escritorios y sesiones de campo han colaborado en la tarea de reconocimiento y valoración.

"El Museo de Historia Natural de El Salvador. Su inicio, su evolución y futuro" de la Dirección de Publicaciones e Impresos (DPI) es un libro necesario.

De forma precisa, hace un recuento de las fechas y acontecimientos más importantes en la historia de la conformación de las colecciones del Museo que se remonta a los decretos de 1883 y 1941. Las colecciones de Paleontología, Zoología y Botánica guardan formación indispensable para la toma de decisiones respecto a la conservación y manejo de la biodiversidad, ante el cambio climático, nuevas investigaciones y más.

La colección de Paleontología nació en 1978 y cuenta con 2,438 piezas de fósiles de mamóferos, invertebrados y plantas. La colección de rocas y minerales inició ese mismo año por iniciativa del investigador Stephen Perrigo. Contiene 174 rocas minerales y 346 rocas colectadas en distintas partes del país. La sección de Zoología está subdividida en malacología, aracnología, entomología, ictiología, herpetología, ornitología y mastozoología.

El Museo forma parte del Parque Saburo Hirao, en memoria del empresario japonés quien gestó la donación del terreno (1974) a nombre de la empresa textilera IUSA.

La investigación y expansión de las colecciones originales se detuvo durante la guerra civil (1979-1992) y han sufrido las consecuencias de terremotos e inundaciones. No obstante, entre los logros recientes están la restauración de sus instalaciones (2003) y la construcción de un anexo que alberga al Herbario Nacional, el cual cuenta con especimenes de 270 familias botánicas.

El Museo cuenta, además, con talleres especializados de conservación y restauración, taxidermia, servicios educativos y museografía, educación, museología y Biblioteca Especializada.

La publicación del libro, sin duda, dará un nuevo impulso al trabajo que realiza desde la dirección Eunice Echeverría.