“Tazumal, 50 años después” muestra los hallazgos culturales en este sitio arqueológico de Santa Ana. La exposición durará hasta febrero de 2008 en el Palacio Nacional.
Una vibración, casi imperceptible, hace que se muevan, de manera constante, ollas, cuencos y esculturas de piedra milenarias. El palpitar de nuestro pasado se manifiesta ahora en el centro de San Salvador.
Siete salones del Palacio Nacional albergan por los próximos siete meses, una exposición arqueológica que explica con fotografías, mapas y objetos, el origen y desarrollo de los antiguos habitantes de Chalchuapa, una de las localidades que ha sido ocupada por los seres humanos desde antes de nuestra era.
La muestra, organizada por el Consejo Nacional para la Cultura y el Arte (Concultura) permite dos goces: un viaje a nuestro pasado prehispánico y una breve estancia dentro de una de las joyas arquitectónicas vedadas desde hace mucho tiempo a la mayoría de la población: El Palacio Nacional. El recinto, en sus últimas fases de restauración, es un oasis de tranquilidad entre el bullicio permanente de la capital.
El vaivén se debe a que el edificio, que data de principios del siglo pasado, amortigua el constante movimiento que generan los automóviles que circulan por el centro de San Salvador.
Retrospectiva
El eje temático de la exposición es netamente arqueológico. Ello implica más que la historia de la ocupación de Chalchuapa, el desglose de los resultados de estudios científicos y hallazgos que datan del siglo XVII, cuando el oidor Antonio de Ciudad Real describió la localidad como “un pueblo de habla pipil”, hasta los resultados de las más recientes excavaciones realizadas a partir del derrumbe de una estructura producto de la filtración de agua, en 2004.
Además de Ciudad Real, dos son los personajes precursores en el conocimiento de esta ciudad, localizada unos 80 kilómetros al occidente de San Salvador, en el departamento de Santa Ana: el arzobispo Pedro Cortés y Larraz, quien en el siglo XVIII reportó la existencia de mil 262 habitantes en este lugar, de los cuales 662 eran indígenas pocomames; y Santiago Barberena, quien un siglo después notificó la existencia de un monolito llamado Estela del Tazumal. Éste, después de permanecer mucho tiempo a partir de 1892 en la Universidad de El Salvador, fue confiado a la tutela del Museo Nacional, donde permanece hasta ahora.
Los estudios de arqueólogos nacionales, y en su mayoría extranjeros, han determinado que los habitantes de Chalchuapa han estado relacionados con etnias olmecas, mayas y toltecas.
El científico japonés Shione Shibata, quien ha investigado algunas particularidades arquitectónicas del Tazumal, habla de “sofisticación” cuando se refiere a los rasgos culturales detectados en los vestigios que se han encontrado de los antiguos habitantes de esta metrópoli prehispánica.
Entre esas sofisticaciones figuran las delicadas formas que adoptó el barro en las manos de nuestros alfareros hace cientos de años. Muestra de ello son los distintos tipos de cerámica que presentan decoración incisa o en negativo, también conocida como batik. Entre esas piezas, la exposición presenta ollas, cuencos y objetos tallados en piedra y réplicas de ornamentos de jade. Algunas provienen de sectores como La Cuchilla y la colonia Las Margaritas.
De hecho, uno de los principales centros de atracción es la escultura de un indígena con rasgos mayas, elaborado por un artesano de Chalchuapa, al que le han sido colocados aretes, nariguera, collar con pectoral, pulseras de puño y bíceps, muy probables maneras de cómo nuestros antepasados utilizaron la joyería.
Shibata pertenece a una de las generaciones más recientes de arqueólogos que se ha interesado por sacar a la luz los secretos prehispánicos del Tazumal. Antes que él, en la lista figuran nombres importantes para la arqueología de Mesoamérica como el mismo Stenley Boggs –el padre de esta ciencia en El Salvador–, Jorge Lardé, John Longyear, Robert Sharer, William Fowler, Paul Amaroli, Fabio Amador, Vicente Genovez, Noboyuki Ito y el actual Departamento de Arqueología de Concultura.
Un detalle especial de la exposición lo constituye la muestra de calcos de los dibujos de guerreros olmecas, tallados en una roca encontrada en Las Victorias. Y otro es una serie de paneles que están colocados en las cuatro esquinas de un salón. El visitante, al colocarse en el centro, tiene a su alcance una visión de 360 grados del paisaje que se aprecia justo sobre una de las pirámides de Tazumal.
Si la vista se extiende un poco más adelante, tras el cristal de los imponentes ventanales del palacio, emerge la catedral metropolitana, cuyo colorido mural destaca con el potente reflejo de un día nublado.
Al final del recorrido, Roberto Rodríguez luce admirado. Con detenimiento examina las fotografías, los planos y las vitrinas con los objetos. Asegura que el principal aporte es que la exposición le da vida a un sitio tan importante para los salvadoreños como el Palacio Nacional. Pero no se va del todo satisfecho, porque a su juicio la muestra se enfoca en la cerámica y, por ende, “muestra una visión muy parcial de la riqueza del Tazumal”.
Pero eso no le resta méritos, dice. Este profesor retirado añade: “Es un acercamiento con nuestras raíces, nos ayuda a vernos en el pasado y el presente y eso fortalece nuestra identidad”.
Un cuaderno y un bolígrafo esperan por los comentarios de los asistentes, a la salida del último salón de la exposición. En inglés, alemán y castellano, los visitantes han escrito decenas de felicitaciones para los organizadores.
Manuel Alcides Hernández dejó constancia de su sueño hecho realidad: conocer el palacio por dentro. Wilmer Medrano Ramos escribió: “Excelente exposición, deberían de hacerlo más seguido. No esperar otros 50 años…”.
Información adicional sobre la exposición
Datos de la exposición
“Tazumal, 50 años después” muestra el desarrollo de la investigación arqueológica en este sitio del occidente de El Salvador.
Está abierta de 8:00 de la mañana a 3:00 de la tarde, de lunes a viernes, en el segundo piso del Palacio Nacional. La entrada es gratuita.
Su museografía es arqueológica, ya que el lenguaje utilizado en las cédulas es bastante técnico. Con mucha atención y curiosidad, los amantes de la historia y la cultura tienen ante sí un punto de partida para conocer mucho más de nuestro pasado.
Reportaje publicado en La Palabra Universitaria el 9 de julio de 2007
http://lapalabra.utec.edu.sv/notas.asp?comunicaID=81
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