jueves, 20 de diciembre de 2007

Ciudad Vieja, el origen de nuestra capital

Poco a poco, los científicos descubren algunos de los secretos que guarda el sitio histórico Ciudad Vieja, ubicado en Cuscatlán. La más reciente investigación, en la que participaron profesores y alumnos de la UTEC, indica que aún falta mucho para lograr que los salvadoreños entendamos la importancia de este pequeño pero valioso eslabón de la historia de nuestro país.

Por Carmen Molina Tamacas
Estudiante de licenciatura en Antropología

Han pasado 420 años desde que doña Beatriz de Bera y Cerrato hiciera constar en su testamento que era la dueña de una hacienda llamada La Bermuda.
Este documento, elaborado por el escribano público de la Villa de la Trinidad (Sonsonate) Antonio Vibar, es una de las evidencias más antiguas de la importancia de este terreno en la historia de El Salvador. Se trata del lugar, que de acuerdo con arqueólogos e historiadores, fue el segundo y posiblemente el primer asentamiento de los conquistadores españoles en su intento por fundar la metrópoli que ahora llamamos San Salvador.
Ese lugar, al que ahora podemos acceder no sólo físicamente vía carretera, sino al que también podemos viajar por medio de las narraciones y estudios realizados por investigadores nacionales y extranjeros, encierra muchos secretos en torno a nuestro origen.
No obstante, la más reciente investigación que se llevó a cabo en del 20 de noviembre al 1 de diciembre de 2006, en la que participaron profesores y alumnos de la Universidad Tecnológica (UTEC), indica que aún falta mucho para lograr que los salvadoreños entendamos la importancia de este pequeño pero valioso eslabón de la historia de nuestro país.

El origen del origen
En conjunto, la Escuela de Antropología de la UTEC, el Departamento de Arqueología del Consejo Nacional para la Cultura y el Arte (Concultura) y la Academia Salvadoreña de la Historia, elaboraron un proyecto de investigación con dos objetivos: hacer una evaluación de las posibles repercusiones de la futura construcción de una calle de acceso al sitio histórico de Ciudad Vieja y un diagnóstico del valor patrimonial que los habitantes aledaños le dan a este asentamiento colonial.
De acuerdo con el informe de la investigación, redactado por el director de la Escuela de Antropología de la UTEC, el arqueólogo José Erquicia, el principal objetivo consistía en registrar, salvaguardar, rescatar conservar, proteger, difundir y poner en valor el patrimonio arqueológico histórico de Ciudad Vieja.
Para ello, el proyecto propuso la realización de un sondeo arqueológico en el área que afectará la reparación de la calle de acceso al sitio de Ciudad Vieja. Los sondeos arqueológicos consisten en excavaciones por medio de las cuales se obtienen materiales culturales que evidencian la actividad humana en un determinado lugar. Posteriormente, los expertos realizan el análisis de esos materiales, los clasifican, identificación y registran en un inventario.
“Se vuelve prioritario y necesario antes de que se realicen los trabajos de reparación de la calle ‘nacional’ de acceso al sitio Ciudad Vieja, que se llevara a cabo un sondeo arqueológico en el lugar (que) se vería afectado, ya que se ha tenido el conocimiento previo que (esta vía) pasaba por encima de por lo menos cuatro cimientos de estructuras que forman parte del sitio histórico”, justifica el documento.
El sitio histórico Ciudad Vieja está ubicado unos 10 kilómetros al sur de la ciudad de Suchitoto, en el departamento de Cuscatlán. Su acceso principal es posible gracias a un kilómetro y medio de carretera pavimentada ubicado en el trayecto que de San Martín conduce a Suchitoto. El sitio arqueológico se encuentra en el valle de La Bermuda a una elevación promedio de 530 metros sobre el nivel del mar.
¿Por qué La Bermuda? De acuerdo con Joaquín Salaverría, quien en 1986 publicó “Fundación de San Salvador” en una publicación del Museo Nacional “David J. Guzman”, el nombre de La Bermuda proviene probablemente del hecho que en ese sitio abunda la graminácea Panicum Diffusum, conocida como Bermuda por los españoles de la Antillas Mayores.

Otro dato curioso que hace especular sobre el nombre es que uno de los conquistadores, Bartolomé Bermúdez jugó un papel decisivo en la toma del Peñón de Zinacántan, sitio donde los indígenas opusieron fuerte resistencia antes de la consolidación del régimen español en terreno cuzcatleco. Bermúdez fue quien ideó hacer “una escala o argumento de madera” poniéndolo al pie del peñol a modo de caballete por el cual subieron los españoles para atacar a los indígenas que se defendían en lo alto del peñol, y por medio del cual consiguieron que dejaran de tirar flechas y piedras y dejaran de gritar, consiguiendo así su sometimiento, según plantea Salaverría.

De acuerdo con reseñas de autores como Rodolfo Barón Castro, Jorge Lardé y Larín y William Fowler, es posible establecer que el primer asentamiento español permanente en El Salvador fue fundado por orden de Jorge de Alvarado, el 1 de abril de 1528 y fue abandonado en abril o mayo de 1545. Esto ocurrió apenas cuatro años después de la primera entrada en el territorio de Cuscatlán dirigida por Pedro de Alvarado en 1524. Se fundó como asentamiento de la hueste bajo el mando de Diego de Alvarado, primo hermano de Pedro y Jorge, como extensión de la conquista de Guatemala.

Ciudad Vieja consiste entonces, en los vestigios de la primera ciudad española en El Salvador, sede de la antigua villa de San Salvador fundada en el Valle de La Bermuda.

Según ha recapitulado el arqueólogo Federico Paredes, como todas las ciudades coloniales hispanoamericanas Ciudad Vieja fue construida en un plan de cuadrícula, pero el plano es poli-céntrico en lugar de ser estrictamente octogonal, lo que posiblemente refleje alguna influencia indígena. “Al centro de la villa se localiza la Plaza Mayor y el Cabildo en la esquina noroeste. Calles rectas salen de todas las esquinas siguiendo el plan de cuadrícula. También se notan claramente los linderos de los solares y los restos de muchas casa españolas. Rasgos defensivos, como garitas y puestos de vigilancia, se notan claramente en los extremos norte, este y sur del sitio. Muchos rasgos arquitectónicos del sitio especialmente las plataformas residenciales y terrazas parecen ser de carácter indígena. Un muro defensivo a lo largo de la periferia sur de la villa, tanto como los puestos de vigilancia y las garitas de control sirven como un recordatorio de que la conquista todavía era una tarea incompleta y los nativos aún eran hostiles ante los conquistadores en los primeros años de la ocupación”.

Fowler, quien ha realizado excavaciones en Ciudad Vieja desde 1996, lo describe como “el mejor sitio conservado de la época colonial temprana en toda América” y, por lo tanto, el sitio posee varias ventajas para la investigación arqueológica e histórica de los primeros años de la colonia en El Salvador y Centroamérica y el origen del asentamiento español en el Nuevo Mundo.

Más piezas del rompecabezas

Durante la investigación de sondeo arqueológico, los investigadores identificaron la presencia de estructuras que datan de la primera mitad del siglo XVI, pertenecientes a la antigua Villa de San Salvador de 1528 así como vestigios de cerámica elaborada por los indígenas. La información recolectada abonará al amplio acervo acumulado por los investigadores, empeñados en descifrar cómo fue, por breve que haya sido, la vida de esta prístina comunidad.

“En la estructura 4IIB, fue muy interesante registrar una pieza de barro cocido que es un ducto de cañería, lastimosamente no se pudo determinar una asociación directa con otros materiales de su especie que nos diera una comprensión de cómo éste estaba funcionando”, destaca Erquicia.

Anotó además que todas las estructuras registradas en la investigación guardan la orientación de 12º al norte, al igual que la generalidad de las demás estructuras registradas y excavadas en el sitio Ciudad Vieja, exceptuando el puesto de vigilancia sur.

El síntesis, detectaron más de 70 fragmentos de cerámica , que en su mayoría son de tradición indígena, asimismo algunos fragmentos de obsidiana, fragmentos de una piedra de moler con soporte y muchos clavos de distintas formas, además de escoria de hierro.

El valor del patrimonio

Uno de los objetivos primordiales de la investigación era determinar el valor que los habitantes aledaños le asignan al sitio histórico Ciudad Vieja. Así se realizó una encuesta cuyos resultados no son del todo alentadores.

“No involucrar a las comunidades aledañas a los sitios arqueológicos es un error que se pretende poco a poco erradicar dentro de los proyectos de investigación. Es por esta razón que la realización de este diagnóstico es el primer paso para poder conocer el interés que tienen las comunidades con los sitios, debido al potencial de desarrollo que representan para ellos. Sin embargo, no debemos olvidarnos que son los lugareños los depositarios de este patrimonio material y por esta razón se debe tomar en cuenta a estos grupos porque en la medida en que ellos reconozcan, valoren, protejan y difundan el patrimonio que poseen, todos saldremos beneficiados al conservarlo”, apunta Erquicia.
A partir de las entrevistas, el equipo de trabajo estima que, para el caso de Ciudad Vieja, sus depositarios, es decir la población aledaña, “solo ven el patrimonio con fines de desarrollo económico, no hay una verdadera pertenencia con el mismo”.

Siempre pasa lo mismo, remata el investigador: los investigadores llegan y no se acercan lo suficiente a las personas que viven cerca de los sitios como Ciudad Vieja. “Se debe llegar a conocer cuáles son las expectativas de la comunidad con respecto a lo que se les puede ofrecer en cuanto a ingresos económicos y de desarrollo que al final les beneficiaria”, añade.

El reto como investigadores, puntualizó, radica en crear estrategias de trabajo en conjunto que garanticen la protección, valorización, conservación y difusión del patrimonio que los ciudadanos poseen. Y también que esto sea una alternativa para que el país pueda gozar de su patrimonio “de una manera conciente y práctica”.


FRASE
“Juntamente con la antigua Guatemala y León Viejo en Nicaragua, así como Panamá Viejo, el sitio Ciudad Vieja, constituye uno de los más importantes enclaves de arqueología histórica en el área centroamericana. Es una cantera infinita de ciencia y hallazgos y la mejor perspectiva para el estudio del urbanismo de una villa de los primeros años del período colonial, donde el tiempo se detuvo en 1545 y marcó el nacimiento de el actual El Salvador, indígena, criollo y ladino”.
Pedro Escalante Arce, principal investigador histórico del sitio Ciudad Vieja y secretario general de la Academia Salvadoreña de la Historia



RECUADRO

· Ciudad Vieja tiene una extensión aproximada de 45 hectáreas (64 manzanas)
· Guarda los restos de las casas de los moradores y de edificios públicos de la Villa de San Salvador, con el trazo en retícula, que se implementó en la mayor parte de América Hispana, así como del muro de piedras circundante –que evoca una especie de muralla- que respondía a las necesidades de defensa del lugar.
· A través de los siglos, las edificaciones fueron destruidas por las inclemencias del tiempo, así como por acciones humanas para obtener materiales de construcción con la ventaja de que nunca se levantó encima otro poblado, por lo cual permaneció el trazado original y los vestigios bajo tierra, solo disturbados por la acción agrícola de los habitantes de los contornos.
· Entre los hallazgos más recientes figuran los cimientos de cuatro estructuras, dos de las cuales ya fueron mencionadas por Fowler como parte de la Garita Oeste del acceso al sitio histórico.

Fuente: Investigación arqueológica en el sitio histórico Ciudad Vieja y diagnóstico de la valoración patrimonial en su entorno. José Heriberto Erquicia Cruz

Montecristo y La Montañona, refugios para las aves viajeras

Un estudio realizado por Salvanatura reveló la presencia de aves migratorias en peligro de extinción en el paraje boscoso de pino y roble de Montecristo. Un hallazgo que llena de mucho regocijo pero que a la vez mueve hacia la reflexión de la urgencia por preservar este y otros recursos naturales.

Carmen Molina Tamacas
Estudiante de licenciatura en Antropología

El Salvador conserva menos del uno por ciento de sus bosques. Pese a ello, una pequeña franja que aún no ha desaparecido forma parte de la región conocida como Bosques de pino y roble de Mesoamérica.

El Fondo Mundial para la Conservación (WWF, por sus siglas en inglés) ha identificado esta zona, que comprende 111 mil 400 kilómetros cuadrados de bosque, que se extiende desde el sur de México, Guatemala, Honduras, El Salvador e incluso Nicaragua, como “críticamente amenazada”. Esto se debe a la presión que ejercen las poblaciones aledañas que buscan extender la agricultura y la ganadería.

Una de las acciones que más compromete la conservación de la zona es el cultivo del café. Asimismo, resiente los efectos del calentamiento global.

De acuerdo con un informe presentado por la fundación ecológica salvadoreña Salvanatura, los bosques de La Montañona, en Chalatenango, y el
Parque Nacional Montecristo, en Santa Ana, constituyen una parte fundamental para la conservación de este ecosistema, ya que acogen a diversas especies de flora y fauna y además producen importantes bienes y servicios ambientales a las comunidades aledañas.

La importancia del país en la ruta de las aves migratorias tiene antecedentes. Y su rol en el ciclo de diversos ecosistemas es de tal relevancia que fruto de las gestiones de diversos grupos ambientalistas del continente, cada 12 de mayo ha sido denominado el Día Internacional de las Aves Migratorias.

Su presencia es evidente cuando inicia el descenso de las temperaturas en el hemisferio norte. Así, los humedales como el Cerrón Grande, el lago de Güija o las lagunas El Jocotal u Olomega atestiguan desde tiempos inmemorables la presencia de decenas de especies que se regocijan con el agua cálida.

Este ciclo que les permite abastecerse de alimento para regresar a sus territorios en el norte fue registrado incluso por los antiguos habitantes precolombinos, a juzgar por los petrograbados con figuras de aves que se localizan en la isla de Igualtepeque en Güija.

Al inaugurar la Asociación Intermunicipal de la Bahía de Jiquilisco, la vicepresidenta de la República, Ana Vilma de Escobar, destacó que esta zona, que abarca unos 55 kilómetros de costa, atesora el manglar más grande del país: “más de 22 mil hectáreas de de manglares que son sitio de anidación, destino o paso de más de 85 especies de aves migratorias de relevancia internacional”.
De acuerdo con Salvanatura, El Salvador es visitado cada año por casi 200 especies de aves migratorias (ver recuadro).
Un estudio pionero acerca de las aves migratorias en El Salvador lo constituye el conteo de anátidos (patos, pishishes, zarcetas y gansos) realizado en la estación seca de 2000 a 2001 patrocinado por la organización Ducks Unlimited (Patos sin fronteras).

De acuerdo con el informe final del estudio, en El Salvador se reconoce la ocurrencia de 14 especies de anátidos de las cuales cuatro son residentes (Dendrocygna autumnalis, D. bicolor, Cairina moschata y Nomonyx dominicus). Las 10 restantes Anas clypeata, A. americana, A. acuta, A. discors, A. crecca, A. cyanoptera, A. platyrhynchos, Aythya affinis, Oxyura jamaicensis y Chen caerulescens son migratorias.

Todas estas especies, afirma el reporte final elaborado por los biólogos Ricardo Ibarra, Wilfredo Rodríguez, Néstor Herrera y Roberto Rivera, se distribuyen en los humedales continentales, pero prefirieren las aguas poco profundas.

Los anátidos que se avistan en El Salvador “se caracterizan por su conducta gregaria, forman grupos desde tres individuos hasta bandadas de varios cientos o concentraciones de miles. Suelen concentrarse en determinados sitios que reúnen las condiciones para su permanencia, alimentación y seguridad, preferiblemente alejados de población humana. Por su tamaño y sabor de su carne, son consideradas especies de caza, tanto para subsistencia como cacería deportiva”.

En su estado natural desempeñan un importante papel en el control de plantas acuáticas e invertebrados; ayudan a la diseminación de plantas, llevando semillas en sus plumas o a través de las heces y son parte integral de las cadenas alimenticias.

Otro estudio importante y novedoso lo acerca de las aves migratorias fue realizado por el ornitólogo Oliver Komar, director del Programa de Ciencias para la Conservación, de Salvanatura. Basándose en una revisión de las publicaciones de literatura científica acerca de la presencia de aves en las plantaciones de café, el experto considera la hipótesis de que éstas son muy importantes para la conservación de las aves, tanto migratorias como residentes.


Al abrigo del bosque
Como parte del Programa de Ciencias para la Conservación, Salvanatura se asoció con American Bird Conservancy. Ambas recibieron el apoyo financiero del Servicio de Pesca y Vida silvestre de los Estados Unidos para investigar la situación de los bosques de pino y roble ubicados en el norte de El Salvador. El proyecto fue denominado “Quercus y Aves”.

Al respecto, Komar, explicó que el objetivo del proyecto es contribuir a proteger uno de los ecosistemas más amenazados en el istmo mesoamericano: los bosques de pino-roble y encino, estos dos últimos, científicamente conocidos como Quercus.

Para cumplir con esta aspiración, el equipo de investigadores realizó un inventario
de aves en La Montañona y Montecristo. Esto es posible por medio de la captura –con redes especiales- de aves y el monitoreo constante, tarea que requiere mucho tiempo y paciencia.

De acuerdo con Salvanatura, los inventarios demostraron que las aves migratorias mantienen una preferencia muy marcada por los bosques de pino-roble, ya que estas conformaron el 61% de las aves capturadas en La Montañona, y el 49% de las capturadas en Montecristo.

Esto es alto si se compara con los resultados que se obtienen en otras partes. Por ejemplo en los bosques nebulosos las aves migratorias apenas representan el 20% de las especies detectadas.

Salvanatura subraya que la presencia de especies en las áreas de pino y roble, así como de especies amenazadas, confirma la importancia de conservación de este tipo de hábitat, y representa un importante potencial para la generación de recursos económicos a través del desarrollo del ecoturismo y aviturismo en la zona.

Los expertos en aves consideran que el parque nacional Montecristo es un área prioritaria para la conservación de aves. Esto se explica gracias a lo que ellos denominan “fuerte presencia” de especies que sólo habitan en los bosques de roble y pino y que están en peligro de extinción.

Uno de los descubrimientos más importantes de este estudio es que el ave migratoria Dendroica chrysoparia, conocida como Chipe caridorado que está en peligro de extinción en el mundo, de octubre a febrero habita entre los majestuosos pinos y robles del Parque Nacional Montecristo.

Asimismo avistaron la presencia de 21 nuevas especies de aves para este sitio, aumentando la lista a 257 identificadas para el área. Entre las primeras figuran el Perico barrado y el Vaquero gigante. En La Montañona registraron 41 especies nuevas que pasan de febrero a
marzo en el bosque, de manera que de 92, ahora hay 133 especies reportadas.

Komar plantea que es necesario continuar realizando inventarios de la avifauna nacional de acuerdo con el tipo de hábitat y en zonas de alta prioridad de conservación. Este inventario prueba que la unión de esfuerzos deriva en el conocimiento del patrimonio natural del país y, en consecuencia, se fomenta el conocimiento y valoración del mismo.


RECUADRO 1
La migración de las aves
· La migración es una conducta instintiva.
· Las aves, al igual que otros animales, poseen dos "relojes biológicos" que determinan complejas funciones diarias y anuales, respectivamente. El reloj biológico diario responde a los ciclos diarios de luz y temperatura. El reloj anual actúa sobre el sistema hormonal y les anuncia, por ejemplo, el momento indicado para mudar plumaje, migrar, reproducirse. Estos mecanismos hacen que se den los cambios fisiológicos necesarios que los prepara para migrar en el momento indicado.
El fenómeno de la migración de las aves no ha dejado de maravillar al ser humano.
Ya hace unos 5000 años, en la isla de Chipre en el Mediterráneo, se asociaba el movimiento estacional de un numeroso grupo de aves grandes con el momento adecuado para iniciar las siembras.
Aristóteles reconoció el fenómeno de la migración e identificó varias especies de aves migratorias.
Para los profetas del Antiguo Testamento la migración de gavilanes, desde el norte de Europa hacia África a través de los cielos de la Península del Sinaí y el Mar Rojo, era un fenómeno maravilloso y digno de ser contemplado pues simbolizaba los caminos de Dios.
El fenómeno de la migración fue reconocido gradualmente a través de los siglos.
Fuente: María Emilia Chaves, Asociación Ornitológica de Costa Rica

RECUADRO 2
Los tesoros voladores de los parques nacionales
La migración de millones de aves es uno de los fenómenos más impresionantes en Centroamérica.
En El Salvador, casi 200 especies de aves migratorias visitan al país cada año.
Algunas de las aves se reproducen en tierras muy lejanas, como Alaska y Newfoundland. Sus crías vuelan solas a Centroamérica cuando tienen apenas 2 o 3 meses de edad.
Otras especies reproducen en los bosques de Centroamérica, y todas las crías –sin excepción– migran a Sudamérica para luego regresar el próximo año.
Un zorzalito de Swainson (Catharus ustulatus) de Alaska puede vivir 10 años, haciendo el viaje entre Alaska y Centroamérica 20 veces, volando más de 150,000 kilómetros. ¡Esto es equivalente a casi 4 veces alrededor del mundo! ¡Algunas aves acuáticas vuelen mucho más lejos!
¿Qué rápido vuelan? El más pequeño, el colibrí (Archilochus colubris), vuela 97 km por hora, y cruza el Golfo de México en sólo 8 horas. El zorzalito de Swainson (Catharus ustulatus) migra hasta Alaska en 6—8 semanas, viajando un promedio de 150 km diario. El pequeño chipe (Dendroica sp.) es capaz de migrar sin parar durante 90 horas, viajando casi 7000 km de una sola vez.
¿Cómo se lo hacen? Antes del viaje, el ave come mucho y acumula grasa rica en energía. Algunas aves llegan casi al doble de su peso normal, permitiéndoles hacer vuelos muy largos sin parar.
Estas aves migratorias viven en bosques naturales, y también en los cafetales con muchos árboles de sombra. Las poblaciones de aves migratorias han disminuido por más de 50% en los últimos 40 años. Necesitan nuestra ayuda en conservar sus hábitats.
Fuente: Salvanatura

Artículo publicado en La Palabra Universitaria
http://lapalabra.utec.edu.sv/archivo/edic3-05-2007/notas.asp?comunicaID=57

Que Peralta Lagos no perdone el olvido

Con un agudo sentido del humor, José María Peralta Lagos retrató en “La muerte de la Tórtola” el habla mestiza de El Salvador de los años 30.

Carmen Molina Tamacas
Estudiante de Antropología

“Importante información sobre las costumbres y el habla de los distintos sectores de la sociedad provincial y rural salvadoreña de principios de siglo”. Así sintetiza Ricardo Roque Baldovinos uno de los muchos aportes que la obra de José María Peralta Lagos hace al conocimiento de la cultura y la lengua salvadoreña de principios del siglo XX.

La ausencia de estudios lingüísticos sobre la obra de Peralta Lagos, quien se dio a conocer con el seudónimo de T. P. Mechín (o Tepemechín), dificulta hacer un análisis con profundidad de las variaciones semánticas, fonéticas sintácticas en sus escritos. No obstante, es pertinente destacar que aún en una lectura breve es posible identificar algunos de esos aspectos que merecen ser abordados de manera científica. En ese sentido, El Salvador está en deuda con este militar, ingeniero y literato, que se burló socarronamente de su entorno y comparte créditos con sus contemporáneos que navegaron por las aguas del costumbrismo, quizá más visibles y llamativos, como Salvador Salazar Arrué (Salarrué).

¿Qué tan apropiado es establecer una comparación entre Salarrué y Tepemechín? Quizás no lo es, en tanto que el uno ha sido estudiado como el otro sepultado por el olvido. No obstante, el análisis de la obra del primero arroja ciertas luces que iluminan el sendero que debemos transitar para abordar al segundo.


El autor, la obra

La referencia bibliográfica más extensa de Peralta Lagos ha sido compilada por Carlos Cañas Dinarte para su Diccionario de Autores y Autoras de El Salvador. Allí refiere que nació en la ciudad de Nueva San Salvador, de La Libertad, el 25 de julio de 1873. Fue hijo de Rosa Lagos Marín y Antonio Peralta Lara, exalcalde y gobernador departamental de San Salvador.

Se interesó, dice Cañas Dinarte, por estudiar ingeniería, una carrera universitaria que el régimen del general Francisco Menéndez anexó a la Escuela Politécnica Militar. En enero de 1889 entró como pensionista de educación media a esa institución de formación castrense, de la que salió poco después del golpe militar del 22 de junio de 1890.

En junio de 1891 se marchó a España y en septiembre ingresó a la Academia General Militar, con sede en Toledo. Estudiante aventajado de matemáticas, desde el primer día de septiembre de 1893 pasó a la Academia Militar de Ingenieros (Guadalajara, España), donde obtuvo los grados de teniente e ingeniero, a fines de 1897.

Después de ostentar diversos cargos gubernamentales, le fue encargado en 1911 la construcción del Teatro Nacional junto con José Emilio Alcaine.

Fue representante diplomático de El Salvador en España y miembro de la Academia Salvadoreña de la Lengua. Escribió la comedia "Candidato", estructurada en tres actos, publicada por primera vez en 1931, por la Imprenta La República. La segunda edición data en 1976, por la Dirección de Publicaciones del Ministerio de Educación y a partir de esta fecha, ha sido numerosamente publicada por otras editoriales, ya que constituye una de las obras mas leídas en las letras nacionales. Se ha calificado su prosa como “efectiva, mordaz e irónica”

Entre sus obras más destacadas figuran “Burla burlando” (1923), “Brochazos” (1925) y “Doctor Gonorreitigorrea” (1926) y “La muerte de la tórtola” de 1931. Ésta, como afirma Baldovinos, está compuesta de una serie de crónicas que un periodista que viaja a la zona de San Vicente envía al director de su periódico. “Esta organización permite al texto funcionar pese a su carácter episódico y, sobre todo, permite que el lector asimile lo disparatado de las distintas secuencias que componen el relato”, indica.

“En realidad, más importante que la trama en sí son los lugares por los que transita el protagonista. Este recorrido le permite al narrador-protagonista descubrir los vicios de fondo que sufre la sociedad salvadoreña. Así, los personajes más que individualidades son tipos y a veces estereotipos, don Fulano representa al hacendado bonachón pero ignorante, Ño Cleto al campesino bueno, Casimiro al campesino embrutecido por el alcohol y la libido, los tinterillos del pueblo al sistema legal incompetente, Inés a la mujer deshumanizada por la marginación y los malos tratos, Tórtola a la joven que yerra el camino por la lujuria de los poderosos y la intolerancia del medio, etc… En resumen, el viaje del protagonista a San Vicente y sus alrededores es la ocasión por medio de la cual el texto permite al lector una verdadera inmersión en la nación profunda.

Importancia considerable tiene en este relato la figura del narrador-protagonista, el periodista que asume sucesivamente las identidades de ‘corresponsal ambulante’, ‘corresponsal soterrado’ y ‘corresponsal libérrimo’. Si bien toda la evidencia apunta a que este personaje no está construido de material autobiográfico, ello no impide que encarne una perspectiva sobre la realidad cercana a la mantenida por el autor. En el prólogo, el autor confiesa ‘la simpatías que… sentí siempre por 'los chicos de la prensa' esa juventud sana, soñadora y candorosa…’ y les recuerda ‘¡Jóvenes y viejos periodistas! Recordad que si los maestros son los forjadores de alma y corazones, a vosotros corresponde su orientación y pulimiento". Aún dentro de la ficción T. P. Mechín elige como conciencia privilegiada la mirada del periodista y polemista político’”, apunta Baldovinos.

Él añade que aunque los méritos literarios de “La muerte de la tórtola” “radican menos en el andamiaje del relato que en los toques humorísticos de su estilo, rico en insinuaciones” es posible descubrir también valores de otra índole. Así, este divertido relato constituye un importante documento histórico de nuestro país.

El dilema del género
Para determinar cuál es el género al cual pertenecen los relatos que constituyen “La muerte de la tórtola”, se debe hacer varias consideraciones. En primer lugar hay que destacar la ausencia de un análisis crítico de la obra de Peralta Lagos, ya que los únicos ensayos al respecto son recopilaciones biográficas y literarias, de la autoría de Cañas Dinarte, entre las primeras, y Baldovinos, entre las segundas.

Incluso ambos académicos no se ponen de acuerdo en torno al género del texto. Cañas Dinarte afirma que La muerte… es una “novela de costumbres”, mientras que Baldovinos la presenta como una “crónica”, dentro de los géneros de redacción periodística.

Si los acontecimientos que narra en “La muerte…” son verídicos entonces podría ser catalogado como una crónica, lo cual requiere una exhaustiva labor de investigación en el terreno donde el “corresponsal” escribió sus andanzas. De lo contrario, si es producto de su creación, no queda más que colocarle la viñeta de narraciones con toque humorístico de corte costumbrista.

El costumbrismo de los años 30

Uno de los más lúcidos exámenes de la obra narrativa de Salarrué lo ha realizado el literato nicaragüense Sergio Ramírez. En su prólogo de la Antología del Cuento Centroamericano explica que “desde la consecuencia última de toda creación, que es su permanencia, no hay duda que la corriente que dentro de ella representa Cuentos de Barro, publicado en 1933, y a la que se suman principalmente Trasmallo (1954) y Cuentos de Cipotes (1945/1961) es la que se impone, y seduce por su capacidad de concretar artísticamente todo un mundo de raíces populares a través de una exaltación mágica del lenguaje”.

Ramírez recuerda que Salarrué es oriundo de Sonsonate, uno de los departamentos cuya presencia indígena es muy palpable, “tierra de los izalcos, descendientes de tribus aztecas emigradas desde el norte, que protagonizan Cuentos de Barro, y es la tierra de su infancia, el paisaje que estaría presente en sus relatos desde El Señor de la Burbuja; pero fuera de ser una transparente reacción a sus vivencias más entrañables, Cuentos de Barro, dentro de lo que tiene de precisa demarcación etnológica y social, porque cubre desde dentro a unos habitantes y su geografía, representa también el punto máximo de desarrollo que la literatura costumbrista logra alcanzar en Centroamérica”.

A su juicio, El Salvador es “donde el realismo costumbrista, que es un fenómeno más o menos disperso en Centroamérica, concentra alguna fuerza, sobre todo con Arturo Ambrogi, en quien Salarrué encontraría valiosas enseñanzas, pues según propia confesión la lectura de El libro del Trópico, encontrado en la librería Brentano de Nueva York en sus días de adolescente cuando disfrutaba de una beca para estudiar pintura en Estados Unidos, le resultaría decisiva: “Fijate que yo me sabía de memoria el índice de El libro del Trópico, como que hubiera sido un poema: La Siesta, La Sacadera, La pesca bajo el sol... me llenaba de una cosa terrible que me ahogaba porque me acordaba de todo mi terruño...”.

Salarrué, dice Ramírez, logra con Cuentos de Barro no sólo la mejor de las realizaciones artísticas que el relato vernáculo pudo alcanzar, sino que en muchos sentidos prepara también su agotamiento, pues a partir de entonces, pese a la nutrida causa de seguidores que el género gana en Centroamérica, incluso dentro del estilo literario mismo de Salarrué, breve y metafórico, ya nunca más vuelve a alcanzar aquella excelencia, aunque cuentos regionales se siguen escribiendo por varias décadas más dentro de una fijación temática que provoca la identificación, o confusión, de la literatura nacional con la literatura vernácula, como si fuera del territorio regional no pudiera darse ningún otro tipo de narrativa, sobre todo en el cuento”.

Y esos cuentos –andamiaje teórico que podemos utilizar para categorizar la obra de Tepemechín- buscan “lograr una identificación de lenguaje popular, habla campesina matizada de valores arcaicos, voces indígenas, deformaciones fonéticas y neologismos que resultan de la propia invención del autor, para designar lugares y cosas, situaciones; la invención del lenguaje trata de totalizar una apropiación desde dentro de los personajes, como si la única manera de interpretar el mundo en palabras, para un campesino, fuera desde una textura lírica”.

No obstante, es pertinente destacar que tanto Salarrué como Peralta incluyeron en sus escritos palabras no sólo de su invención, sino muchas que registraron en el campo e incluso en la misma ciudad. Ambos se convirtieron en los albaceas de una forma de comunicación que quizás, está por extinguirse o ya desapareció en la mayor parte del país.

Otros estudiosos del costumbrismo destacan la contraposición modernidad con el pretérito.
De acuerdo con la nicaragüense Ileana Rodríguez “(la fonética) son estas unidades pequeñas de sentido las que denuncian, según el escritor, los desfases de la modernidad en la ignorancia. De la misma manera que el Indio no distingue linderos y propiedades, ni conoce más allá de la extensión de su rancho, tampoco sabe dónde termina una palabra y empieza la otra y mucho menos la propiedad de los fonemas, la distinción entre una "e" y una "i," (tioficies, dioro), o entre la "g" y la "b" (aguelo), entre un ruido, una onomatopeya y una palabra (Agüen, catizumbadas).
La autora hace un análisis acerca de la intencionalidad posiblemente velada de los motivos que llevaron a los autores –Salarrué y Tepemechín- a registrar el léxico que provenía de los indios y de las personas que habitaban en las zonas rurales o suburbanas de su época.
Ojos y orejas, vista y oído son los órganos y los sentidos de las prácticas utilizadas en la observación y vigilancia de la lengua. Como los misioneros del período colonial, el escritor costumbrista quiere aprender del Indio su dialecto, para después convertirlo en letras. Para eso tiene que aguzar el oído, dejar de hablar para escuchar. El Indio se convierte así en informante cuando no en autor implícito del relato, vuelve a ocupar su papel retórico para circular en el mercado de las letras. Su lengua es la materia prima del proceso productivo del costumbrismo regionalista. La relación no es una de alfabetización, ni mucho menos. El escritor nunca se propone corregir el habla sino vigilarla y después copiarla; y así poder luego documentar a los hablantes junto a sus dialectos. El escritor tiene interés en oírlos para poderlos escribir, para poderlos convertir en ilustración, para disciplinarlos. Y en esto el costumbrismo es didáctico; enseña negando. Por eso no registra ningún matiz, ignora los usos paródicos, los respetos, afectos y obligaciones, las huellas que la catequización ha dejado en los sufijos castellanizados y en las paráfrasis compensatorias, las permanencias de las aproximaciones en la traducción de sonidos. Hablando como él en la escritura misma, el Indio es promovido a usuario eventual de su propia lengua, y destinado reiterativamente a repetir los mismos errores de su léxico que el escritor ha oído y guardado para ellos. Oír al Indio es depurarlo, filtrarlo, seleccionar, estimular el equívoco y promover su ridiculización. Por eso del Indio sólo interesa el léxico. Repetirlo como él lo dice y fijar dónde lo dice, su circunstancia, su rancho, con los suyos, en la escritura para construir su totalidad diferencial, lo que el autor no es.
Giros fonéticos, sintácticos y lingüísticos
A continuación se detallará algunos de los giros fonéticos, estilísticos y gramaticales detectados en los capítulos la mancha brava en Guazapa, Lo de la langosta y El comandante rijoso.
Existe una clara tendencia estilística que se identifica con la redacción periodística de aquella época. Esta incluye la omisión de muchos pronombres personales e incluso preoposiciones. Destaca la presencia de pronombres enclíticos (‘celébranse’, háblase’, ‘dígole’), etc.
Junto a los nahuatismos propios de una lengua mestiza como la que hablamos en El Salvador (‘cheléase’, que proviene de ‘chele’, es decir blanco; ‘tetuntes’ por objetos contundentes; ‘chapodos’ por desengramar; ‘chacalines’ por camaroncillos, ‘cuétanos’ por un determinado tipo de gusanos, ‘tanate’ por bulto, ‘pucuyo’ por ave rapaz, ‘chiche’ por fácil ) aparecen neologismos como ‘esportesmanes’, por ‘sportman’, es decir, un individuo aficionado a las cuestiones deportivas. En un tono socarrón y burlesco es posible sumar otras formas como ‘que gozan simpatías población y bello sexo’ por ‘galantes’.
Es necesario destacar nombres propios de origen náhuat como Guazapa, Michapa, El Coyolito, Apopa, Nejapa, Soyapango e Ixtepeque.
Figuran además hipocorísticos relacionados con los nombres (‘Chico’ y ‘Paco’, por Francisco, ‘Patro’ por Patrocinio, Chon, por Concepción o Encarnación).
Así también formas nominales que se derivan de la polisíntesis propia del náhuat, como ‘matagusano’ y ‘macho-ratones’ así como apócopes como ‘ña’ por niña.
Otras frases surgen del habla popular metafórico como ‘romperme el bautismo’, por golpe en la cabeza, ‘chupar’ por beber licor, ‘enviar una candela’ por encender una vela, entre otros.
Otras palabras cuyo origen no ha sido estipulado necesariamente como náhuat, sino que forman parte del folclor, son ‘cuilio’ por policía; ‘infiernillo’ por ausol.

Más que fecundidad literaria

De la breve y concisa lectura de dos capítulos de La muerte de la tórtola de José María Peralta Lagos, es posible identificar algunas formas de redacción que corresponden justamente a los años en los que la obra fue escrita, es decir en los albores de la década de 1930.

Las comunicaciones que hace el Corresponsal ambulante se relacionan de manera muy estrecha con la lengua que hablamos en El Salvador, en la que es posible identificar giros fonéticos como los arriba descritos, que hacen referencia directa a la forma gramatical propia del castellano con mezcla o salpicaduras de nahuatismos, la lengua que pese a haber sido subyugada por los invasores españoles, se muestra como una forma de resistencia. El náhuat, como herencia de nuestros ancestros, se evidencia no sólo por medio del léxico, sino por medio de construcciones polisintéticas, una de sus características fundamentales.

Los hipocorísticos de los nombres es otra característica de nuestra lengua, situación que se evidencia como constante en el tiempo así como el recurrente uso de metáforas y doblesentidos. En ese caso es necesario destacar que Tepemechín es uno de los máximos exponentes de la comedia literaria, y se valió del ingenio, de adoptar alocuciones propias de la lengua popular para plasmar mensajes burlones y satirizar a la clase social dominante y política… a la cual paradójicamente él pertenecía.

No obstante y debido a la cantidad y calidad de fuentes documentales encontradas, es necesario profundizar en la ideología de Peralta Lagos que le fue permitido expresar por medio de su ingeniosa escritura, ya que los mensajes contienen irónicas referencias a la clases dominante –no hay que olvidar que la primera edición de La muerte… fue publicada diez meses después del inicio del etnocidio en la zona occidental de El Salvador.

Falta mucho por descubrir pues de la obra de este genio de la comedia que salpicando sus textos de formas costumbristas, desvela un sentimiento patriótico que va más allá de la fecundidad literaria.


Artículo publicado en La Palabra Universitaria
http://lapalabra.utec.edu.sv/archivo/edic4-06_07-2007/notas.asp?comunicaID=85

Un nacimiento que habla de nosotros

Un nacimiento que habla de nosotros

Por Carmen Molina Tamacas
Estudiante egresada de licenciatura en Antropología


El Museo Universitario de Antropología (MUA) abrió al público una exposición de nacimientos, el arte de recrear el misterio del nacimiento de Jesucristo.
La sala temporal muestra diveras maneras de cómo las familias salvadoreñas adecuan las figurillas de barro, a veces de madera e incluso otros materiales, para exponer en sus hogares la razón de ser de las fiestas de fin de año.
En el lobby del museo, no obstante, se extiende en el suelo y en parte de la simulación de un risco, un nacimiento bastante peculiar. A simple vista sólo es una recreación tradicional, con elementos tomados de la realidad, pero al adentrarse explorando los "muñecos", como popularmente se le llama a las figurillas de barro, encontramos un reflejo de nuestra realidad vigente.
El director del MUA, el antropólogo Ramón Rivas, explica que la parte superior es el denominado misterio: la Virgen María y San José, los abnegados padres del Hijo de Dios, resguardados por el calor de la mula y el buey. Esta parte cuenta además con el cobertizo donde según la historia nació el Niño Jesús, así como los tres reyes magos, Melchor, Gaspar y Baltaza, que llegaron a Belén guiados por la luminosidad divina de una estrella.
Así como cada familia que incluye elementos y accesorios propios, la Universidad Tecnológica decidió disponer de una "plaza" en el mundo terrenal que acompaña este vistoso nacimiento.
"Los edificios de la Universidad representan varias cosas. Primero su presencia en el espectro académico de El Salvador", destacó Rivas. Pero, además, los edificios lucen rodeados por vendedores, ya que se quiso reflejar el caos que rodea a la universidad por el desorden generado por el comercio ambulante e informal que refleja la crisis económica y urbana de la ciudad y del país, añadió.
En la plaza que conforman los edificios de la Universidad hay muchos estudiantes, que a su vez reflejan otro matiz de la realidad salvadoreña: muchos de ellos pueden estudiar gracias a las remesas, es decir, el dinero que le envían sus parientes desde Estados Unidos. Esos "hermanos lejanos" están representados por un dramático espacio vacío: el espacio de lo que se fueron a otro país buscando las oportunidades que el suyo no les procuró.
Ese espacio es una sección de arena, en el que sólo hay un árbol con zopilotes y vigilado por el Diablo. "No todos los que se fueron a Estados Unidos lograron su sueño, muchos murieron en el camino", indicó Rivas. De hecho, decenas de personas que emprenden el camino de manera ilegal a Estados Unidos perecen víctimas del calor del desierto, los asaltantes o pierden las piernas o la vida en los rieles de un tren.
Hay otros elementos menos dramáticos en el nacimiento colocado en el MUA, ya que se trata de símbolos de nuestra cultura, como el el caso del mítico Cipitío, enamorado de las muchachas campesinas o de la Siguanaba, que representa una moraleja aleccionadora para los hombres infieles.
Así hay otros componentes como las bodas, los mariachis y los pastores que no faltan en los nacimientos tradicionales, pero que a la luz de la intención, adquieren nuevos significados de nuestra cultura.
Actividad sísmica durante 2007 en El Salvador

San Salvador, 19 de diciembre de 2007 - El Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales a través del Servicio Nacional de Estudios Territoriales, informa sobre la actividad sísmica registrada durante 2007 en El Salvador. La actividad sísmica en El Salvador está relacionada directamente con el movimiento de fallas geológicas locales y los sismos con este origen se les conoce como locales. La otra causa de la sismicidad es la interacción de las placas tectónicas Coco y Caribe, a este otro tipo de sismicidad se le conoce como regional o por subducción. Los sismos generados por fallas locales durante 2007 y hasta el 17 de diciembre, alcanzaron los 4 mil 295 y por subducción los 2 mil 489, de los cuales, aproximadamente 158 fueron percibidos por la población.

El total de sismos anual llegó a los 6 mil 784. Dos eventos a destacar durante el año son los enjambres sísmicos ocurridos entre finales del mes de junio y primeros días de julio. Estos enjambres fueron localizados, el primero en la zona del Cantón Los Naranjos del Municipio de Juayúa, Sonsonate y el Cantón Las Cruces del Municipio de Chalchuapa en Santa Ana y el segundo, localizado en la zona de Santiago de María, Mercedes Umaña y Alegría en el oriental departamento de Usulután. Las máximas magnitudes fueron 5.1 y 3.5 respectivamente. Estos dos enjambres sísmicos incrementaron la cantidad de sismos registrados en el mes de julio, ubicándolo como el mes con el mayor registro sísmico del año, con una cantidad de 2 mil 322 eventos, de los cuales aproximadamente 82 fueron percibidos por la población.

El mes con menos sismicidad registrada hasta la emisión de este Comunicado es diciembre con 150 eventos, de los cuales 46 fueron locales y 104 regionales. Del total, solamente dos sismos fueron percibidos por la población.

El sismo de mayor magnitud registrado en el país a través de la Red de Estaciones Sismográficas fue el ocurrido el 18 de enero a las 7 de la noche con 43 minutos, con una magnitud de 6.2 en la escala de Richter, una intensidad de V y VI en la Escala Mercalli Modificada y localizado a 55 kilómetros al Sur de la Bocana La Perla en el Departamento de La Libertad. La sismicidad durante el año 2007 se ha considerado dentro de lo normal.

Para mayor información, favor dirigirse a: Unidad de Comunicación Social(503) 2283 2242 y (503) 2283 2243comunicacionessnet@snet.gob.svwww.snet.gob.sv