jueves, 20 de diciembre de 2007

Un nacimiento que habla de nosotros

Un nacimiento que habla de nosotros

Por Carmen Molina Tamacas
Estudiante egresada de licenciatura en Antropología


El Museo Universitario de Antropología (MUA) abrió al público una exposición de nacimientos, el arte de recrear el misterio del nacimiento de Jesucristo.
La sala temporal muestra diveras maneras de cómo las familias salvadoreñas adecuan las figurillas de barro, a veces de madera e incluso otros materiales, para exponer en sus hogares la razón de ser de las fiestas de fin de año.
En el lobby del museo, no obstante, se extiende en el suelo y en parte de la simulación de un risco, un nacimiento bastante peculiar. A simple vista sólo es una recreación tradicional, con elementos tomados de la realidad, pero al adentrarse explorando los "muñecos", como popularmente se le llama a las figurillas de barro, encontramos un reflejo de nuestra realidad vigente.
El director del MUA, el antropólogo Ramón Rivas, explica que la parte superior es el denominado misterio: la Virgen María y San José, los abnegados padres del Hijo de Dios, resguardados por el calor de la mula y el buey. Esta parte cuenta además con el cobertizo donde según la historia nació el Niño Jesús, así como los tres reyes magos, Melchor, Gaspar y Baltaza, que llegaron a Belén guiados por la luminosidad divina de una estrella.
Así como cada familia que incluye elementos y accesorios propios, la Universidad Tecnológica decidió disponer de una "plaza" en el mundo terrenal que acompaña este vistoso nacimiento.
"Los edificios de la Universidad representan varias cosas. Primero su presencia en el espectro académico de El Salvador", destacó Rivas. Pero, además, los edificios lucen rodeados por vendedores, ya que se quiso reflejar el caos que rodea a la universidad por el desorden generado por el comercio ambulante e informal que refleja la crisis económica y urbana de la ciudad y del país, añadió.
En la plaza que conforman los edificios de la Universidad hay muchos estudiantes, que a su vez reflejan otro matiz de la realidad salvadoreña: muchos de ellos pueden estudiar gracias a las remesas, es decir, el dinero que le envían sus parientes desde Estados Unidos. Esos "hermanos lejanos" están representados por un dramático espacio vacío: el espacio de lo que se fueron a otro país buscando las oportunidades que el suyo no les procuró.
Ese espacio es una sección de arena, en el que sólo hay un árbol con zopilotes y vigilado por el Diablo. "No todos los que se fueron a Estados Unidos lograron su sueño, muchos murieron en el camino", indicó Rivas. De hecho, decenas de personas que emprenden el camino de manera ilegal a Estados Unidos perecen víctimas del calor del desierto, los asaltantes o pierden las piernas o la vida en los rieles de un tren.
Hay otros elementos menos dramáticos en el nacimiento colocado en el MUA, ya que se trata de símbolos de nuestra cultura, como el el caso del mítico Cipitío, enamorado de las muchachas campesinas o de la Siguanaba, que representa una moraleja aleccionadora para los hombres infieles.
Así hay otros componentes como las bodas, los mariachis y los pastores que no faltan en los nacimientos tradicionales, pero que a la luz de la intención, adquieren nuevos significados de nuestra cultura.

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