jueves, 20 de diciembre de 2007

Ciudad Vieja, el origen de nuestra capital

Poco a poco, los científicos descubren algunos de los secretos que guarda el sitio histórico Ciudad Vieja, ubicado en Cuscatlán. La más reciente investigación, en la que participaron profesores y alumnos de la UTEC, indica que aún falta mucho para lograr que los salvadoreños entendamos la importancia de este pequeño pero valioso eslabón de la historia de nuestro país.

Por Carmen Molina Tamacas
Estudiante de licenciatura en Antropología

Han pasado 420 años desde que doña Beatriz de Bera y Cerrato hiciera constar en su testamento que era la dueña de una hacienda llamada La Bermuda.
Este documento, elaborado por el escribano público de la Villa de la Trinidad (Sonsonate) Antonio Vibar, es una de las evidencias más antiguas de la importancia de este terreno en la historia de El Salvador. Se trata del lugar, que de acuerdo con arqueólogos e historiadores, fue el segundo y posiblemente el primer asentamiento de los conquistadores españoles en su intento por fundar la metrópoli que ahora llamamos San Salvador.
Ese lugar, al que ahora podemos acceder no sólo físicamente vía carretera, sino al que también podemos viajar por medio de las narraciones y estudios realizados por investigadores nacionales y extranjeros, encierra muchos secretos en torno a nuestro origen.
No obstante, la más reciente investigación que se llevó a cabo en del 20 de noviembre al 1 de diciembre de 2006, en la que participaron profesores y alumnos de la Universidad Tecnológica (UTEC), indica que aún falta mucho para lograr que los salvadoreños entendamos la importancia de este pequeño pero valioso eslabón de la historia de nuestro país.

El origen del origen
En conjunto, la Escuela de Antropología de la UTEC, el Departamento de Arqueología del Consejo Nacional para la Cultura y el Arte (Concultura) y la Academia Salvadoreña de la Historia, elaboraron un proyecto de investigación con dos objetivos: hacer una evaluación de las posibles repercusiones de la futura construcción de una calle de acceso al sitio histórico de Ciudad Vieja y un diagnóstico del valor patrimonial que los habitantes aledaños le dan a este asentamiento colonial.
De acuerdo con el informe de la investigación, redactado por el director de la Escuela de Antropología de la UTEC, el arqueólogo José Erquicia, el principal objetivo consistía en registrar, salvaguardar, rescatar conservar, proteger, difundir y poner en valor el patrimonio arqueológico histórico de Ciudad Vieja.
Para ello, el proyecto propuso la realización de un sondeo arqueológico en el área que afectará la reparación de la calle de acceso al sitio de Ciudad Vieja. Los sondeos arqueológicos consisten en excavaciones por medio de las cuales se obtienen materiales culturales que evidencian la actividad humana en un determinado lugar. Posteriormente, los expertos realizan el análisis de esos materiales, los clasifican, identificación y registran en un inventario.
“Se vuelve prioritario y necesario antes de que se realicen los trabajos de reparación de la calle ‘nacional’ de acceso al sitio Ciudad Vieja, que se llevara a cabo un sondeo arqueológico en el lugar (que) se vería afectado, ya que se ha tenido el conocimiento previo que (esta vía) pasaba por encima de por lo menos cuatro cimientos de estructuras que forman parte del sitio histórico”, justifica el documento.
El sitio histórico Ciudad Vieja está ubicado unos 10 kilómetros al sur de la ciudad de Suchitoto, en el departamento de Cuscatlán. Su acceso principal es posible gracias a un kilómetro y medio de carretera pavimentada ubicado en el trayecto que de San Martín conduce a Suchitoto. El sitio arqueológico se encuentra en el valle de La Bermuda a una elevación promedio de 530 metros sobre el nivel del mar.
¿Por qué La Bermuda? De acuerdo con Joaquín Salaverría, quien en 1986 publicó “Fundación de San Salvador” en una publicación del Museo Nacional “David J. Guzman”, el nombre de La Bermuda proviene probablemente del hecho que en ese sitio abunda la graminácea Panicum Diffusum, conocida como Bermuda por los españoles de la Antillas Mayores.

Otro dato curioso que hace especular sobre el nombre es que uno de los conquistadores, Bartolomé Bermúdez jugó un papel decisivo en la toma del Peñón de Zinacántan, sitio donde los indígenas opusieron fuerte resistencia antes de la consolidación del régimen español en terreno cuzcatleco. Bermúdez fue quien ideó hacer “una escala o argumento de madera” poniéndolo al pie del peñol a modo de caballete por el cual subieron los españoles para atacar a los indígenas que se defendían en lo alto del peñol, y por medio del cual consiguieron que dejaran de tirar flechas y piedras y dejaran de gritar, consiguiendo así su sometimiento, según plantea Salaverría.

De acuerdo con reseñas de autores como Rodolfo Barón Castro, Jorge Lardé y Larín y William Fowler, es posible establecer que el primer asentamiento español permanente en El Salvador fue fundado por orden de Jorge de Alvarado, el 1 de abril de 1528 y fue abandonado en abril o mayo de 1545. Esto ocurrió apenas cuatro años después de la primera entrada en el territorio de Cuscatlán dirigida por Pedro de Alvarado en 1524. Se fundó como asentamiento de la hueste bajo el mando de Diego de Alvarado, primo hermano de Pedro y Jorge, como extensión de la conquista de Guatemala.

Ciudad Vieja consiste entonces, en los vestigios de la primera ciudad española en El Salvador, sede de la antigua villa de San Salvador fundada en el Valle de La Bermuda.

Según ha recapitulado el arqueólogo Federico Paredes, como todas las ciudades coloniales hispanoamericanas Ciudad Vieja fue construida en un plan de cuadrícula, pero el plano es poli-céntrico en lugar de ser estrictamente octogonal, lo que posiblemente refleje alguna influencia indígena. “Al centro de la villa se localiza la Plaza Mayor y el Cabildo en la esquina noroeste. Calles rectas salen de todas las esquinas siguiendo el plan de cuadrícula. También se notan claramente los linderos de los solares y los restos de muchas casa españolas. Rasgos defensivos, como garitas y puestos de vigilancia, se notan claramente en los extremos norte, este y sur del sitio. Muchos rasgos arquitectónicos del sitio especialmente las plataformas residenciales y terrazas parecen ser de carácter indígena. Un muro defensivo a lo largo de la periferia sur de la villa, tanto como los puestos de vigilancia y las garitas de control sirven como un recordatorio de que la conquista todavía era una tarea incompleta y los nativos aún eran hostiles ante los conquistadores en los primeros años de la ocupación”.

Fowler, quien ha realizado excavaciones en Ciudad Vieja desde 1996, lo describe como “el mejor sitio conservado de la época colonial temprana en toda América” y, por lo tanto, el sitio posee varias ventajas para la investigación arqueológica e histórica de los primeros años de la colonia en El Salvador y Centroamérica y el origen del asentamiento español en el Nuevo Mundo.

Más piezas del rompecabezas

Durante la investigación de sondeo arqueológico, los investigadores identificaron la presencia de estructuras que datan de la primera mitad del siglo XVI, pertenecientes a la antigua Villa de San Salvador de 1528 así como vestigios de cerámica elaborada por los indígenas. La información recolectada abonará al amplio acervo acumulado por los investigadores, empeñados en descifrar cómo fue, por breve que haya sido, la vida de esta prístina comunidad.

“En la estructura 4IIB, fue muy interesante registrar una pieza de barro cocido que es un ducto de cañería, lastimosamente no se pudo determinar una asociación directa con otros materiales de su especie que nos diera una comprensión de cómo éste estaba funcionando”, destaca Erquicia.

Anotó además que todas las estructuras registradas en la investigación guardan la orientación de 12º al norte, al igual que la generalidad de las demás estructuras registradas y excavadas en el sitio Ciudad Vieja, exceptuando el puesto de vigilancia sur.

El síntesis, detectaron más de 70 fragmentos de cerámica , que en su mayoría son de tradición indígena, asimismo algunos fragmentos de obsidiana, fragmentos de una piedra de moler con soporte y muchos clavos de distintas formas, además de escoria de hierro.

El valor del patrimonio

Uno de los objetivos primordiales de la investigación era determinar el valor que los habitantes aledaños le asignan al sitio histórico Ciudad Vieja. Así se realizó una encuesta cuyos resultados no son del todo alentadores.

“No involucrar a las comunidades aledañas a los sitios arqueológicos es un error que se pretende poco a poco erradicar dentro de los proyectos de investigación. Es por esta razón que la realización de este diagnóstico es el primer paso para poder conocer el interés que tienen las comunidades con los sitios, debido al potencial de desarrollo que representan para ellos. Sin embargo, no debemos olvidarnos que son los lugareños los depositarios de este patrimonio material y por esta razón se debe tomar en cuenta a estos grupos porque en la medida en que ellos reconozcan, valoren, protejan y difundan el patrimonio que poseen, todos saldremos beneficiados al conservarlo”, apunta Erquicia.
A partir de las entrevistas, el equipo de trabajo estima que, para el caso de Ciudad Vieja, sus depositarios, es decir la población aledaña, “solo ven el patrimonio con fines de desarrollo económico, no hay una verdadera pertenencia con el mismo”.

Siempre pasa lo mismo, remata el investigador: los investigadores llegan y no se acercan lo suficiente a las personas que viven cerca de los sitios como Ciudad Vieja. “Se debe llegar a conocer cuáles son las expectativas de la comunidad con respecto a lo que se les puede ofrecer en cuanto a ingresos económicos y de desarrollo que al final les beneficiaria”, añade.

El reto como investigadores, puntualizó, radica en crear estrategias de trabajo en conjunto que garanticen la protección, valorización, conservación y difusión del patrimonio que los ciudadanos poseen. Y también que esto sea una alternativa para que el país pueda gozar de su patrimonio “de una manera conciente y práctica”.


FRASE
“Juntamente con la antigua Guatemala y León Viejo en Nicaragua, así como Panamá Viejo, el sitio Ciudad Vieja, constituye uno de los más importantes enclaves de arqueología histórica en el área centroamericana. Es una cantera infinita de ciencia y hallazgos y la mejor perspectiva para el estudio del urbanismo de una villa de los primeros años del período colonial, donde el tiempo se detuvo en 1545 y marcó el nacimiento de el actual El Salvador, indígena, criollo y ladino”.
Pedro Escalante Arce, principal investigador histórico del sitio Ciudad Vieja y secretario general de la Academia Salvadoreña de la Historia



RECUADRO

· Ciudad Vieja tiene una extensión aproximada de 45 hectáreas (64 manzanas)
· Guarda los restos de las casas de los moradores y de edificios públicos de la Villa de San Salvador, con el trazo en retícula, que se implementó en la mayor parte de América Hispana, así como del muro de piedras circundante –que evoca una especie de muralla- que respondía a las necesidades de defensa del lugar.
· A través de los siglos, las edificaciones fueron destruidas por las inclemencias del tiempo, así como por acciones humanas para obtener materiales de construcción con la ventaja de que nunca se levantó encima otro poblado, por lo cual permaneció el trazado original y los vestigios bajo tierra, solo disturbados por la acción agrícola de los habitantes de los contornos.
· Entre los hallazgos más recientes figuran los cimientos de cuatro estructuras, dos de las cuales ya fueron mencionadas por Fowler como parte de la Garita Oeste del acceso al sitio histórico.

Fuente: Investigación arqueológica en el sitio histórico Ciudad Vieja y diagnóstico de la valoración patrimonial en su entorno. José Heriberto Erquicia Cruz

Montecristo y La Montañona, refugios para las aves viajeras

Un estudio realizado por Salvanatura reveló la presencia de aves migratorias en peligro de extinción en el paraje boscoso de pino y roble de Montecristo. Un hallazgo que llena de mucho regocijo pero que a la vez mueve hacia la reflexión de la urgencia por preservar este y otros recursos naturales.

Carmen Molina Tamacas
Estudiante de licenciatura en Antropología

El Salvador conserva menos del uno por ciento de sus bosques. Pese a ello, una pequeña franja que aún no ha desaparecido forma parte de la región conocida como Bosques de pino y roble de Mesoamérica.

El Fondo Mundial para la Conservación (WWF, por sus siglas en inglés) ha identificado esta zona, que comprende 111 mil 400 kilómetros cuadrados de bosque, que se extiende desde el sur de México, Guatemala, Honduras, El Salvador e incluso Nicaragua, como “críticamente amenazada”. Esto se debe a la presión que ejercen las poblaciones aledañas que buscan extender la agricultura y la ganadería.

Una de las acciones que más compromete la conservación de la zona es el cultivo del café. Asimismo, resiente los efectos del calentamiento global.

De acuerdo con un informe presentado por la fundación ecológica salvadoreña Salvanatura, los bosques de La Montañona, en Chalatenango, y el
Parque Nacional Montecristo, en Santa Ana, constituyen una parte fundamental para la conservación de este ecosistema, ya que acogen a diversas especies de flora y fauna y además producen importantes bienes y servicios ambientales a las comunidades aledañas.

La importancia del país en la ruta de las aves migratorias tiene antecedentes. Y su rol en el ciclo de diversos ecosistemas es de tal relevancia que fruto de las gestiones de diversos grupos ambientalistas del continente, cada 12 de mayo ha sido denominado el Día Internacional de las Aves Migratorias.

Su presencia es evidente cuando inicia el descenso de las temperaturas en el hemisferio norte. Así, los humedales como el Cerrón Grande, el lago de Güija o las lagunas El Jocotal u Olomega atestiguan desde tiempos inmemorables la presencia de decenas de especies que se regocijan con el agua cálida.

Este ciclo que les permite abastecerse de alimento para regresar a sus territorios en el norte fue registrado incluso por los antiguos habitantes precolombinos, a juzgar por los petrograbados con figuras de aves que se localizan en la isla de Igualtepeque en Güija.

Al inaugurar la Asociación Intermunicipal de la Bahía de Jiquilisco, la vicepresidenta de la República, Ana Vilma de Escobar, destacó que esta zona, que abarca unos 55 kilómetros de costa, atesora el manglar más grande del país: “más de 22 mil hectáreas de de manglares que son sitio de anidación, destino o paso de más de 85 especies de aves migratorias de relevancia internacional”.
De acuerdo con Salvanatura, El Salvador es visitado cada año por casi 200 especies de aves migratorias (ver recuadro).
Un estudio pionero acerca de las aves migratorias en El Salvador lo constituye el conteo de anátidos (patos, pishishes, zarcetas y gansos) realizado en la estación seca de 2000 a 2001 patrocinado por la organización Ducks Unlimited (Patos sin fronteras).

De acuerdo con el informe final del estudio, en El Salvador se reconoce la ocurrencia de 14 especies de anátidos de las cuales cuatro son residentes (Dendrocygna autumnalis, D. bicolor, Cairina moschata y Nomonyx dominicus). Las 10 restantes Anas clypeata, A. americana, A. acuta, A. discors, A. crecca, A. cyanoptera, A. platyrhynchos, Aythya affinis, Oxyura jamaicensis y Chen caerulescens son migratorias.

Todas estas especies, afirma el reporte final elaborado por los biólogos Ricardo Ibarra, Wilfredo Rodríguez, Néstor Herrera y Roberto Rivera, se distribuyen en los humedales continentales, pero prefirieren las aguas poco profundas.

Los anátidos que se avistan en El Salvador “se caracterizan por su conducta gregaria, forman grupos desde tres individuos hasta bandadas de varios cientos o concentraciones de miles. Suelen concentrarse en determinados sitios que reúnen las condiciones para su permanencia, alimentación y seguridad, preferiblemente alejados de población humana. Por su tamaño y sabor de su carne, son consideradas especies de caza, tanto para subsistencia como cacería deportiva”.

En su estado natural desempeñan un importante papel en el control de plantas acuáticas e invertebrados; ayudan a la diseminación de plantas, llevando semillas en sus plumas o a través de las heces y son parte integral de las cadenas alimenticias.

Otro estudio importante y novedoso lo acerca de las aves migratorias fue realizado por el ornitólogo Oliver Komar, director del Programa de Ciencias para la Conservación, de Salvanatura. Basándose en una revisión de las publicaciones de literatura científica acerca de la presencia de aves en las plantaciones de café, el experto considera la hipótesis de que éstas son muy importantes para la conservación de las aves, tanto migratorias como residentes.


Al abrigo del bosque
Como parte del Programa de Ciencias para la Conservación, Salvanatura se asoció con American Bird Conservancy. Ambas recibieron el apoyo financiero del Servicio de Pesca y Vida silvestre de los Estados Unidos para investigar la situación de los bosques de pino y roble ubicados en el norte de El Salvador. El proyecto fue denominado “Quercus y Aves”.

Al respecto, Komar, explicó que el objetivo del proyecto es contribuir a proteger uno de los ecosistemas más amenazados en el istmo mesoamericano: los bosques de pino-roble y encino, estos dos últimos, científicamente conocidos como Quercus.

Para cumplir con esta aspiración, el equipo de investigadores realizó un inventario
de aves en La Montañona y Montecristo. Esto es posible por medio de la captura –con redes especiales- de aves y el monitoreo constante, tarea que requiere mucho tiempo y paciencia.

De acuerdo con Salvanatura, los inventarios demostraron que las aves migratorias mantienen una preferencia muy marcada por los bosques de pino-roble, ya que estas conformaron el 61% de las aves capturadas en La Montañona, y el 49% de las capturadas en Montecristo.

Esto es alto si se compara con los resultados que se obtienen en otras partes. Por ejemplo en los bosques nebulosos las aves migratorias apenas representan el 20% de las especies detectadas.

Salvanatura subraya que la presencia de especies en las áreas de pino y roble, así como de especies amenazadas, confirma la importancia de conservación de este tipo de hábitat, y representa un importante potencial para la generación de recursos económicos a través del desarrollo del ecoturismo y aviturismo en la zona.

Los expertos en aves consideran que el parque nacional Montecristo es un área prioritaria para la conservación de aves. Esto se explica gracias a lo que ellos denominan “fuerte presencia” de especies que sólo habitan en los bosques de roble y pino y que están en peligro de extinción.

Uno de los descubrimientos más importantes de este estudio es que el ave migratoria Dendroica chrysoparia, conocida como Chipe caridorado que está en peligro de extinción en el mundo, de octubre a febrero habita entre los majestuosos pinos y robles del Parque Nacional Montecristo.

Asimismo avistaron la presencia de 21 nuevas especies de aves para este sitio, aumentando la lista a 257 identificadas para el área. Entre las primeras figuran el Perico barrado y el Vaquero gigante. En La Montañona registraron 41 especies nuevas que pasan de febrero a
marzo en el bosque, de manera que de 92, ahora hay 133 especies reportadas.

Komar plantea que es necesario continuar realizando inventarios de la avifauna nacional de acuerdo con el tipo de hábitat y en zonas de alta prioridad de conservación. Este inventario prueba que la unión de esfuerzos deriva en el conocimiento del patrimonio natural del país y, en consecuencia, se fomenta el conocimiento y valoración del mismo.


RECUADRO 1
La migración de las aves
· La migración es una conducta instintiva.
· Las aves, al igual que otros animales, poseen dos "relojes biológicos" que determinan complejas funciones diarias y anuales, respectivamente. El reloj biológico diario responde a los ciclos diarios de luz y temperatura. El reloj anual actúa sobre el sistema hormonal y les anuncia, por ejemplo, el momento indicado para mudar plumaje, migrar, reproducirse. Estos mecanismos hacen que se den los cambios fisiológicos necesarios que los prepara para migrar en el momento indicado.
El fenómeno de la migración de las aves no ha dejado de maravillar al ser humano.
Ya hace unos 5000 años, en la isla de Chipre en el Mediterráneo, se asociaba el movimiento estacional de un numeroso grupo de aves grandes con el momento adecuado para iniciar las siembras.
Aristóteles reconoció el fenómeno de la migración e identificó varias especies de aves migratorias.
Para los profetas del Antiguo Testamento la migración de gavilanes, desde el norte de Europa hacia África a través de los cielos de la Península del Sinaí y el Mar Rojo, era un fenómeno maravilloso y digno de ser contemplado pues simbolizaba los caminos de Dios.
El fenómeno de la migración fue reconocido gradualmente a través de los siglos.
Fuente: María Emilia Chaves, Asociación Ornitológica de Costa Rica

RECUADRO 2
Los tesoros voladores de los parques nacionales
La migración de millones de aves es uno de los fenómenos más impresionantes en Centroamérica.
En El Salvador, casi 200 especies de aves migratorias visitan al país cada año.
Algunas de las aves se reproducen en tierras muy lejanas, como Alaska y Newfoundland. Sus crías vuelan solas a Centroamérica cuando tienen apenas 2 o 3 meses de edad.
Otras especies reproducen en los bosques de Centroamérica, y todas las crías –sin excepción– migran a Sudamérica para luego regresar el próximo año.
Un zorzalito de Swainson (Catharus ustulatus) de Alaska puede vivir 10 años, haciendo el viaje entre Alaska y Centroamérica 20 veces, volando más de 150,000 kilómetros. ¡Esto es equivalente a casi 4 veces alrededor del mundo! ¡Algunas aves acuáticas vuelen mucho más lejos!
¿Qué rápido vuelan? El más pequeño, el colibrí (Archilochus colubris), vuela 97 km por hora, y cruza el Golfo de México en sólo 8 horas. El zorzalito de Swainson (Catharus ustulatus) migra hasta Alaska en 6—8 semanas, viajando un promedio de 150 km diario. El pequeño chipe (Dendroica sp.) es capaz de migrar sin parar durante 90 horas, viajando casi 7000 km de una sola vez.
¿Cómo se lo hacen? Antes del viaje, el ave come mucho y acumula grasa rica en energía. Algunas aves llegan casi al doble de su peso normal, permitiéndoles hacer vuelos muy largos sin parar.
Estas aves migratorias viven en bosques naturales, y también en los cafetales con muchos árboles de sombra. Las poblaciones de aves migratorias han disminuido por más de 50% en los últimos 40 años. Necesitan nuestra ayuda en conservar sus hábitats.
Fuente: Salvanatura

Artículo publicado en La Palabra Universitaria
http://lapalabra.utec.edu.sv/archivo/edic3-05-2007/notas.asp?comunicaID=57

Que Peralta Lagos no perdone el olvido

Con un agudo sentido del humor, José María Peralta Lagos retrató en “La muerte de la Tórtola” el habla mestiza de El Salvador de los años 30.

Carmen Molina Tamacas
Estudiante de Antropología

“Importante información sobre las costumbres y el habla de los distintos sectores de la sociedad provincial y rural salvadoreña de principios de siglo”. Así sintetiza Ricardo Roque Baldovinos uno de los muchos aportes que la obra de José María Peralta Lagos hace al conocimiento de la cultura y la lengua salvadoreña de principios del siglo XX.

La ausencia de estudios lingüísticos sobre la obra de Peralta Lagos, quien se dio a conocer con el seudónimo de T. P. Mechín (o Tepemechín), dificulta hacer un análisis con profundidad de las variaciones semánticas, fonéticas sintácticas en sus escritos. No obstante, es pertinente destacar que aún en una lectura breve es posible identificar algunos de esos aspectos que merecen ser abordados de manera científica. En ese sentido, El Salvador está en deuda con este militar, ingeniero y literato, que se burló socarronamente de su entorno y comparte créditos con sus contemporáneos que navegaron por las aguas del costumbrismo, quizá más visibles y llamativos, como Salvador Salazar Arrué (Salarrué).

¿Qué tan apropiado es establecer una comparación entre Salarrué y Tepemechín? Quizás no lo es, en tanto que el uno ha sido estudiado como el otro sepultado por el olvido. No obstante, el análisis de la obra del primero arroja ciertas luces que iluminan el sendero que debemos transitar para abordar al segundo.


El autor, la obra

La referencia bibliográfica más extensa de Peralta Lagos ha sido compilada por Carlos Cañas Dinarte para su Diccionario de Autores y Autoras de El Salvador. Allí refiere que nació en la ciudad de Nueva San Salvador, de La Libertad, el 25 de julio de 1873. Fue hijo de Rosa Lagos Marín y Antonio Peralta Lara, exalcalde y gobernador departamental de San Salvador.

Se interesó, dice Cañas Dinarte, por estudiar ingeniería, una carrera universitaria que el régimen del general Francisco Menéndez anexó a la Escuela Politécnica Militar. En enero de 1889 entró como pensionista de educación media a esa institución de formación castrense, de la que salió poco después del golpe militar del 22 de junio de 1890.

En junio de 1891 se marchó a España y en septiembre ingresó a la Academia General Militar, con sede en Toledo. Estudiante aventajado de matemáticas, desde el primer día de septiembre de 1893 pasó a la Academia Militar de Ingenieros (Guadalajara, España), donde obtuvo los grados de teniente e ingeniero, a fines de 1897.

Después de ostentar diversos cargos gubernamentales, le fue encargado en 1911 la construcción del Teatro Nacional junto con José Emilio Alcaine.

Fue representante diplomático de El Salvador en España y miembro de la Academia Salvadoreña de la Lengua. Escribió la comedia "Candidato", estructurada en tres actos, publicada por primera vez en 1931, por la Imprenta La República. La segunda edición data en 1976, por la Dirección de Publicaciones del Ministerio de Educación y a partir de esta fecha, ha sido numerosamente publicada por otras editoriales, ya que constituye una de las obras mas leídas en las letras nacionales. Se ha calificado su prosa como “efectiva, mordaz e irónica”

Entre sus obras más destacadas figuran “Burla burlando” (1923), “Brochazos” (1925) y “Doctor Gonorreitigorrea” (1926) y “La muerte de la tórtola” de 1931. Ésta, como afirma Baldovinos, está compuesta de una serie de crónicas que un periodista que viaja a la zona de San Vicente envía al director de su periódico. “Esta organización permite al texto funcionar pese a su carácter episódico y, sobre todo, permite que el lector asimile lo disparatado de las distintas secuencias que componen el relato”, indica.

“En realidad, más importante que la trama en sí son los lugares por los que transita el protagonista. Este recorrido le permite al narrador-protagonista descubrir los vicios de fondo que sufre la sociedad salvadoreña. Así, los personajes más que individualidades son tipos y a veces estereotipos, don Fulano representa al hacendado bonachón pero ignorante, Ño Cleto al campesino bueno, Casimiro al campesino embrutecido por el alcohol y la libido, los tinterillos del pueblo al sistema legal incompetente, Inés a la mujer deshumanizada por la marginación y los malos tratos, Tórtola a la joven que yerra el camino por la lujuria de los poderosos y la intolerancia del medio, etc… En resumen, el viaje del protagonista a San Vicente y sus alrededores es la ocasión por medio de la cual el texto permite al lector una verdadera inmersión en la nación profunda.

Importancia considerable tiene en este relato la figura del narrador-protagonista, el periodista que asume sucesivamente las identidades de ‘corresponsal ambulante’, ‘corresponsal soterrado’ y ‘corresponsal libérrimo’. Si bien toda la evidencia apunta a que este personaje no está construido de material autobiográfico, ello no impide que encarne una perspectiva sobre la realidad cercana a la mantenida por el autor. En el prólogo, el autor confiesa ‘la simpatías que… sentí siempre por 'los chicos de la prensa' esa juventud sana, soñadora y candorosa…’ y les recuerda ‘¡Jóvenes y viejos periodistas! Recordad que si los maestros son los forjadores de alma y corazones, a vosotros corresponde su orientación y pulimiento". Aún dentro de la ficción T. P. Mechín elige como conciencia privilegiada la mirada del periodista y polemista político’”, apunta Baldovinos.

Él añade que aunque los méritos literarios de “La muerte de la tórtola” “radican menos en el andamiaje del relato que en los toques humorísticos de su estilo, rico en insinuaciones” es posible descubrir también valores de otra índole. Así, este divertido relato constituye un importante documento histórico de nuestro país.

El dilema del género
Para determinar cuál es el género al cual pertenecen los relatos que constituyen “La muerte de la tórtola”, se debe hacer varias consideraciones. En primer lugar hay que destacar la ausencia de un análisis crítico de la obra de Peralta Lagos, ya que los únicos ensayos al respecto son recopilaciones biográficas y literarias, de la autoría de Cañas Dinarte, entre las primeras, y Baldovinos, entre las segundas.

Incluso ambos académicos no se ponen de acuerdo en torno al género del texto. Cañas Dinarte afirma que La muerte… es una “novela de costumbres”, mientras que Baldovinos la presenta como una “crónica”, dentro de los géneros de redacción periodística.

Si los acontecimientos que narra en “La muerte…” son verídicos entonces podría ser catalogado como una crónica, lo cual requiere una exhaustiva labor de investigación en el terreno donde el “corresponsal” escribió sus andanzas. De lo contrario, si es producto de su creación, no queda más que colocarle la viñeta de narraciones con toque humorístico de corte costumbrista.

El costumbrismo de los años 30

Uno de los más lúcidos exámenes de la obra narrativa de Salarrué lo ha realizado el literato nicaragüense Sergio Ramírez. En su prólogo de la Antología del Cuento Centroamericano explica que “desde la consecuencia última de toda creación, que es su permanencia, no hay duda que la corriente que dentro de ella representa Cuentos de Barro, publicado en 1933, y a la que se suman principalmente Trasmallo (1954) y Cuentos de Cipotes (1945/1961) es la que se impone, y seduce por su capacidad de concretar artísticamente todo un mundo de raíces populares a través de una exaltación mágica del lenguaje”.

Ramírez recuerda que Salarrué es oriundo de Sonsonate, uno de los departamentos cuya presencia indígena es muy palpable, “tierra de los izalcos, descendientes de tribus aztecas emigradas desde el norte, que protagonizan Cuentos de Barro, y es la tierra de su infancia, el paisaje que estaría presente en sus relatos desde El Señor de la Burbuja; pero fuera de ser una transparente reacción a sus vivencias más entrañables, Cuentos de Barro, dentro de lo que tiene de precisa demarcación etnológica y social, porque cubre desde dentro a unos habitantes y su geografía, representa también el punto máximo de desarrollo que la literatura costumbrista logra alcanzar en Centroamérica”.

A su juicio, El Salvador es “donde el realismo costumbrista, que es un fenómeno más o menos disperso en Centroamérica, concentra alguna fuerza, sobre todo con Arturo Ambrogi, en quien Salarrué encontraría valiosas enseñanzas, pues según propia confesión la lectura de El libro del Trópico, encontrado en la librería Brentano de Nueva York en sus días de adolescente cuando disfrutaba de una beca para estudiar pintura en Estados Unidos, le resultaría decisiva: “Fijate que yo me sabía de memoria el índice de El libro del Trópico, como que hubiera sido un poema: La Siesta, La Sacadera, La pesca bajo el sol... me llenaba de una cosa terrible que me ahogaba porque me acordaba de todo mi terruño...”.

Salarrué, dice Ramírez, logra con Cuentos de Barro no sólo la mejor de las realizaciones artísticas que el relato vernáculo pudo alcanzar, sino que en muchos sentidos prepara también su agotamiento, pues a partir de entonces, pese a la nutrida causa de seguidores que el género gana en Centroamérica, incluso dentro del estilo literario mismo de Salarrué, breve y metafórico, ya nunca más vuelve a alcanzar aquella excelencia, aunque cuentos regionales se siguen escribiendo por varias décadas más dentro de una fijación temática que provoca la identificación, o confusión, de la literatura nacional con la literatura vernácula, como si fuera del territorio regional no pudiera darse ningún otro tipo de narrativa, sobre todo en el cuento”.

Y esos cuentos –andamiaje teórico que podemos utilizar para categorizar la obra de Tepemechín- buscan “lograr una identificación de lenguaje popular, habla campesina matizada de valores arcaicos, voces indígenas, deformaciones fonéticas y neologismos que resultan de la propia invención del autor, para designar lugares y cosas, situaciones; la invención del lenguaje trata de totalizar una apropiación desde dentro de los personajes, como si la única manera de interpretar el mundo en palabras, para un campesino, fuera desde una textura lírica”.

No obstante, es pertinente destacar que tanto Salarrué como Peralta incluyeron en sus escritos palabras no sólo de su invención, sino muchas que registraron en el campo e incluso en la misma ciudad. Ambos se convirtieron en los albaceas de una forma de comunicación que quizás, está por extinguirse o ya desapareció en la mayor parte del país.

Otros estudiosos del costumbrismo destacan la contraposición modernidad con el pretérito.
De acuerdo con la nicaragüense Ileana Rodríguez “(la fonética) son estas unidades pequeñas de sentido las que denuncian, según el escritor, los desfases de la modernidad en la ignorancia. De la misma manera que el Indio no distingue linderos y propiedades, ni conoce más allá de la extensión de su rancho, tampoco sabe dónde termina una palabra y empieza la otra y mucho menos la propiedad de los fonemas, la distinción entre una "e" y una "i," (tioficies, dioro), o entre la "g" y la "b" (aguelo), entre un ruido, una onomatopeya y una palabra (Agüen, catizumbadas).
La autora hace un análisis acerca de la intencionalidad posiblemente velada de los motivos que llevaron a los autores –Salarrué y Tepemechín- a registrar el léxico que provenía de los indios y de las personas que habitaban en las zonas rurales o suburbanas de su época.
Ojos y orejas, vista y oído son los órganos y los sentidos de las prácticas utilizadas en la observación y vigilancia de la lengua. Como los misioneros del período colonial, el escritor costumbrista quiere aprender del Indio su dialecto, para después convertirlo en letras. Para eso tiene que aguzar el oído, dejar de hablar para escuchar. El Indio se convierte así en informante cuando no en autor implícito del relato, vuelve a ocupar su papel retórico para circular en el mercado de las letras. Su lengua es la materia prima del proceso productivo del costumbrismo regionalista. La relación no es una de alfabetización, ni mucho menos. El escritor nunca se propone corregir el habla sino vigilarla y después copiarla; y así poder luego documentar a los hablantes junto a sus dialectos. El escritor tiene interés en oírlos para poderlos escribir, para poderlos convertir en ilustración, para disciplinarlos. Y en esto el costumbrismo es didáctico; enseña negando. Por eso no registra ningún matiz, ignora los usos paródicos, los respetos, afectos y obligaciones, las huellas que la catequización ha dejado en los sufijos castellanizados y en las paráfrasis compensatorias, las permanencias de las aproximaciones en la traducción de sonidos. Hablando como él en la escritura misma, el Indio es promovido a usuario eventual de su propia lengua, y destinado reiterativamente a repetir los mismos errores de su léxico que el escritor ha oído y guardado para ellos. Oír al Indio es depurarlo, filtrarlo, seleccionar, estimular el equívoco y promover su ridiculización. Por eso del Indio sólo interesa el léxico. Repetirlo como él lo dice y fijar dónde lo dice, su circunstancia, su rancho, con los suyos, en la escritura para construir su totalidad diferencial, lo que el autor no es.
Giros fonéticos, sintácticos y lingüísticos
A continuación se detallará algunos de los giros fonéticos, estilísticos y gramaticales detectados en los capítulos la mancha brava en Guazapa, Lo de la langosta y El comandante rijoso.
Existe una clara tendencia estilística que se identifica con la redacción periodística de aquella época. Esta incluye la omisión de muchos pronombres personales e incluso preoposiciones. Destaca la presencia de pronombres enclíticos (‘celébranse’, háblase’, ‘dígole’), etc.
Junto a los nahuatismos propios de una lengua mestiza como la que hablamos en El Salvador (‘cheléase’, que proviene de ‘chele’, es decir blanco; ‘tetuntes’ por objetos contundentes; ‘chapodos’ por desengramar; ‘chacalines’ por camaroncillos, ‘cuétanos’ por un determinado tipo de gusanos, ‘tanate’ por bulto, ‘pucuyo’ por ave rapaz, ‘chiche’ por fácil ) aparecen neologismos como ‘esportesmanes’, por ‘sportman’, es decir, un individuo aficionado a las cuestiones deportivas. En un tono socarrón y burlesco es posible sumar otras formas como ‘que gozan simpatías población y bello sexo’ por ‘galantes’.
Es necesario destacar nombres propios de origen náhuat como Guazapa, Michapa, El Coyolito, Apopa, Nejapa, Soyapango e Ixtepeque.
Figuran además hipocorísticos relacionados con los nombres (‘Chico’ y ‘Paco’, por Francisco, ‘Patro’ por Patrocinio, Chon, por Concepción o Encarnación).
Así también formas nominales que se derivan de la polisíntesis propia del náhuat, como ‘matagusano’ y ‘macho-ratones’ así como apócopes como ‘ña’ por niña.
Otras frases surgen del habla popular metafórico como ‘romperme el bautismo’, por golpe en la cabeza, ‘chupar’ por beber licor, ‘enviar una candela’ por encender una vela, entre otros.
Otras palabras cuyo origen no ha sido estipulado necesariamente como náhuat, sino que forman parte del folclor, son ‘cuilio’ por policía; ‘infiernillo’ por ausol.

Más que fecundidad literaria

De la breve y concisa lectura de dos capítulos de La muerte de la tórtola de José María Peralta Lagos, es posible identificar algunas formas de redacción que corresponden justamente a los años en los que la obra fue escrita, es decir en los albores de la década de 1930.

Las comunicaciones que hace el Corresponsal ambulante se relacionan de manera muy estrecha con la lengua que hablamos en El Salvador, en la que es posible identificar giros fonéticos como los arriba descritos, que hacen referencia directa a la forma gramatical propia del castellano con mezcla o salpicaduras de nahuatismos, la lengua que pese a haber sido subyugada por los invasores españoles, se muestra como una forma de resistencia. El náhuat, como herencia de nuestros ancestros, se evidencia no sólo por medio del léxico, sino por medio de construcciones polisintéticas, una de sus características fundamentales.

Los hipocorísticos de los nombres es otra característica de nuestra lengua, situación que se evidencia como constante en el tiempo así como el recurrente uso de metáforas y doblesentidos. En ese caso es necesario destacar que Tepemechín es uno de los máximos exponentes de la comedia literaria, y se valió del ingenio, de adoptar alocuciones propias de la lengua popular para plasmar mensajes burlones y satirizar a la clase social dominante y política… a la cual paradójicamente él pertenecía.

No obstante y debido a la cantidad y calidad de fuentes documentales encontradas, es necesario profundizar en la ideología de Peralta Lagos que le fue permitido expresar por medio de su ingeniosa escritura, ya que los mensajes contienen irónicas referencias a la clases dominante –no hay que olvidar que la primera edición de La muerte… fue publicada diez meses después del inicio del etnocidio en la zona occidental de El Salvador.

Falta mucho por descubrir pues de la obra de este genio de la comedia que salpicando sus textos de formas costumbristas, desvela un sentimiento patriótico que va más allá de la fecundidad literaria.


Artículo publicado en La Palabra Universitaria
http://lapalabra.utec.edu.sv/archivo/edic4-06_07-2007/notas.asp?comunicaID=85

Un nacimiento que habla de nosotros

Un nacimiento que habla de nosotros

Por Carmen Molina Tamacas
Estudiante egresada de licenciatura en Antropología


El Museo Universitario de Antropología (MUA) abrió al público una exposición de nacimientos, el arte de recrear el misterio del nacimiento de Jesucristo.
La sala temporal muestra diveras maneras de cómo las familias salvadoreñas adecuan las figurillas de barro, a veces de madera e incluso otros materiales, para exponer en sus hogares la razón de ser de las fiestas de fin de año.
En el lobby del museo, no obstante, se extiende en el suelo y en parte de la simulación de un risco, un nacimiento bastante peculiar. A simple vista sólo es una recreación tradicional, con elementos tomados de la realidad, pero al adentrarse explorando los "muñecos", como popularmente se le llama a las figurillas de barro, encontramos un reflejo de nuestra realidad vigente.
El director del MUA, el antropólogo Ramón Rivas, explica que la parte superior es el denominado misterio: la Virgen María y San José, los abnegados padres del Hijo de Dios, resguardados por el calor de la mula y el buey. Esta parte cuenta además con el cobertizo donde según la historia nació el Niño Jesús, así como los tres reyes magos, Melchor, Gaspar y Baltaza, que llegaron a Belén guiados por la luminosidad divina de una estrella.
Así como cada familia que incluye elementos y accesorios propios, la Universidad Tecnológica decidió disponer de una "plaza" en el mundo terrenal que acompaña este vistoso nacimiento.
"Los edificios de la Universidad representan varias cosas. Primero su presencia en el espectro académico de El Salvador", destacó Rivas. Pero, además, los edificios lucen rodeados por vendedores, ya que se quiso reflejar el caos que rodea a la universidad por el desorden generado por el comercio ambulante e informal que refleja la crisis económica y urbana de la ciudad y del país, añadió.
En la plaza que conforman los edificios de la Universidad hay muchos estudiantes, que a su vez reflejan otro matiz de la realidad salvadoreña: muchos de ellos pueden estudiar gracias a las remesas, es decir, el dinero que le envían sus parientes desde Estados Unidos. Esos "hermanos lejanos" están representados por un dramático espacio vacío: el espacio de lo que se fueron a otro país buscando las oportunidades que el suyo no les procuró.
Ese espacio es una sección de arena, en el que sólo hay un árbol con zopilotes y vigilado por el Diablo. "No todos los que se fueron a Estados Unidos lograron su sueño, muchos murieron en el camino", indicó Rivas. De hecho, decenas de personas que emprenden el camino de manera ilegal a Estados Unidos perecen víctimas del calor del desierto, los asaltantes o pierden las piernas o la vida en los rieles de un tren.
Hay otros elementos menos dramáticos en el nacimiento colocado en el MUA, ya que se trata de símbolos de nuestra cultura, como el el caso del mítico Cipitío, enamorado de las muchachas campesinas o de la Siguanaba, que representa una moraleja aleccionadora para los hombres infieles.
Así hay otros componentes como las bodas, los mariachis y los pastores que no faltan en los nacimientos tradicionales, pero que a la luz de la intención, adquieren nuevos significados de nuestra cultura.
Actividad sísmica durante 2007 en El Salvador

San Salvador, 19 de diciembre de 2007 - El Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales a través del Servicio Nacional de Estudios Territoriales, informa sobre la actividad sísmica registrada durante 2007 en El Salvador. La actividad sísmica en El Salvador está relacionada directamente con el movimiento de fallas geológicas locales y los sismos con este origen se les conoce como locales. La otra causa de la sismicidad es la interacción de las placas tectónicas Coco y Caribe, a este otro tipo de sismicidad se le conoce como regional o por subducción. Los sismos generados por fallas locales durante 2007 y hasta el 17 de diciembre, alcanzaron los 4 mil 295 y por subducción los 2 mil 489, de los cuales, aproximadamente 158 fueron percibidos por la población.

El total de sismos anual llegó a los 6 mil 784. Dos eventos a destacar durante el año son los enjambres sísmicos ocurridos entre finales del mes de junio y primeros días de julio. Estos enjambres fueron localizados, el primero en la zona del Cantón Los Naranjos del Municipio de Juayúa, Sonsonate y el Cantón Las Cruces del Municipio de Chalchuapa en Santa Ana y el segundo, localizado en la zona de Santiago de María, Mercedes Umaña y Alegría en el oriental departamento de Usulután. Las máximas magnitudes fueron 5.1 y 3.5 respectivamente. Estos dos enjambres sísmicos incrementaron la cantidad de sismos registrados en el mes de julio, ubicándolo como el mes con el mayor registro sísmico del año, con una cantidad de 2 mil 322 eventos, de los cuales aproximadamente 82 fueron percibidos por la población.

El mes con menos sismicidad registrada hasta la emisión de este Comunicado es diciembre con 150 eventos, de los cuales 46 fueron locales y 104 regionales. Del total, solamente dos sismos fueron percibidos por la población.

El sismo de mayor magnitud registrado en el país a través de la Red de Estaciones Sismográficas fue el ocurrido el 18 de enero a las 7 de la noche con 43 minutos, con una magnitud de 6.2 en la escala de Richter, una intensidad de V y VI en la Escala Mercalli Modificada y localizado a 55 kilómetros al Sur de la Bocana La Perla en el Departamento de La Libertad. La sismicidad durante el año 2007 se ha considerado dentro de lo normal.

Para mayor información, favor dirigirse a: Unidad de Comunicación Social(503) 2283 2242 y (503) 2283 2243comunicacionessnet@snet.gob.svwww.snet.gob.sv

domingo, 5 de agosto de 2007

Tazumal palpita en el centro de San Salvador

“Tazumal, 50 años después” muestra los hallazgos culturales en este sitio arqueológico de Santa Ana. La exposición durará hasta febrero de 2008 en el Palacio Nacional.


Una vibración, casi imperceptible, hace que se muevan, de manera constante, ollas, cuencos y esculturas de piedra milenarias. El palpitar de nuestro pasado se manifiesta ahora en el centro de San Salvador.
Siete salones del Palacio Nacional albergan por los próximos siete meses, una exposición arqueológica que explica con fotografías, mapas y objetos, el origen y desarrollo de los antiguos habitantes de Chalchuapa, una de las localidades que ha sido ocupada por los seres humanos desde antes de nuestra era.
La muestra, organizada por el Consejo Nacional para la Cultura y el Arte (Concultura) permite dos goces: un viaje a nuestro pasado prehispánico y una breve estancia dentro de una de las joyas arquitectónicas vedadas desde hace mucho tiempo a la mayoría de la población: El Palacio Nacional. El recinto, en sus últimas fases de restauración, es un oasis de tranquilidad entre el bullicio permanente de la capital.
El vaivén se debe a que el edificio, que data de principios del siglo pasado, amortigua el constante movimiento que generan los automóviles que circulan por el centro de San Salvador.
Retrospectiva
El eje temático de la exposición es netamente arqueológico. Ello implica más que la historia de la ocupación de Chalchuapa, el desglose de los resultados de estudios científicos y hallazgos que datan del siglo XVII, cuando el oidor Antonio de Ciudad Real describió la localidad como “un pueblo de habla pipil”, hasta los resultados de las más recientes excavaciones realizadas a partir del derrumbe de una estructura producto de la filtración de agua, en 2004.
Además de Ciudad Real, dos son los personajes precursores en el conocimiento de esta ciudad, localizada unos 80 kilómetros al occidente de San Salvador, en el departamento de Santa Ana: el arzobispo Pedro Cortés y Larraz, quien en el siglo XVIII reportó la existencia de mil 262 habitantes en este lugar, de los cuales 662 eran indígenas pocomames; y Santiago Barberena, quien un siglo después notificó la existencia de un monolito llamado Estela del Tazumal. Éste, después de permanecer mucho tiempo a partir de 1892 en la Universidad de El Salvador, fue confiado a la tutela del Museo Nacional, donde permanece hasta ahora.
Los estudios de arqueólogos nacionales, y en su mayoría extranjeros, han determinado que los habitantes de Chalchuapa han estado relacionados con etnias olmecas, mayas y toltecas.
El científico japonés Shione Shibata, quien ha investigado algunas particularidades arquitectónicas del Tazumal, habla de “sofisticación” cuando se refiere a los rasgos culturales detectados en los vestigios que se han encontrado de los antiguos habitantes de esta metrópoli prehispánica.
Entre esas sofisticaciones figuran las delicadas formas que adoptó el barro en las manos de nuestros alfareros hace cientos de años. Muestra de ello son los distintos tipos de cerámica que presentan decoración incisa o en negativo, también conocida como batik. Entre esas piezas, la exposición presenta ollas, cuencos y objetos tallados en piedra y réplicas de ornamentos de jade. Algunas provienen de sectores como La Cuchilla y la colonia Las Margaritas.
De hecho, uno de los principales centros de atracción es la escultura de un indígena con rasgos mayas, elaborado por un artesano de Chalchuapa, al que le han sido colocados aretes, nariguera, collar con pectoral, pulseras de puño y bíceps, muy probables maneras de cómo nuestros antepasados utilizaron la joyería.
Shibata pertenece a una de las generaciones más recientes de arqueólogos que se ha interesado por sacar a la luz los secretos prehispánicos del Tazumal. Antes que él, en la lista figuran nombres importantes para la arqueología de Mesoamérica como el mismo Stenley Boggs –el padre de esta ciencia en El Salvador–, Jorge Lardé, John Longyear, Robert Sharer, William Fowler, Paul Amaroli, Fabio Amador, Vicente Genovez, Noboyuki Ito y el actual Departamento de Arqueología de Concultura.
Un detalle especial de la exposición lo constituye la muestra de calcos de los dibujos de guerreros olmecas, tallados en una roca encontrada en Las Victorias. Y otro es una serie de paneles que están colocados en las cuatro esquinas de un salón. El visitante, al colocarse en el centro, tiene a su alcance una visión de 360 grados del paisaje que se aprecia justo sobre una de las pirámides de Tazumal.
Si la vista se extiende un poco más adelante, tras el cristal de los imponentes ventanales del palacio, emerge la catedral metropolitana, cuyo colorido mural destaca con el potente reflejo de un día nublado.
Al final del recorrido, Roberto Rodríguez luce admirado. Con detenimiento examina las fotografías, los planos y las vitrinas con los objetos. Asegura que el principal aporte es que la exposición le da vida a un sitio tan importante para los salvadoreños como el Palacio Nacional. Pero no se va del todo satisfecho, porque a su juicio la muestra se enfoca en la cerámica y, por ende, “muestra una visión muy parcial de la riqueza del Tazumal”.
Pero eso no le resta méritos, dice. Este profesor retirado añade: “Es un acercamiento con nuestras raíces, nos ayuda a vernos en el pasado y el presente y eso fortalece nuestra identidad”.
Un cuaderno y un bolígrafo esperan por los comentarios de los asistentes, a la salida del último salón de la exposición. En inglés, alemán y castellano, los visitantes han escrito decenas de felicitaciones para los organizadores.
Manuel Alcides Hernández dejó constancia de su sueño hecho realidad: conocer el palacio por dentro. Wilmer Medrano Ramos escribió: “Excelente exposición, deberían de hacerlo más seguido. No esperar otros 50 años…”.

Información adicional sobre la exposición
Datos de la exposición
“Tazumal, 50 años después” muestra el desarrollo de la investigación arqueológica en este sitio del occidente de El Salvador.
Está abierta de 8:00 de la mañana a 3:00 de la tarde, de lunes a viernes, en el segundo piso del Palacio Nacional. La entrada es gratuita.
Su museografía es arqueológica, ya que el lenguaje utilizado en las cédulas es bastante técnico. Con mucha atención y curiosidad, los amantes de la historia y la cultura tienen ante sí un punto de partida para conocer mucho más de nuestro pasado.

Reportaje publicado en La Palabra Universitaria el 9 de julio de 2007
http://lapalabra.utec.edu.sv/notas.asp?comunicaID=81

Dos ojos para ver el cielo profundo



Artículo publicado en El Faro, el 12 de mayo de 2005

Atrás va quedando la bruma y la humedad que acompaña a la más reciente época lluviosa, que en 2005 dejó un récord de tormentas tropicales y huracanes. El Salvador fue especialmente perjudicado por las lluvias de “Stan”, que dejaron a unas 10 mil familias sin techo.
Pero los vientos de la época seca han despejado paulatinamente nuestra y, cada vez con más frecuencia, el cielo nos asombra con la nitidez de sus huéspedes: las estrellas, los planetas y demás.
Hace 15 años, un grupo de salvadoreños aficionados al estudio de la astronomía constituyeron una asociación sin fines de lucro y desde entonces cargan en sus espaldas la difusión de esa ciencia y de aportar herramientas para que los interesados puedan conocer más acerca de los fenómenos celestes y busquen sus propias respuestas acerca de nuestro origen.
El evento que marcó el inicio de la sistematización del trabajo de la Asociación Salvadoreña de Astronomía (http://www.astro.org.sv/) fue el inolvidable eclipse total de sol, ocurrido en julio de 1989.
Por el cumpleaños, la Astro se regaló un nuevo telescopio, que ya fue instalado en el observatorio “Prudencio Llach” ubicado en un pequeño cerro de San Juan Talpa, La Paz.
El obsequio, con tecnología de punta, que se suma al telescopio que constituyó junto con la cúpula el origen del observatorio, costó aproximadamente cinco mil dólares. El más antiguo (modelo Tisney, de 12 pulgadas) será reubicado dentro del mismo terreno en otro observatorio que será construido en el futuro.
Ambos instrumentos hacen de este parque astronómico aficionado el mejor equipado de Centroamérica. Eso sí, Honduras nos lleva la delantera porque la universidad estatal tiene carrera de astrofísica y cuenta con el observatorio profesional en Tegucigalpa.
El parque astronómico de San Juan Talpa tiene la tradición de acoger a los amantes de las estrellas cuando hay un evento estelar importante, tales como eclipses, el paso de cometas, el ingreso periódico de meteoritos en la atmósfera –fenómeno mejor conocido como lluvia de estrellas- y otros no tan usuales para nuestra civilización, como el acercamiento del planeta Marte a la Tierra.
Jorge Colorado, uno de los miembros fundadores de la Astro, explicó que el nuevo telescopio implica que “de entradita vamos a tener dos equipos poder atender a más visitantes”.
El nuevo aparato es computarizado, es decir, que puede ser sincronizado con una computadora por medio de un programa especial que permite identificar a los cuerpos celestes con sólo ordenárselo.
Pero lo más importante es que van a poder tomar fotografías CCD “como nunca, y nos permitirá realizar cualquier investigación astronómica, como la búsqueda de supernovas en galaxias lejanas… por decir algo”, añadió.Colorado añadió que el nuevo telescopio les permitirá ser más eficientes cuando haya observaciones o eventos estelares –como los mencionados anteriormente- “y se podránconseguir mejores imágenes como nunca se han visto enEl Salvador”.
La secretaria de la Astro, Karla Chinchilla, dijo que al adquirir el telescopio han querido dar un paso más para brindar una mejor oferta de la astronomía en El Salvador, tanto para nuestros socios y para los salvadoreños.
Aunque en El Salvador no hay carreras universitarias afines a la astronomía, salvo la licenciatura en física de la Universidad de El Salvador, el trabajo de la Astro ya es reconocido por entidades de prestigio internacional y sus reportes de observaciones han sido publicados en revistas especializadas como “Astronomy” y “Sky and Telescope”.
Aprender más que saberEste fin de semana finalizó el curso de astronomía básica que la Astro imparte cada año. Karla Chinchilla explicó que tuvieron 43 participantes; la primera sesión de capacitación consistió en los movimientos de la tierra, las coordenadas y las constelaciones, es decir las líneas básicas para ubicarse en el momento de observar el cielo profundo. La segunda sesión incluyó el Sistema Solar, el sol, los planetas, las estrellas y galaxias.
La cuarta sesión fue sobre el equipo para hacer observación: el ojo, binoculares, telescopios, monturas y astrografía.“Ayer fue la sesión práctica. A los participantes se les dio una charla en la que se expuso lo que se podía observar; se les entregaron unas cartas (celestes) y se les explicó cómo hacer para encontrar algunos objetos”, dijo.
El cielo estuvo nublado, “pero nos dejaba algunos agujeros donde vimos Venus, Marte, algunas nebulosas y cúmulos”, añadió.
Como en la mayoría de cursos, participaron desde niños y adolescentes acompañados por sus padres hasta jóvenes estudiantes y otros adultos. La Astro recibe de a todos por igual; entre sus filas hay tanto médicos como físicos, administradores como economistas, antropólogos como arqueólogos. Sus edades oscilan entre nueve y 64 años.
Marlon Escamilla, arqueólogo que trabaja en el gobierno, tomó el curso porque siempre ha tenido interés en conocer más sobre el registro de los cuerpos celestes y a la gente que trabaja continuamente en esa área y aplicar este tipo de conocimiento en otras investigaciones.
“Existe una rama que se denomina arqueoastronomía, que se dedica a vincular los sitios arqueológicos con patrones de asentamiento y la orientación con objetos celestes. Desde tiempos muy tempranos el ser humano ha llevado un registro de los astros”, dijo.
Indicó que en Mesoamérica ha habido un vínculo cercano entre el desarrollo de los pueblos y su cosmovisión, y dentro de ésta entra el estudio de los astros.
“El curso (que dio la Astro) es básico. Da lo elemental para el conocimiento conceptual y trata de enseñar. Para poder desarrollar una investigación vinculada a la arqueoastronomía falta mucho y se debe estudiar mucho más para hacer un trabajo científico”, puntualizó.

ENTREVISTA
Verónica Ruiz, estudiante de física de la UES:

“Esa semillita en un futuro podría germinar en un gran científico”

Verónica Ruiz (20 años) estudia física en la Universidad de El Salvador y pertenece a los cuadros jóvenes de la Asociación Salvadoreña de Astronomía. En esta breve entrevista habla de su pasión por la ciencia y de los planes para seguir estudios superiores en astrofísica, una disciplina ausente en las ofertas académicas del país.

¿A qué se debe tu interés por la astronomía?Estudio física, estoy terminando el tercer año. Desde siempre me hagustado muchísimo la astronomía, pero al llegar a bachillerato me di cuentaque lo que quiero ser es astrofísica, así que lo que quiero hacer alterminar mi licenciatura es estudiar una maestría en astrofísica.
¿Cómo pasaste a formar parte de la Asociación Salvadoreña de Astronomía?Me di cuenta que existía la Astro cuando estaba en primer año de bachillerato por que vi un reportaje en el periódico sobre una lluvia de estrellas endonde la mencionaban. Pero en ese tiempo no puede hacerme socia porque salía de clases a las 6:30 pm y a esa hora son las reuniones. Entonces no me quedaba tiempo. Cuando llegué a la “U” conocí al licenciado Héctor Elías (jefe del departamento de física de la UES), y el me contó que era socio y por medio de él es que pude entrar a la asociación.
¿Qué tal ha sido la experiencia?Mi primera experiencia fue un curso de astronomía para jóvenes que tomé, después me hice socia. Sé que Astro es una asociación de aficionados a la astronomía, pero hay muchísimas cosas que aprender con respecto a la astronomía observacional, y es sobre eso que he aprendido muchísimo y eso es algo que le agradezco mucho a toda la gente que es parte de la asociación. También sé que la mayoría de socios son señores, pero loque nos une es una pasión que no distingue ninguna edad, es decir, a todosnos encanta la astronomía y eso es lo que nos hace un grupo sin importar quéel rango de edades dentro de él sea de 70 a 20, por que todos tenemos lamisma capacidad de asombro ante los fenómenos astronómicos.
¿Cuál es el aporte de la Astro a la sociedad salvadoreña?Lo más hermoso que una persona puede hacer por otra es enseñarle algo, ese es el acto mas noble y desinteresado que alguien puede hacer, y es eso precisamente lo que hace Astro, dejar de lado la figura de que la ciencia es algo que no está al alcance decualquiera sino que solo un grupo privilegiado que tiene acceso a comprenderla, y compartir la maravillosa ciencia de la astronomía con todo el que lo desee. Astro está poniendo al alcance de todo el pueblo salvadoreño la comprensión de muchos fenómenos y lo más importante es que probablemente está plantando la curiosidad en niños y esa semillita en un futuro podría germinar en un gran científico que podría hacer mucho por el país, y por qué no, por el mundo, eso es lo que hace y seguirá haciendo la Astro, llevando el conocimiento a quien lo quiera y abriéndole los ojos a las personas para que vean lo fascinante que es la ciencia.

NOTA 2
Donde el cielo es el techo

Llegar al observatorio “Prudencio Llach” ubicado en San Juan Talpa no cuesta, pero los interesados en visitarlo deben comunicarse con la Asociación Salvadoreña de Astronomía (secretaria@astro.org.sv)
Previo acuerdo, la entidad recibe grupos de estudiantes o particulares en la época seca.
El observatorio se encuentra unos 40 kilómetros al suroeste de San Salvador. Se puede llegar usando la carretera que desde la capital conduce hacia el Aeropuerto Internacional El Salvador, y tomando el desvío hacia San Juan Talpa, ubicado en el kilómetro 34. Se atraviesa el pueblo y se sigue hacia la carretera del Litoral. Medio kilómetro después de la salida del pueblo se encuentra el desvío hacia el observatorio.
La otra forma de llegar es avanzar sobre la carretera al aeropuerto hasta el desvío hacia La Libertad, donde ahora han colocado astas para banderas y un globo terráqueo. Avanzar sobre el desvío hasta encontrar la carretera del Litoral y tomar hacia la derecha, un kilómetro y medio aproximadamente, donde encontrará el desvío hacia San Juan Talpa. Se avanza hacia el pueblo unos dos kilómetros más y se llega al mismo desvío donde verá un cartel que dice "Parque Astronómico".El nombre es en homenaje a don Prudencio Llach, padre de la ex primera dama de la República Margarita Llach de Cristiani. Al fallecer el patriarca, la familia donó la cúpula y el telescopio al grupo de curiosos de las estrellas que más tarde constituirían formalmente la Astro.

Información adicional acerca de los
telescopios del observatorio de la ASTRO

Estas son las características técnicas del nuevo telescopio que ya fue instalado en el observatorio “Prudencio Llach”, de San Juan Talpa, administrado por la Asociación Salvadoreña de Astronomía:
Telescopio tipo Schmidt- Cassegrain (usa dos espejos) Marca: Meade LX50 DCS Apertura: 10 pulgadas Material: Tubo de aluminio y plexiglass, espejos de pyrex Peso: 90 libras Máximo aumento: 650 X. Límite visual aproximado: 14 magnitudes Límite Fotográfico aproximado: 17 magnitudes.
Montura: Losmandy, Gemini System (automática, de alta precisión) La montura tiene capacidad para ubicar: 41,000 objetos celestes y puede conectarse a una computadora expandiendo la cantidad de objetos celestes. Tan solo con seleccionar una estrella en particular o una galaxia, el telescopiose mueve automáticamente.

Sobre las fotos

Las fotos de objetos celestes pueden hacerse con cámara reflex convencional, pero para obtener mejor calidad, la Astro utiliza el formato CCD (Charge-coupled device) que es un sensor digital para grabar imágenes que utiliza un circuito integrado. Tiene que utilizarse a muy baja temperatura, enfriado a 0 grados celsius. Toma cientos de imágenes después por medio de un programa especial, se unen y se “suman”. Así se consigue la imagen final.

Juego de magnitudes

El nuevo telescopio tiene un límite visual aproximado de 14 magnitudes. Colorado explica: En astronomía, magnitud es la medida del brillo de una estrella. Los antiguos astrónomos griegos asignaban magnitud 1 a las estrellas más brillantes que aparecían después del ocaso solar. Y a lasúltimas que desaparecían tras la salida del Sol. Asignabanmagnitud 6 a las estrellas visibles sólo con oscuridad total.
La moderna escala de magnitudes, perfectamente establecida, asigna una diferencia de magnitud 5 a un cociente de brillos 100. Así cuando la magnitud aumenta en 1 el brillo disminuye en (100)1/5 es decir en 2,512. Los brillos siguen una progresión geométrica cuando las magnitudes siguen una progresión aritmética. Se sigue la ley fisiológica de Pogson.
“La magnitud actual se ha ajustado para que coincida conla magnitud de los antiguos, siempre y cuando se utilice el ojo humano en medir la magnitud lo que se llama magnitud visual”, indicó.


Libros sobre botánica salvadoreña

Lugares con nombre de plantas en náhuat en la Tierra de Joyas, autor Leiman Lara Guerra/El Salvador

"Plantas emblemáticas El Salvador Historia y Agricultura" se titula el segundo libro sobre la flora de El Salvador que ha sido publicado de manera independiente por el biólogo Leiman Ricardo Lara.

Su primer trabajo fue publicado en febrero de 2005 con el nombre Tierra de joyas: una descripción de las necesidades, adaptaciones, formas de vida y utilidades de las plantas de nuestro país.

La nueva publicación también tiene un formato compacto y carece de tecnicismos, ya que su objetivo es llegar a la mayor cantidad de personas posible.

Lara partió de la escasez y dispersión de documentos acerca de las plantas salvadoreñas; luego estableció una relación con las plantas que tienen bastante valor simbólico y económico para el país.

"Ya que las plantas están en los símbolos patrios, el país tendría que tener más conciencia de la conservación del ambiente", dice.

Plantas e historia

La presentación del libro fue escrita por Manuel Bonilla Alvarado, catedrático de náhuat y funcionario del Consejo Nacional para la Cultura y el Arte.

"No cabe la menor duda de la importancia que la obra de Leiman Lara presenta desde el inicio, no hemos tenido la oportunidad los salvadoreños de vincular lo cívico con lo natural; muchas veces hemos repetido de manera mecánica lo que David J. Guzmán dijo en la Oración a la bandera, cantamos el Himno Nacional sin ocuparnos mayor cosa de su contenido, situaciones que Plantas emblemáticas nos hará tomar nuestro símbolos y emblemas como debe ser y sentirnos orgullosos de nuestra nacionalidad", escribió.

El libro inicia describiendo una planta cuya explotación estuvo vinculada a la independencia: el añil.
Lara retoma la hipótesis de que el azul de la bandera alude al tiente natural que se extrae de esta planta.

Luego explica los usos y la historia del laurel, que está presente en varios escudos, incluido el actual aunque se remonta al emblema de la Provincia Federal Centroamericana, de 1823.

Asimismo, el biólogo y catedrático analiza las referencias ecológicas en la letra del Himno Nacional, escrito por Juan Aberle.

Luego entra de lleno en materia y retoma el origen, los decretos (legislativos y ejecutivos), los usos y la historia de plantas insignes para la patria: el Maquilishuat, el Bálsamo, la Flor de izote, el café y el ceibo o Árbol de la Paz.

El nuevo libro está disponible en las librerías de varias universidades privadas con un precio promedio de diez dólares. Los interesados pueden contactar a Leiman Lara en su correo leimanlara@yahoo.com

Artículo publicado en El Diario de Hoy, 2 de abril de 2007 

ACTUALIZACIÓN (2014)

Leiman Lara Guerra no descansa en su titánica labor de documentar el patrimonio natural de El Salvador. En este enlace puede descargar -y por qué no COMPRAR- sus más recientes publicaciones "Flora de la República de El Salvador hasta 2010" "Lugares con nombres de plantas en náhuat en la Tierra de Joyas".  Como el mismo autor lo dice, el texto ubica los lugares que poseen los nombres indígenas nahuat de plantas en la República de El Salvador. Además, se ponen los posibles o acertados nombres Científicos y descripción de las plantas. 

Describe lo que se ha rescatado de  las utilidades (etnobotánica) de las plantas y se ubican los lugares que poseen los nombres indígenas nahuat de plantas en la República de El Salvador.




La joya de San Vicente

Nerviosas, las lagartijas de resplandeciente cola azul, espalda verde y costado rojizo, recorren el patio que rodea la cabaña, la misma que aspira a convertirse en el museo que explicará a los visitantes la riqueza natural del área protegida La Joya-Sisimico, en San Vicente. Dorotea Vásquez, que integra el grupo de guardabosques, detiene por unos segundos su relato, observa el colorido reptil que se acerca a sus botas y continúa la explicación: éste es un bosque seco de mil 21 hectáreas de extensión, donde concurren por lo menos ocho ríos y quebradas y alberga decenas más de un ciento de especies de aves, mamíferos, reptiles y, desde luego, plantas. Interrumpe de nuevo porque hay que emprender la caminata que tiene como guías a sus compañeros. También participarán sus colegas de un área protegida de Chalchuapa y el botánico José Linares, quien les ayudará a identificar correctamente muchas plantas, ya que de algunas sólo conocen el nombre común y, de otras, sólo su existencia. El sol arde y golpea de frente en el empinado ascenso por el cerro Turringo. La Joya tiene varias montañas que se elevan hasta 490 metros sobre el nivel del mar y en el camino, rodeando algún arbusto, serán frecuentes diálogos como el siguiente: - ¿Y esto qué es? - Este es 'cachito' o 'pico de gorrión'. Cuando no está seco se come. Pruebe... O este otro: - ¿Cómo se llama esta? -Ahhh... es una sandiíta -Cabal, de las que se comen las culebras... De acuerdo con el Ministerio del Ambiente y Recursos Naturales (MARN), La Joya es el único relicto boscoso que queda en el Valle de Jiboa y, por ende en todo San Vicente; perteneció al ex presidente Pío Romero Bosque, a quien le fue expropiado durante la reforma agraria y aproximadamente en 1982 fue reconocido por su "vocación forestal". Dorotea recuerda que, de niña, no conoció los venados. Cuando aparecía uno en el caserío, toda la gente se agrupaba hasta matarlo. También tiene memoria de cómo los cazadores y taladores hicieron de las suyas ante la ausencia de control. Por años hubo gran extensión de árboles maderables como el cedro, así como conacastes, carretos, almendros y copinoles. "Hay de nuevo pero es poco, hemos sembrado", añade. Asegura que hubo bastante saqueo cultural. A falta de una exploración arqueológica, la única evidencia de la ocupación antigua son los obrajes de añil. Es una lástima que, por la bulla de la expedición, ningún animal salvo las aves o insectos, podría asomar en los senderos. Los guardabosques cuentan que al atardecer es muy posible encontrar venados (cola blanca o roja) como coyotes; sería demasiada la suerte si se alcanza a ver algún puma, tigrillo y hasta ocelote, ya que se acercan a beber agua en los nacimientos. Esta zona estuvo bajo control de la guerrilla en los años 80, razón que motivó al abandono. Con la firma de los Acuerdos de Paz vino la repoblación, pero también la expansión de la agricultura intensiva y, por ende, el interés de la comunidad por preservar el ecosistema. Con el respaldo de la Fundación Promotora de Cooperativas (Funprocoop), la comunidad firmó un convenio de co-manejo con el MARN. En conjunto accedieron a un proyecto por dos años y administran 92 mil dólares, otorgados por el Fondo de Iniciativa para las Américas-El Salvador (FIAES); así han dado los primeros pasos para estructurar y llevar a cabo un plan de manejo, explicó el técnico ministerial de la reserva, Víctor Cuchilla. "La aspiración es potenciar y cimentar el área y crear el plan de manejo", dijo. Pequeño gran museo Gabriel Cortez administra la reserva y lidia con los problemas que eso conlleva; el más importante es el registral, ya que el terreno no ha sido transferido por el Instituto Salvadoreño de Transformación Agraria (ISTA) al MARN. Además, señala que un sector ha sido usurpado por una cooperativa y hay particulares interesados en reclamar como suyas zonas de alta captación de agua. No obstante, están desarrollando un pequeño museo para mostrar la riqueza de la biodiversidad de la zona y generar conciencia al país de que urge protegerla. Por el momento, la cabaña mantiene una pequeña colección de fósiles de vertebrados, insectos y plantas; algunos de ellos fueron recuperados y otros han sido colectados en la barranca del Sisimico, ubicada a pocos kilómetros de distancia. Linares explicó que, pese a que es reciente, la vegetación de La Joya es muy importante. "Estos bosques son el reservorio de material genético que de otra manera se perdería irremediablemente para El Salvador. Son fuentes que captan agua y la liberan poco a poco para que la gente la utilice; si hubiera cultivos anuales esa agua se escurriría a los ríos y de allí al mar". Las lluvias tampoco se infiltrarían, advirtió. El trayecto incluye el recorrido por un pantanal, ríos y quebradas, alguno con agua caliente. El retorno, una hora después, es posible sorteando algunos alambrados sostenidos por árboles de madrecacao en flor. Ya en la caseta-museo, Linares conjetura emocionado sobre la similitud del pasado y el presente de la flora del sitio, a partir de los fósiles del Sisimico que ya integran la colección. Ordena las muestras que serán depositadas en un herbario, preferiblemente el del Museo de Historia Natural. "Allí se identificarán, a la espera de alguna posible sorpresa", puntualizó.


Nota complementaria
Recurso milenario, pero no eterno

Más bien, millonario. Los fósiles de la barranca del Sisimico se remontan al pleistoceno, una época geológica que se remonta a los 1.8-1.6 millones y los 10 mil años antes del presente. Los estudios sobre la zona datan del siglo pasado y carecen de actualización. Por ello, el encargado de la reserva, Gabriel Cortez, solicitó que el paleontólogo Juan Carlos Cisneros se integrara al equipo de trabajo en octubre de 2006 para que les ayudara a identificar los fósiles. Él ha aplicado técnicas de conservación, organizado un catálogo de la incipiente colección para que sea registrada en el gobierno y ha preparado material didáctico para la comunidad. Steve Perrigo y David Webb, en un artículo científico de 1984, dijeron que la barranca evidencia la migración de los primeros mamíferos terrestres previo al surgimiento de Centroamérica como puente. Cisneros recordó que la barranca es único. "Es más diverso que el Tomayate y que cualquier otro sitio del istmo. El área de La Joya no ha sido bien explorada por paleontólogos y podría albergar otros sitios con fósiles", dijo. Entre los hallazgos hay novedades y nuevos ejemplares de especies raras, como el diente de un perezoso que no se había registrado. Parece que hay nuevos reportes de plantas pero esto debe ser confirmado por José Linares pues sus observaciones han sido preliminares. Se encontró material de toxodonte, que es raro en El Salvador, aunque ya se habían encontrado en el Sisimico", precisó.

Reportaje publicado en El Diario de Hoy el 9 de marzo de 2007 http://www.elsalvador.com/mwedh/nota/nota_estilos.asp?idCat=3816&idArt=1202829

La joya de San Vicente

Reportaje publicado en El Diario de Hoy el 9 de marzo de 2007
http://www.elsalvador.com/mwedh/nota/nota_estilos.asp?idCat=3816&idArt=1202829

Nerviosas, las lagartijas de resplandeciente cola azul, espalda verde y costado rojizo, recorren el patio que rodea la cabaña, la misma que aspira a convertirse en el museo que explicará a los visitantes la riqueza natural del área protegida La Joya-Sisimico, en San Vicente. Dorotea Vásquez, que integra el grupo de guardabosques, detiene por unos segundos su relato, observa el colorido reptil que se acerca a sus botas y continúa la explicación: éste es un bosque seco de mil 21 hectáreas de extensión, donde concurren por lo menos ocho ríos y quebradas y alberga decenas más de un ciento de especies de aves, mamíferos, reptiles y, desde luego, plantas. Interrumpe de nuevo porque hay que emprender la caminata que tiene como guías a sus compañeros. También participarán sus colegas de un área protegida de Chalchuapa y el botánico José Linares, quien les ayudará a identificar correctamente muchas plantas, ya que de algunas sólo conocen el nombre común y, de otras, sólo su existencia. El sol arde y golpea de frente en el empinado ascenso por el cerro Turringo. La Joya tiene varias montañas que se elevan hasta 490 metros sobre el nivel del mar y en el camino, rodeando algún arbusto, serán frecuentes diálogos como el siguiente: - ¿Y esto qué es? - Este es 'cachito' o 'pico de gorrión'. Cuando no está seco se come. Pruebe... O este otro: - ¿Cómo se llama esta? -Ahhh... es una sandiíta -Cabal, de las que se comen las culebras... De acuerdo con el Ministerio del Ambiente y Recursos Naturales (MARN), La Joya es el único relicto boscoso que queda en el Valle de Jiboa y, por ende en todo San Vicente; perteneció al ex presidente Pío Romero Bosque, a quien le fue expropiado durante la reforma agraria y aproximadamente en 1982 fue reconocido por su "vocación forestal". Dorotea recuerda que, de niña, no conoció los venados. Cuando aparecía uno en el caserío, toda la gente se agrupaba hasta matarlo. También tiene memoria de cómo los cazadores y taladores hicieron de las suyas ante la ausencia de control. Por años hubo gran extensión de árboles maderables como el cedro, así como conacastes, carretos, almendros y copinoles. "Hay de nuevo pero es poco, hemos sembrado", añade. Asegura que hubo bastante saqueo cultural. A falta de una exploración arqueológica, la única evidencia de la ocupación antigua son los obrajes de añil. Es una lástima que, por la bulla de la expedición, ningún animal salvo las aves o insectos, podría asomar en los senderos. Los guardabosques cuentan que al atardecer es muy posible encontrar venados (cola blanca o roja) como coyotes; sería demasiada la suerte si se alcanza a ver algún puma, tigrillo y hasta ocelote, ya que se acercan a beber agua en los nacimientos. Esta zona estuvo bajo control de la guerrilla en los años 80, razón que motivó al abandono. Con la firma de los Acuerdos de Paz vino la repoblación, pero también la expansión de la agricultura intensiva y, por ende, el interés de la comunidad por preservar el ecosistema. Con el respaldo de la Fundación Promotora de Cooperativas (Funprocoop), la comunidad firmó un convenio de co-manejo con el MARN. En conjunto accedieron a un proyecto por dos años y administran 92 mil dólares, otorgados por el Fondo de Iniciativa para las Américas-El Salvador (FIAES); así han dado los primeros pasos para estructurar y llevar a cabo un plan de manejo, explicó el técnico ministerial de la reserva, Víctor Cuchilla. "La aspiración es potenciar y cimentar el área y crear el plan de manejo", dijo. Pequeño gran museo Gabriel Cortez administra la reserva y lidia con los problemas que eso conlleva; el más importante es el registral, ya que el terreno no ha sido transferido por el Instituto Salvadoreño de Transformación Agraria (ISTA) al MARN. Además, señala que un sector ha sido usurpado por una cooperativa y hay particulares interesados en reclamar como suyas zonas de alta captación de agua. No obstante, están desarrollando un pequeño museo para mostrar la riqueza de la biodiversidad de la zona y generar conciencia al país de que urge protegerla. Por el momento, la cabaña mantiene una pequeña colección de fósiles de vertebrados, insectos y plantas; algunos de ellos fueron recuperados y otros han sido colectados en la barranca del Sisimico, ubicada a pocos kilómetros de distancia. Linares explicó que, pese a que es reciente, la vegetación de La Joya es muy importante. "Estos bosques son el reservorio de material genético que de otra manera se perdería irremediablemente para El Salvador. Son fuentes que captan agua y la liberan poco a poco para que la gente la utilice; si hubiera cultivos anuales esa agua se escurriría a los ríos y de allí al mar". Las lluvias tampoco se infiltrarían, advirtió. El trayecto incluye el recorrido por un pantanal, ríos y quebradas, alguno con agua caliente. El retorno, una hora después, es posible sorteando algunos alambrados sostenidos por árboles de madrecacao en flor. Ya en la caseta-museo, Linares conjetura emocionado sobre la similitud del pasado y el presente de la flora del sitio, a partir de los fósiles del Sisimico que ya integran la colección. Ordena las muestras que serán depositadas en un herbario, preferiblemente el del Museo de Historia Natural. "Allí se identificarán, a la espera de alguna posible sorpresa", puntualizó.

Nota complementaria
Recurso milenario, pero no eterno

Más bien, millonario. Los fósiles de la barranca del Sisimico se remontan al pleistoceno, una época geológica que se remonta a los 1.8-1.6 millones y los 10 mil años antes del presente. Los estudios sobre la zona datan del siglo pasado y carecen de actualización. Por ello, el encargado de la reserva, Gabriel Cortez, solicitó que el paleontólogo Juan Carlos Cisneros se integrara al equipo de trabajo en octubre de 2006 para que les ayudara a identificar los fósiles. Él ha aplicado técnicas de conservación, organizado un catálogo de la incipiente colección para que sea registrada en el gobierno y ha preparado material didáctico para la comunidad. Steve Perrigo y David Webb, en un artículo científico de 1984, dijeron que la barranca evidencia la migración de los primeros mamíferos terrestres previo al surgimiento de Centroamérica como puente. Cisneros recordó que la barranca es único. "Es más diverso que el Tomayate y que cualquier otro sitio del istmo. El área de La Joya no ha sido bien explorada por paleontólogos y podría albergar otros sitios con fósiles", dijo. Entre los hallazgos hay novedades y nuevos ejemplares de especies raras, como el diente de un perezoso que no se había registrado. Parece que hay nuevos reportes de plantas pero esto debe ser confirmado por José Linares pues sus observaciones han sido preliminares. Se encontró material de toxodonte, que es raro en El Salvador, aunque ya se habían encontrado en el Sisimico", precisó.

Río Tomayate: cementerio de animales prehistóricos de Apopa

Apopa es una ciudad que ha crecido a fuerza de alojar muchas fábricas y tener como principal acceso la Carretera Troncal del Norte, vía que de San Salvador conduce a "El Poy", la frontera con Honduras. Para llegar allí es indispensable luchar durante 12 kilómetros con el tráfico de los furgones repletos de mercadería y los autobuses interdepartamentales que viajan hacia el norte del país. El respiro de alivio ocurre al divisar una gasolinera -a la izquierda- que sirve como punto de referencia para ubicar la entrada a este municipio de 400 mil habitantes. Esa estación de combustible sirvió como punto de encuentro en abril del año pasado cuando emprendimos la búsqueda de una barranca que había guardado un secreto durante varios miles de años.
La calle que serpentea los contornos del cementerio municipal nos condujo hacia una empinada y empedrada pendiente, donde nos aguardaba don Teófilo Reyes Chavarría, un humilde albañil de 40 años que vive con su familia en una pequeña vivienda de lámina. En un depósito de plástico rosado y envueltos en bolsas y papel periódico reposaban fragmentos de osamenta, un molar del tamaño de una mano humana y una porción de algo que parecía un colmillo gigante. "Yo les decía a los cipotes que tenía los huesos de un dinosaurio y cuando se los enseñé me creyeron", comentó entre risas. El director del Museo de Historia Natural, Daniel Aguilar no puso atención a la broma. Absorto primero y eufórico después, aseguró que los huesos no pertenecían a un dinosaurio, sino de un mastodonte, un animal más grande que un elefante asiático, que vivió en nuestras tierras hace aproximadamente tres millones de años. Además de Aguilar, la primera inspección oficial incluyó al arqueólogo Fabricio Valdivieso, al director de Comunicaciones del Consejo Nacional para la Cultura y el Arte (Concultura), el biólogo Ricardo Ibarra, un colega fotoperiodista y yo. Ninguno contaba con que tendríamos que descender hacia un barranco de unos siete metros insertando las botas entre las raíces de un árbol de amate con el auxilio de un lazo viejo para llegar hasta la ribera de uno de los ríos más contaminados del Gran San Salvador: el Tomayate. El manto lechoso avanza arrastrando las aguas negras y los desperdicios de casi todas las comunidades ubicadas en los contornos de la Troncal del Norte. Pero el interés científico y periodístico por conocer el sitio exacto en el que don Teófilo encontró los restos fosilizados del mastodonte privó sobre el riesgo y la insalubridad. Así, bajamos uno por uno hacia el pequeño margen de unos cuantos metros donde no cabía alguien además de los presentes. Con algunos instrumentos en mano, Aguilar escarbó levemente en uno de los paredones que sirven de margen al caudal del río y descubrió más huesos fosilizados. Un gran cementerio prehistórico
Increíble pero cierto: los "huesitos" que guardaba don Teófilo eran una pequeña muestra de lo que existe en este lugar. Decenas de salientes en medio de la tierra y de enredadas raíces de los árboles -visibles sólo para los ojos de un científico como Aguilar- revelaron que el lugar es un gran cementerio de grandes animales prehistóricos. El mismo día, Aguilar informó a los titulares de Concultura que era necesario hacer excavaciones en el lugar. Mientras, yo me encargué de redactar un reportaje especial: El 1º. de abril de 2001 -apenas dos meses después de que gran parte del país fue dañado por dos terremotos- se convirtió en la fecha oficial del descubrimiento del yacimiento de fósiles más grande y diverso de Centroamérica. La curiosa noticia fue retomada por casi todos los medios de comunicación, nacionales e internacionales como en prensa escrita, televisión e Internet. Una cucharada de ciencia y conocimiento para la población entre la apretada agenda periodística saturada de crónicas policiales, judiciales y políticas.

Nota complementaria
Hablemos sobre fósiles
El Salvador es parte de un territorio que terminó de emerger del mar hace unos dos o tres millones de años, para convertirse en un "puente" entre el norte y el sur de América. Ocurrió entonces un fenómeno de gran interés para los científicos que estudian la historia de la vida en nuestro planeta: muchos animales del sur de emigraron hacia el norte, utilizando nuestros territorios como puente… y viceversa. Muchos hicieron de lo que más tarde se convertiría en Centroamérica su hogar. Ese "Gran intercambio" fue decisivo para el desarrollo de la futura biodiversidad de la región, ya que sólo los animales que se adaptaron al nuevo medio sobrevivieron. Por eso, ningún salvadoreño o centroamericano debería extrañarse de que el subsuelo albergue esos secretos. El problema es que no ha habido interés de los sucesivos gobiernos para financiar estudios que nos los revelen. Los pocos documentos que existen en El Salvador respecto a los yacimientos de fósiles fueron dejados por particulares que los estudiaron -algunos empíricamente, otros científicamente- en diferentes momentos desde finales del siglo XIX. Antes del importante descubrimiento en las riberas del río Tomayate sólo se había registrado algunos eventos de la misma naturaleza: Los naturalistas David J. Guzmán, Jorge Lardé y su hijo Jorge Lardé y Larín notificaron la existencia de varios yacimientos de fósiles pero no los investigaron de manera formal. No obstante, entre 1941 y 1942, una expedición de científicos de la Universidad de California en Berkeley realizó un estudio geológico de El Salvador auspiciado por The Geological Society of America. R.A. Stirton y William K. Gealy reportaron numerosos lugares con fósiles, entre los cuales destaca El Hormiguero -en San Miguel- donde fueron encontrados restos de animales del período Pleistoceno Tardío. En 1958, el académico Tomás Fidias Jiménez, jefe del Departamento de Excavaciones Arqueológicas del gobierno, presentó ante el 33º. Congreso Internacional de Americanistas, el resultado de su investigación sobre el hallazgo de un mastodonte en "Las Víboras", San Vicente. Stephen Perrigo y David Webb realizaron otro estudio acerca de la fauna vertebrada del período Cenozoico Tardío en Honduras y El Salvador, mientras el primero colaboraba en el Museo de Historia Natural de El Salvador como parte de la delegación de los Cuerpos de Paz de Estados Unidos. Los demás países de la región han corrido la misma suerte: descubrimientos accidentales y poca investigación. Sin embargo, el Gobierno de El Salvador tomó cartas en el asunto y armó un equipo de especialistas para rescatar los fósiles: paleontólogos, restauradores, arqueólogos y personal del Museo Nacional de Antropología "David J. Guzmán" y del Museo de Historia Natural. Entre los ayudantes se encontraba don Teófilo -quien descubrió los fósiles- y su hermano Francisco.

Artículo publicado en la revista electrónica Queondas.com en 2004 http://www.queondas.com/aqui_estamos/reportajes/tomayate1.htm

Cara Sucia, el paraíso que dejó de serlo

El sitio prehispánico Cara Sucia, en Ahuachapán, es la víctima de uno de los saqueos más despiadados de los que se tenga memoria. Lo que hace 150 años fue un paraíso de fauna, vegetación e historia, tiene registrados más de seis mil hoyos cavados por saqueadores y traficantes de piezas arqueológicas. Desde hace dos semanas, el arqueólogo francés Sébastien Perrot retomó la investigación en este sitio -abandonada hace dos décadas por falta de financiamiento- para buscar más información de lo que Cara Sucia ha aportado a la historia mesoamericana: la cultura Cotzumalhuapa.


Era un bosque grandioso, con una vegetación similar a la selva del Petén, en Guatemala. Las tropas de monos jugueteaban en las copas de los árboles, era común ver dantas o tapires, guacamayas, jaguares y pumas. La costa de Ahuachapán, hace 150 años, era un verdadero paraíso tropical.
Había permanecido casi intacto debido a la inaccesibilidad de la zona. Sólo se podía llegar desde Tacuba y Ataco en mula -viaje tortuoso que duraba varios días-, o embarcándose desde Acajutla. Todavía hay gente muy mayor que recuerda cómo, todavía hace 60 años, había pequeños claros donde se ubicaban prósperas haciendas y se vivía al estilo de pequeños "Macondos", el pueblo surreal -donde transcurre la historia de manera intensa para sus habitantes- que protagoniza las novelas del escritor colombiano Gabriel García Márquez.
"Daría mi mano derecha por estar allí, en ese magnífico lugar", dijo Paul Amaroli, el arqueólogo estadounidense radicado en El Salvador, al iniciar una retrospectiva histórica del sitio prehispánico conocido como Cara Sucia, ubicado en lo que ahora es la antítesis del paraíso, ya que el bosque fue arrasado para plantar algodón.
Durante una conferencia en la Casa de las Academias, en el centro de San Salvador, Amaroli abordó el tema "La cultura Cotzumalhuapa en El Salvador. Cara Sucia y su entorno". Si bien estaba programada su disertación sobre el descubrimiento del palacio estilo mexicano que fue construido hace más de mil años y quemado durante la decadencia del sitio arqueológico Cihuatán, en Aguilares, prefirió hablar de Cara Sucia a razón de la actualidad: recientemente su colega francés Sébastien Perrot inició la investigación para su doctorado en la universidad Sorbona, París, acerca de la cultura Cotzumalhuapa.

Los monos

En los artefactos que han sido encontrados por los científicos y otros que se encuentran en el museo nacional o colecciones privadas, destacan la figurade los monos. Amaroli explicó que aunque nos parezca ilusión, el bosque que había en Cara Sucia permitía que decenas de monos deambularan por los árboles; prueba de ello es que hay varias vasijas y platos con dibujos de ellos. Incluso hay algunos donde se vislumbra monos con collar, lo que da indicios que pudieron haber sido domesticados. Existe un plato que muestra a un mono en actitud humana, enojado y con el pene erecto. "¿Acaso estamos viendo parte de la cosmovisión de los antiguos habitantes de Cara Sucia?", comentó.
Los herederos de Escuintla El nombre de la hacienda Cara Sucia -donde se ubica el sitio arqueológico, a 12 kilómetros de la frontera con Guatemala-, de acuerdo con la indagación de los arqueólogos tiene dos y hasta tres orígenes. Primero, que había una vaca blanca que tenia la cara con una mancha negra, y la gente decía "la hacienda de la vaca cara sucia". También, que la plaga de jejenes (de la que Amaroli da fe) hace que los lugareños se golpeen la cara con frecuencia y se manchen con los restos de los insectos. Una tercera posibilidad que también se deriva de la tradición oral de la zona fue planteada por el jefe del departamento de Arqueología del Consejo Nacional para la Cultura y el Arte (Concultura), Fabricio Valdivieso: se cuenta que el sector fue dominado por un cacique llamado "Cara Sucia".
Lo cierto es que constituye uno de los ocho sitios arqueológicos cuyos terrenos son propiedad del Estado, uno de los más de 650 registrados (muchos figuran en terrenos privados) y uno de los más de mil que, se supone, existen en El Salvador.
Amaroli explicó que las primeras investigaciones en Cara Sucia ocurrieron hace 110 años, cuando Santiago Barberena logró acceder a la zona y llevó a lo que ahora es el Museo Nacional de Antropología "David J. Guzmán" una cuarta parte de las esculturas conocidas que se sabe pertenecen al sitio. Entre ellas figuran el mal llamado "disco solar", que no es otra cosa más que el rostro de jaguar (o más bien puma por la ausencia de manchas, como precisó Amaroli), que fue tomado como emblema del Banco Cuscatlán.
Posteriormente, el investigador Samuel Lothrop hizo la misma expedición y obtuvo una serie de esculturas de un estilo extraño pero exquisito. Una de ellas retrata a una culebra que sale de la tierra, se encorva y lo mira a uno.
Hacia los años 70, el arqueólogo estadounidense Stanley Boggs, a quien debemos las pocas investigaciones realizadas hace más de medio siglo en sitios como Tazumal, especuló que Cara Sucia podría pertenecer a la cultura Cotzumalhuapa, pobremente conocida. Cotzumalhuapa podría tener dos significados: Río del arco iris y El Tacuazin, dijo Amaroli.
De acuerdo con la explicación de Perrot, la cultura Cotzumalhuapa (él prefiere Cotzumalguapa) floreció entre los años 600 y 1000 después de Cristo, en la etapa de la historia que los científicos llaman "Clásico Tardío" y "Terminal", en grandes partes de la costa Pacífica y las tierras altas de Guatemala, así como en la costa occidental de El Salvador.
"Cara Sucia es el mayor sitio Cotzumalguapa que conocemos en El Salvador", apunta.
La cultura de Cotzumalguapa se caracteriza, en particular, por un estilo escultórico; al menos cuatro esculturas monumentales (incluso el famoso disco que está en el Museo Nacional de Antropología), y varias esculturas menores, fueron halladas en Cara Sucia, desde el siglo XIX, sostiene Perrot.
Los mayores centros conocidos de la cultura de Cotzumalguapa (Bilbao, El Baúl) se encuentran en el municipio de Santa Lucía Cotzumalguapa, en la costa Pacífica de Guatemala (departamento de Escuintla).
Amaroli indicó que aunque Cara Sucia está muy cerca del área de influencia maya, hay rasgos que la distinguen: su cultura material, artística y arquitectónica es diferente. En lo poco que se conoce hay ausencia de glifos mayas. Esto da pie para creer que los cotzumalhuapas, posiblemente, estaban emparentados con poblaciones ubicadas más al norte, ya sea de Guatemala o, incluso, México.
La destrucción y el saqueo comenzaron a finales de los 70, destaca Amaroli. Los propietarios decidieron dedicarse a la explotación agrícola. El bosque y el sitio arqueológico fueron arrasados con tractores de banda para cultivar algodón. Pobladores muy mayores le contaron que había "cientos de cerritos" que fueron destruidos por la maquinaria. Esos cerritos eran estructuras. De esos apenas quedaron unos 30, pero deformados por el impacto de los tractores.
Después, a inicios de los 80, vino la Reforma agraria y gran parte de estas tierras fueron confiscadas a la familia Salaverría. También vino una de las primeras rachas de saqueo. "Hicieron fiesta. Se cuenta que en un día había hasta 600 saqueadores en el lugar", cuenta Amaroli.
En el terreno donde se encuentra el sitio arqueológico tiene registrados, por lo menos, seis mil hoyos de saqueo. El investigador descarta la hipótesis de que un saqueador conoce la técnica de excavación. Al menos hay evidencia de que, en Cara Sucia, no los hubo.
"Los saqueadores, en la zona residencial, perforaban bajo los restos de las casas y entraban en una zona de entierros familiares. Encontraban las ofrendas asociadas a los entierros como vasijas, cuentas de jade, se habla de chibolas muy grandes. Hay muchos cuentos qué contar. Es casi legendario esto", expresó.
Los objetos de este sitio especialmente apetecidos por los saqueadores, los coyotes y, por ende, los coleccionistas, son las figurillas. Las hubo de mujeres, jóvenes y viejas, vestidas y desnudas, con refajos, narices perforadas y tocados grandes, acaso indicio de deidades.
Muchos objetos funcionan como pitos o sonajas. Hay muchas representaciones de culebras, felinos, monos, pájaros y guacamayas. También localizaron figuras con mecanismos para mover los brazos y decenas de navajas de obsidiana.

Las investigaciones

En 1981, usando una extraña cláusula de la Reforma agraria, funcionarios de patrimonio cultural de la época, entre ellos Francisco Serrano, lograron preservar pequeñas zonas. Por ello se salvaron (lo que queda) de Cara Sucia y de Quelepa, en San Miguel.
El sitio de Cara Sucia consiste en una acrópolis que sostiene a otras estructuras y varias pirámides. Su entorno está configurado por zonas residenciales y estuvo habitado hasta el año 920 después de Cristo, época que corresponde al abandono de muchos sitios en el denominado Período Clásico. Estos y otros elementos guiaron al arqueólogo Lee Parsons para estipular que este estilo es similar al que se origina en Escuintla.
Entre 1982 y 1983 desarrollando un modesto parque arqueológico, Jorge Mejía excavó en la zona de la acrópolis. Con la ayuda de 120 trabajadores expuso miles de metros cuadrados de construcción. Descubrió que las estructuras estaban revestidas con piedra local, posiblemente las mismas piedras de canto rodado que proveía el río más cercano. Encontró además una serie de trincheras.
Otros estudios realizados por Amaroli y otros, bajo la dirección de Boggs, incluyeron un proyecto de excavaciones, estudios topográficos y restauración, y rellenaron más de tres mil hoyos de saqueo.
En 1986, Amaroli realizó más reconocimientos en la zona y localizó más de 60 entierros. Al examinar la osamenta se determinó que los antiguos habitantes de Cara Sucia también practicaban la deformación del cráneo, una práctica muy común en los sitios mayas, que se consigue atando una tabla en la frente de los recién nacidos.
La prospección en el suelo les permitió encontrar gran densidad de entierros debajo de pisos hogareños definidos por conchas y "cascos de burro". "Hace mil 500 años, estas personas estaban usando las conchas, vértebras de pescado y esponjas marinas", indicó Amaroli.
Otros hallazgos fueron más que reveladores, por ejemplo efigies en barro de cacao nativo, así como hornos de tierra que dan la pauta para conocer patrones alimenticios que son similares a los detectados en la costa del Bálsamo e incluso en la zona de Madre Selva, en Antiguo Cuscatlán. Ésta ultima ha sido depredada por el auge urbanístico de Santa Elena, aledaño a la Embajada de Estados Unidos.
Asimismo, pudieron definir la forma de las casas. "Las pocas casas que se salvaron, eran de bahareque quemado. Eran pequeñas, lo que nos indica que básicamente eran utilizadas para dormir", indicó Amaroli. Hay otras evidencias habitacionales ubicadas en estructuras mayores, debajo de escalinatas. "Muy probablemente eran casas de gobernantes que quedaron abandonadas", añadió.
Los descubrimientos de Amaroli han aportado a la reconstrucción de la historia de Mesoamérica. "Este arqueólogo reveló claramente Cara Sucia como un centro de la cultura de Cotzumalguapa, por sus esculturas, su arquitectura y su cerámica", indicó Perrot.
El modesto parque que reunía las condiciones mínimas para los visitantes (ver galería de fotos) fue cerrado en 1983 por falta de presupuesto. El sitio aparece como una de las decenas de atractivos culturales en el mapa turístico de El Salvador, pero si los turistas llegan, sólo encontrarán maleza y escasa sombra.
Por el momento, el gobierno no considera realizar un proyecto de investigación más profundo en Cara Sucia, de acuerdo con Marlon Escamilla, el arqueólogo que verifica el trabajo de Perrot en el sitio.
No se descarta hacerlo más adelante, indicó.

Entrevista
La búsqueda de más estructuras enterradas

El francés Sébastien Perrot respondió vía correo electrónico una serie de preguntas, donde explica el motivo de su investigación en el sitio arqueológico Cara Sucia: determinar la existencia de lo que se supone son estructuras que aún permanecen enterradas y se habrían salvado de la depredación y el saqueo indiscriminado que atacó el que se considera último centro de la cultura Cotzumalhuapa, que floreció hace dos mil años en la costa pacífica de Guatemala.

¿En qué lugares ha trabajado antes en El Salvador?
En el 2000 hice mi primer viaje a El Salvador, lo que me permitió conocer mejor el importante patrimonio prehispánico del país. En el 2004, dirigí la Misión arqueológica franco-salvadoreña, que realizó un levantamiento de los petrograbados de la Pintada de Titihuapa (San Vicente) y un reconocimiento en la zona de dicho sitio; una prospección geofísica en Cara Sucia (Ahuachapán). La Misión recibió un apoyo financiero de la Cooperación francesa, y un apoyo logístico del Centro Francés de Estudios Mexicanos y Centroamericanos (CEMCA), la Universidad Tecnológica y la Casa de la Cultura de San Isidro (Cabañas).

¿Por qué ha elegido Cara Sucia para hacer su investigación?
Estoy concluyendo una tesis doctoral sobre la cultura de Cotzumalguapa (en la Universidad Sorbona, París). Dicha cultura floreció en el Clásico Tardío y Terminal (600-1000 d. C.), en grandes partes de la costa Pacífica y las tierras altas de Guatemala, así cómo en la costa occidental de El Salvador (Cara Sucia es el mayor sitio Cotzumalguapa que conocemos en El Salvador). La cultura de Cotzumalguapa se caracteriza, en particular, por un estilo escultórico; al menos cuatro esculturas monumentales (incluso el famoso disco que está en el Museo Nacional de Antroplogía), y varias esculturas menores, fueron halladas en Cara Sucia, desde el siglo 19. Los mayores centros conocidos de la cultura de Cotzumalguapa (Bilbao, El Baúl) se encuentran en el municipio de Santa Lucía Cotzumalguapa, en la costa Pacífica de Guatemala (departamento de Escuintla).

¿Cuál es el objetivo de la investigación? ¿qué se busca descubrir o corroborar? ¿Cuál es el área de terreno en la que van a trabajar?
Las excavaciones de este año tienen tres objetivos: investigar las anomalías eléctricas y magnéticas reveladas por la prospección geofísica de 2004 (dichas anomalías podrían corresponder a elementos arquitectónicos enterrados); documentar mejor la arquitectura de Cotzumalguapa; documentar el período de abandono del sitio de Cara Sucia (siglo 10 d. C.). Vamos a realizar excavaciones en estos sectores del sitio: el juego de pelota, la Plaza (justo al este de la Acrópolis) y eventualmente enfrente de la Estructura 14 (una pirámide). Además, realizaremos un reconocimiento a lo largo del río Cara Sucia y hasta la playa.

¿Qué tareas van a realizar? ¿excavación, identificaciones, pozos de sondeo?
15 "pruebas de pala" (pequeños sondeos de 50 cm de diámetro y hasta 80 cm de profundidad), dos o tres pozos de excavación y un reconocimiento.
¿Cuál es el estado de conservación de las estructuras que permanecen en el sitio? Las estructuras han sido muy dañadas, por el cultivo del algodón hasta el año 1979, luego por un saqueo masivo que empezó con la reforma agraria, y que duró hasta el año 1981. No obstante, se puede observar en ciertas partes, todavía, vestigios del revestimiento de cantos rodados. Cabe notar que antes de la reforma agraria, los dueños de la finca prohibían estrictamente el acceso al sitio.

Reportaje publicado el 27 de marzo de 2006 en el periódico digital El Faro http://www.elfaro.net/secciones/el_agora/20060327/ElAgora2_20060327.asp